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Inicio / Lista de Foros / General :: Ensayos y Comentarios / Osvaldo Lamborghini: un hijo de puta que hace rato merece ser comentado - [F:4:3411]


Pablo_Rumel,22.07.2005
Y bueno, había que abrir un foro para comentar un poco más a este ortopédico lameculos proletario, puesto con razón en un altar por el desbocado Aira. ¿Se anima la gente?
 
negroviejo,22.07.2005
Lamborghini es un excelente escritor, que se atrevió a ser sexualemte transgresor cuando en Argentina decir públicamente la palabra "pis" motivaba el marginamiento social, cuando no, el confinamiento en el pabellón de degenerados en la cárcel de Devoto.
 
dehumanizer,22.07.2005
Me gustan más los autos que fabrica.
 
Emptyhead,22.07.2005
Muy fuerte su estética. Me provocó lo mismo que cuando leí "American Psycho". No pude leer dos veces "El niño proletario". Me choca demasiado. Respeto a quienes les gusta. (Y que conste que no soy pacata)
 
Pablo_Rumel,23.07.2005
Lamborghini sabe apropiarse de los moldes y esquemas literarios, para resquebrajarlos y contar mil historias. Si toman cualquier escrito de él (como Sebregondi retrocede) se darán cuenta que tiene múltiples entradas y salidas, como un palimpsesto demoníaco que se hace y se deshace con cada lectura.

Creo, en mi humilde opinión, que junto con Pizarnik, Lamborghini es lo más pervertido y grande que ha parido la puta Argentina. (esa amada ramera que no se queda atrás con sus juguetitos metafísicos a lo Macedonio y sus gauchos y matones con Arlt en las vísceras)

Y otra cosa: Lamborghini no es apto para señoritas.
 
iolanthe,23.07.2005
A mi el Lamborghini me suda los pies, no creo en ídolos y menos con esa necesidad de ser tan trasngresor, cuando seguramente han sido burguesitos. De todas formas no puedo hablar porque desconozco, sólo entro porque dice el señor rumel que no es apto para señoritas y quiero que dé una explicación.
 
juanromero,23.07.2005
Muy buen foro Pablo, excelente forma de plantearlo.

