Deslizaba sus pequeños pies sobre esa cubierta de hielo que protegía cada centímetro de la superficie del lago. No tenía temor, podría partirse en cualquier momento pero eso no importaba. Un leve olor a frío inundaba todos los rincones, en el horizonte se divisaba el blanco característico de la nieve, su mirada se perdía más allá de lo que podían ver sus ojos, recordaba...
Esos momentos en que se ufanaba de su libertad, ¿cuál libertad?. Pensaba que eso era libertad...
Oscurecía, el espesor de la niebla se hacía evidente con el paso de los minutos, ya no veía nada, sólo recordaba...
Quería decir tantas cosas...era difícil, el temor al rechazo era uno de los factores más influyentes en su hostilidad con los demás, se sumaba a esto el ser lastimado al abrir su corazón con la misma ingenuidad de un niño pequeño que cree todo lo que le dicen, siempre olvidaba cerrar sus ojos y llorar para adentro, donde sólo él podía mirar.
Y soñó por primera vez, soñó como su vida cambiaba de rumbo por haber tomado siempre las decisiones correctas, por haber dicho siempre la verdad, por haber amado...
Fue incondicional, lo sabe, tuvo millones de sueños e ilusiones, en vano todas, también olvidaba vivir para alcanzarlas. Aunque su vida fuera triste, creía que se salvaría, algún día, cuando dejara de sentirse vacío, desesperado, solo... Imaginaba una vida mejor, llena de expectativas, con triunfos y batallas perdidas, con amor para dar, sin esperar nada a cambio con libertad sentir y para actuar, para perdonar.
No perdonaba, se aferraba a ese sentimiento que sostenía su vida, no lo soltaba porque no tenía más de que agarrarse y mientras el hielo amenazaba con agrietarse, así se agrietaba su corazón que algún día terminó por romperse y sumergirse en el más profundo dolor, frío y oscuro como la noche.
JVS |