Cuando le retiraran la venda, sería el primer ser humano en tener Maximización Ocular Totipotente (marca registrada), el desarrollo biónico que le permitiría alcanzar una agudeza visual hasta entonces imposible de concebir. Las especulaciones en la prensa científica iban desde la virtud de ver inusitadamente lejos o cerca, hasta la de percibir porciones del espectro invisible, más allá --en ambos sentidos-- de el ultravioleta o el infrarrojo. Se debatía sobre discriminación cromática, sueños lúcidos, cinestesia... en fin, se postulaba este avance científico como el saltó cualitativo de el semisueño en el que la humanidad vive la mayor parte del tiempo, al de la vigilia más alerta jamás imaginada.
En el momento clave, cientos de millones de televidentes observaban como los especialistas removían, con extremo cuidado y en la penumbra, los últimos trozos de lienzo que cubrían al sujeto. Mientras la luz aumentaba progresivamente, todos esperaban las primeras descripciones de "los ojos futuros"; de pronto, y sin que la sala terminara de iluminarse, una escalofriante andanada de gritos del más desesperado pánico salió de la garganta del individuo que convulsionaba. Nunca supieron que veía cuando, enloquecido, torcía los ojos de un lado a otro. Minutos después sólo quedaba un cadáver cubierto de sangre y contenido gástrico.
El mejor narrador de espanto hubiera sido incapaz de describir el improbable rictus que contraía toda la piel del individuo o las macabras cuencas vacías por donde huyó, aterrorizada, una vida. |