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Todo empezó una tarde de invierno. Los cristales de la ventana se empañaban con cada uno de los vahos congelados que exhalaba. Allí estaba ella, con la nariz pegada al vidrio y mirando, como siempre, hacia la nada...afuera las primeras gotas de lluvia cubrían los pequeños arbustos y formaban un manto plateado donde, casi imperceptiblemente, el viento jugaba a armar un puzzle: intentaba juntar más de dos gotas, pero éstas caían, resbalaban, se juntaban sólo para volver a caer y, finalmente, reventar. La Alita, como le decían todos en la casa, miraba las gotas con paciencia, tan absorta que cualquiera que la hubiese visto habría imaginado que pensaba. Pero en realidad no lo hacía: la Alita juntó mucho aire y exhaló un vaho profundo y blanco, como el humo de los cuetes que fumaba con Eduardo y necesitaba tanto ahora como a nada en el mundo. Afuera, la lluvia era más copiosa y resonaba ya en los vidrios. La Alita se asustó, creyó que un trío de dedos tocaba la ventana y dio vuelta la cara...pero se quedó ahí, con la mejilla pegada al vidrio, rosada y cubierta de pecas doradas. Con el frío las pecas se fueron volviendo azules hasta que la Alita se dio cuenta y se alejó: no quería que le pasara lo mismo que a Eduardo "¿Qué te pasó Eduardo, por qué no me contestas?" El Eduardo se había puesto helado, de un día para otro se puso helado y nunca más le habló...al oído, con dulzura. Nunca más le mordió la oreja ni los pezones cubiertos de vino, de ese que tomaban cada noche..."¿Te acuerdas?...yo era más flaca, ¿y tú?". La Alita se había quedado pegada de nuevo al vidrio, pero esta vez una gota había entrado por alguna rendija y se había pegado cerca de su ojo...y la gota siguió bajando, pasó cerca de la nariz sobre el lunar que tenía arriba del labio..."¿A quién me parezco Eduardo? ¿Te gusta?"...y entró a la boca de la Alia, y la Alita sintió la gota amarga, salada, pequeña pero devastadora en medio de la soledad...Y afuera la lluvia tapó la calle, se llevó el arbusto, reventó las hojas...y el vaho de la Alita se apagó junto a su sueño con la gota en la garganta...la boca ahora entreabierta y la mejilla caliente, los ojos chorreados y la Alia toda estremecida, absorta mirando el techo y con la cara llena de gotas que entraron por la rendija de la ventana...cualquiera que la viera pensaría "Pobrecita, la Alita ya no es la misma" Así es, ya no es la misma...porque la lluvia le parecen dedos y el techo es más lindo que la ventana. Y el Eduardo ya no la mordisquea y el vino se cayó bajo la cama. Y el cuete se apagó hace un buen rato..."Eduardo, ¿dónde estás?...¿por qué estás tan helado?"

Texto agregado el 22-01-2005, y leído por 351 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
27-03-2007 Que maravillosa narracion, tienes una forma de escribir muy peculiar, te felicito!!! lina23
27-07-2006 me encanto AAAkaronte
18-07-2005 Qué estampa tan triste, dan ganas de volver la ventana al techo y de decirle al sol que empuje a un lado a los nubarrones mi_mundo_paralelo_y_yo
04-06-2005 con toda la fuerza de ese sentimiento tan profundo, gracias por compartir pacovictoriano
27-02-2005 "El techo es más lindo que la ventana"...que buena imagen. Reflejas muy bien los sentimientos de Alita, llegan directo al corzazón, me gustó mucho, felicitaciones. maitencillo
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