bEl niño proletario/b

Desde que empieza a dar sus primeros pasos en la vida, el niño proletario sufre las consecuencias de pertenecer a la clase explotada. Nace en una pieza que se cae a pedazos, generalmente con una inmensa herencia alcohólica en la sangre. Mientras la autora de sus días lo echa al mundo, asistida por una curandera vieja y reviciosa, el padre, el autor, entre vómitos que apagan los gemidos lícitos de la parturienta, se emborracha con un vino más denso que la mugre de su miseria. Me congratulo por eso de no ser obrero, de no haber nacido en un hogar proletario. El padre borracho y siempre al borde de la desocupación, le pega a su niño con una cadena de pegar, y cuando le habla es sólo para inculcarle ideas asesinas. Desde niño el niño proletario trabaja, saltando de tranvía en tranvía para vender sus periódicos. En la escuela, que nunca termina, es diariamente humillado por sus compañeros ricos. En su hogar, ese antro repulsivo, asiste a la prostitución de su madre, que se deja trincar por los comerciantes del barrio para conservar el fiado. En mi escuela teníamos a uno, a un niño proletario. Stroppani era su nombre, pero la maestra de inferior se lo había cambiado por el de ¡Estropeado! A rodillazos llevaba a la Dirección a ¡Estropeado! cada vez que, filtrado por el hambre, ¡Estropeado! no acertaba a entender sus explicaciones. Nosotros nos divertíamos en grande. Evidentemente, la sociedad burguesa, se complace en torturar al nino proletario, esa baba, esa larva criada en medio de la idiotez y del terror. Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sífilis y, enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de casarse para perpetuar la enfermedad a través de las generaciones. Como la única herencia que puede dejar es la de sus chancros jamás se abstiene de dejarla. Hace cuantas veces puede la bestia de dos espaldas con su esposa ilícita, y así, gracias a una alquimia que aún no puedo llegar a entender (o que tal vez nunca llegaré a entender), su semen se convierte en venéreos niños proletarios. De esa manera se cierra el círculo, exasperadamente se completa. ¡Estropeado!, con su pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo y los periódicos bajo el brazo, venía sin vernos caminando hacia nosotros, tres niños burgueses: Esteban, Gustavo, yo. La execración de los obreros también nosotros la llevamos en la sangre. Gustavo adelantó la rueda de su bicicleta azul y así ocupó toda la vereda. ¡Estropeado! hubo de parar y nos miró con ojos azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por incendiarle los periódicos y arrancarle las monedas ganadas del fondo destrozado de sus bolsillos. ¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en las fachas obreras más odiadas, por verlo aparecer sin desaparición nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, la atmósfera que nos envolvía de dorado color.A empujones y patadas zambullimos a ¡Estropeado! en el fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahí, con la cara manchada de barro, y. Nuestro delirio iba en aumento. La cara de Gustavo aparecía contraída por un espasmo de agónico placer. Esteban alcanzó un pedazo cortante de vidrio triangular. Los tres nos zambullimos en la zanja. Gustavo, con el brazo que le terminaba en un vidrio triangular en alto, se aproximó a ¡Estropeado!, y lo miró. Yo me aferraba a mis testículos por miedo a mi propio placer, temeroso de mi propio ululante, agónico placer. Gustavo le tajeó la cara al niño proletario de arriba hacia abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y yo ululábamos. Gustavo se sostenía el brazo del vidrio con la otra mano para aumentar la fuerza de la incisión. No desfallecer, Gustavo, no desfallecer. Nosotros quisiéramos morir así, cuando el goce y la venganza se penetran y llegan a su culminación. Porque el goce llama al goce, llama a la venganza, llama a la culminación. Porque Gustavo parecía, al sol, exhibir una espada espejeante con destellos que también a nosotros venían a herirnos en los ojos y en los órganos del goce. Porque el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado. Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo manotazo, arrancó el sucio tirador. Pero fue Gustavo quien se le echó encima primero, el primero que arremetió contra el cuerpiño de ¡Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor. Esteban y yo nos conteníamos ásperamente, con las gargantas bloqueadas por un silencio de ansiedad, desesperación. Esteban y yo. Con los falos enardecidos en las manos esperábamos y esperábamos, mientras Gustavo daba brincos que taladraban a ¡Estropeado! y ¡Estropeado! no podía gritar, ni siquiera gritar, porque su boca era firmernente hundida en el barro por la mano fuerte militar de Gustavo. A Esteban se le contrajo el estómago a raíz de la ansiedad y luego de la arcada desalojó algo del estómago, algo que cayó a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos brillantes, ricamente ornamentados, espejeantes al sol. Me agaché, lo incorporé a mi estómago, y Esteban entendió mi hermanación. Se arrojó a mis brazos y yo me bajé los pantalones. Por el ano desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecía con el sol. Esteban la comió y a sus brazos hermanados me arrojé.Mientras tanto ¡Estropeado! se ahogaba en el barro, con su ano opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin tuvo su goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer. Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo cuerpo abandonado. Esteban le enterró el falo, recóndito, fecal, y yo le horadé un pie con un punzón a través de la suela de soga de alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le corté uno a uno los dedos mugrientos de los pies, malolientes de los pies, que ya de nada irían a servirle. Nunca más correteos, correteos y saltos de tranvía en tranvía, tranvías amarillos. Promediaba mi turno pero yo no quería penetrarlo por el ano. —Yo quiero succión —crují. Esteban se afanaba en los últimos jadeos. Yo esperaba que Esteban terminara, que la cara de ¡Estropeado! se desuniera del barro para que ¡Estropeado! me lamiera el falo, pero debía entretener la espera, armarme en la tardanza. Entonces todas las cosas que le hice, en la tarde de sol menguante, azul, con el punzón. Le abrí un canal de doble labio en la pierna izquierda hasta que el hueso despreciable y atorrante quedó al desnudo. Era un hueso blanco como todos los demás, pero sus huesos no eran huesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, crispados los nódulos falanges aferrados, clavados en el barro, mientras Esteban agonizaba a punto de gozar. Con mi corbata roja hice un ensayo en el coello del niño proletario. Cuatro tirones rápidos, dolorosos, sin todavía el prístino argénteo fin de muerte. Todavía escabullirse literalmente en la tardanza.Gustavo pedía a gritos por su parte un fino pañuelo de batista. Quería limpiarse la arremolinada materia fecal conque ¡Estropeado! le ensuciara la punta rósea hiriente de su falo. Parece que ¡Estropeado! se cagó. Era enorme y agresivo entre paréntesis el falo de Gustavo. Con entera independencia y solo se movía, así, y así, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo los labios delgados de su boca como si ya mismo y sin tardanza fuera a aullar. Y el sol se ponía, el sol que se ponía, ponía. Nos iluminaban los últimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada cosa que se rompe y adentro que se rompe y afuera que se rompe, adentro y afuera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, lívido Gustavo miraba el sol que se moría y reclamaba aquel pañuelo de batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo mi pañuelo de batista donde el rostro de mi madre augusta estaba bordado, rodeado por una esplendente aureola como de fingidos rayos, en tanto que tantas veces sequé mis lágrimas en ese mismo pañuelo, y sobre él volqué, años después, mi primera y trémula eyaculación.Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me lo devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí. Descansaba Esteban mirando el aire después de gozar y era mi turno. Yo me acerqué a la forma de ¡Estropeado! medio sepultada en el barro y la di vuelta con el pie. En la cara brillaba el tajo obra del vidrio triangular. El ombligo de raquítico lucía lívido azulado. Tenía los brazos y las piernas encogidos, como si ahora y todavía, después de la derrota, intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por la clase. Con el punzón le alargué el ombligo de otro tajo. Manó la sangre entre los dedos de sus manos. En el estilo más feroz el punzón le vació los ojos con dos y sólo dos golpes exactos. Me felicitó Gustavo y Esteban abandonó el gesto de contemplar el vidrio esférico del sol para felicitar. Me agaché. Conecté el falo a la boca respirante de ¡Estropeado! Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la fusta. A fustazos le arranqué tiras de la piel de la cara a ¡Estropeado! y le impartí la parca orden: —Habrás de lamerlo. Succión— ¡Estropeado! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, como si temiera hacerme daño, aumentándome el placer. A otra cosa. La verdad nunca una muerte logró afectarme. Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez lo dije, incluso camaradas, al irse me regalaron un claro sentimiento de liberación. Era un espacio en blanco aquel que se extendía para mi crujir. Era un espacio en blanco. Era un espacio en blanco. Era un espacio en blanco. Pero también vendrá por mí. Mi muerte será otro parto solitario del que ni sé siquiera si conservo memoria. Desde la torre fría y de vidrio . De sde donde he con templado después el trabajo de los jornaleros tendiendo las vías del nuevo ferrocarril. Desde la torre erigida como si yo alguna vez pudiera estar erecto. Los cuerpos se aplanaban con paciencia sobre las labores de encargo. La muerte plana, aplanada, que me dejaba vacío y crispado. Yo soy aquel que ayer nomás decía y eso es lo que digo. La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra. Desde este ángulo de agonía la muerte de un niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto. Los despojos de ¡Estropeado! ya no daban para más. Mi mano los palpaba mientras él me lamía el falo. Con los ojos entrecerrados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola recorrida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva precisión. Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un hemisferio y la tarde moría. Descargué mi puño martillo sobre la cabeza achatada de animal de ¡Estropeado!: él me lamía el falo. Impacientes Gustavo y Esteban querían que aquello culminara para de una buena vez por todas: Ejecutar el acto. Empuñé mechones del pelo de ¡Estropeado! y le sacudí la cabeza para acelerar el goce. No podía salir de ahí para entrar al otro acto. Le metí en la boca el punzón para sentir el frío del metal junto a la punta del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude gozar. Entonces dejé que se posara sobre el barro la cabeza achatada de animal. —Ahora hay que ahorcarlo rápido —dijo Gustavo. —Con un alambre —dijo Esteban en la calle de tierra donde empieza el barrio precario de los desocupados. —Y adiós Stroppani ¡vamos! —dije yo. Remontamos el cuerpo flojo del niño proletario hasta el lugar indicado. Nos proveímos de un alambre. Gustavo lo ahorcó bajo la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. La lengua quedó colgante de la boca como en todo caso de estrangulación.


