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Bajé del avión y sentí como si hubiera pasado por un gran peligro y lo hubiera vencido. Estaba cansado y con ganas de volver a casa. Después de pasar por los trámites aduaneros, me dirigí hacia la salida pasando por la sala de espera.
Me llamó la atención una mujer acurrucada sobre sí misma que reía en forma histérica en una de las muchas butacas azules que había en el lugar. Hipidos extraños salían de su boca, le sacudían con violencia los hombros y hacían bailar en forma absurda los rizos grises que se escapaban de una pañoleta negra con motas blancas.
-Drogada a esta hora. Qué verguenza - dijo alguien al pasar, mordiendo las palabras.
La cara de la mujer de pañoleta se reducía a dos grandes ojos hundidos y brillantes que se encontraron con los míos y me produjeron una gran sacudida, como esas que se sienten cuando se toca un instrumento eléctrico con las manos mojadas. Yo sabía que no la conocía. De golpe comprendí que no estaba drogada, ni siquiera ebria. Esa mujer sufría.
-No llore, ya pasará- la consolé, preguntándome en mi interior por qué lo hacía.
Me miró sin curiosidad, como si dijera idioteces y replicó:
-Jamás pasará. Jamás.
Agregué algunas palabras de consuelo que ahora no recuerdo, a las que ella pareció no dar importancia, todavía aturdido por mi manera de hablar a una desconocida, alguien que no me importaba.
-¿Tiene hijos?- preguntó con voz sorpresivamente tranquila.
-Sí, claro que sí.
-¿Todos vivos?
-Sí.
-Entonces jamás lo comprenderá. Tenía sólo uno, sin él, jamás seré la misma. Los militares se lo llevaron, hace dos meses ya. Nunca más lo volví a ver. Sé que está muerto. Por lo menos si supiera dónde llevarle una rosa.
Me tomó de las manos con fuerza y dijo en un susuro:
Las rosas blancas eran sus flores preferidas.
Una voz que después descubrí que era la mía dijo:
Lleve las rosas al río de la Plata.
Me miró como si hubiera visto a un monstruo y su boca se desfiguró con un grito. Los guardias de seguridad llegaron casi enseguida. La llevaban a rastras, mientras ella preguntaba
:¿Quién es usted? ¿Quien es usted?
La miré con lástima, hasta que desapareció.
Fui a buscar mi maleta que en la cinta giratoria daba ya su segunda o tercera vuelta, sin concentrarme en otra cosa que no fuera en la mujer de pañoleta negra.
Buenos Aires era un horno en enero . Pero no podríamos tomarnos las vacaciones que había prometido a mi familia antes del mes de febrero.
Debía ir a una recepción con Sara, mi esposa, esa misma noche. Estaba cansado por el viaje, por el calor pegajoso y húmedo y la escena desagradable que había tenido no bien había bajado del avión, no obstante, horas después estaba metido en mi traje militar, que me ajustaba un poco y me hacía correr el sudor por la espalda, cuando salía de las piezas donde había aire acondicionado.
Cuando me dirigí hacia la ponchera que tomaba gran parte del centro de una mesa elegante que estaba en la terraza, vino a saludarme Bermúdez.
-Qué elegancia- dijo en tono irónico, porque sabía que yo odiaba tener el uniforme de gala.
El también lo llevaba. A pesar de su baja estatura, lo lucía con elegancia.
Y con un hipido alzó el vaso que llevaba en la mano en un simulacro de
brindis que correspondí con una mueca.
-Mañana llevamos las “ mercaderías”- dijo mientras me hacía un guiño..
_¿En el mismo lugar?- pregunté.
-Sí. En el río de la Plata. ¿Tenés todo listo?
_Todo.
Como un flash me vino a la mente la mujer del aeropuerto. Entonces agregué:
-En realidad, me falta algo. Una docena de rosas blancas.

Texto agregado el 06-02-2005, y leído por 840 visitantes. (21 votos)


Lectores Opinan
15-05-2008 que exagerada, replicate muy bien este escenario... de verdad serias estupenda escritora de guiones de tv o teatro ilov
20-11-2007 Me imagino el dolor de una madre por la pérdida de su hijo como un desgarro interior muy difícil de superar. Ojalá no se produzcan estos hechos nunca más en ninguna parte del mundo. Eres estupenda, me encanta leerte. kinito
17-04-2007 Hola, en realidad, es un relato muy doloroso, ¿cuantas veces no ha sucedido? simplemente muchas, y seguramente seguirá ocurriendo. Es una historia triste pero hermosamente escrita, propia de tí. Mis estrellas para tí. Yo patito3851
13-04-2007 El cuento demuestra cómo los hechos cotidianos le están mostrando las problemáticas sociales. buen logro. felicitaciones afroditadelmar
06-04-2007 Felicitaciones por la profundidad de tu planteamiento ***** caballonegro
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