Del libro "Sebregondi retrocede", de Osvaldo Lamborghini, publicado en 1973 © herederos de Osvaldo Lamborghini
 
iolanthe,23.07.2005
Palabras de Eduardo F. Silveyra, quién convivió con él, con Osvaldo, dice que cansa su literatura, que él sólo trata de hablar de su estética, pero que otros hablaban de su esquizofrenia.
Leí lo colgado por juanromero, gracias por hacerlo y así darme cuenta de lo que comenta ramul, lo de las señoritas, ya fui respondida. Aunuqe no es más que una forma de provocación por parte de juanromero, el colgar esto aquí.
 
Pablo_Rumel,23.07.2005
Sólo era una broma señorita Yolante, lo que pasa es que entre tanta lector quebradizo (podríamos llamar así a los lectores de best-sellers) se les quebrarían los párpados al tocar esa "clase" de ELITEratura.

Espero que lo lea, para que aporte a este foro.

 
SandiLaguna,23.07.2005
Buenas, acabo de leer el texto que puso Juanromero, nunca había leido nada de este autor.
A simple vista parece un trasgresor en serio.
Igualmente no podría fomar una opinión con leer un solo texto, aunque me haya parecido muy bueno.
Ok, los dejo que debatan.

Saludos!
 
iolanthe,23.07.2005
No me gustó lo que leí de ese señor. No me parece trasgresor, me parece un puto infeliz que quiere que los demás se hundan en la mierda como el lo hizo. Además creo que es un autor temporal, que eran unos tiempos en los que los escritores tenían mano para gritar y tragarse su dolor, su borrachera o la mierda que pillara.
No pasa nada por leer cada uno lo que quiera pero si esto es eliteratura como usted dice, por mi que arda en el infierno, seguiré leyendo a corín tellado, como señorita flower power.
Sólo provocar no sirve para nada, es como un niño chico que tiene que llamar la atención de los padres, lo digo por el super autor del que habla, seguro que éste creía en el paternalismo de la sociedad y se sentía algo así como el patito feo o el niño ignorado, no creo que fuera el proletario.

Y ya no entro más acá
 
juanromero,23.07.2005
Soy un esquizofrénico, me lo aseguró mi psiquiatra y me está medicando para tratar de destruir mi memoria y evitar que asesine a alguna persona, de todas las que me persiguen habitualmente, una de ellas es ese “sandilaguna”, creo que es un zurdito nostálgico por los temas que toca y que pertenece a una comunidad llamada LA OSTA ROJA. Por ahora lo único que consiguió, mi doctora, fue que construyera cuentos, novelas y poesías que son un gran concentrado de estiércol; en algunos cuentos puedo matar impunemente y sin ningún tipo de remordimiento o suicidarme sin rendirle cuentas a nadie, pero la policía y una red musulmana de prostitutas están trás de mis pasos, iellos pretenden el poder/i. ¿Eso no es paranoia? Quizás el diagnostico no fue el correcto. ¿Lamborguini sufría de esquizofrenia? Genio.

 
Pablo_Rumel,24.07.2005
Parece que aparecieron los policías de la LITERA(turra), armados con dientes digitales que no sirven ni para morder una hormiga.

Hay personas que se ríen de Lamborghini, y dudo que puedan conseguir una página que los justifique. El loco Osvaldo tiene para rato, no creo que unos argumentos sin argumento lo dejen cojo y con sangre en la mano.

Salud!
 
juanromero,24.07.2005
Un abrazo a mi amigo sandilaguna, ex sandinista y otra vez digo: Este es un buen foro, porque forro no uso.
 
SandiLaguna,24.07.2005
Ah, ya estaba sacando el puñal y me dirigía sin dudarlo hacia la espalda de Juanromero. Menos mal que se retractó a tiempo.

jejeje.
iUn zurdito nostálgico./i
 
guy,24.07.2005
Lindo cuento, no había leído nada del autor. Bah, un poco pacato, me recuerda a la película “La Mari” ésa en que se vio a la Su Jiménez en tetas acuchillando a Carlitos Monzón... Y tiene su lado romántico el muchacho: escribe “falo” cuando mi vieja siempre dijo “pija”... se ve que él la usaba para mear, por lo menos...
¿Y si cuelgan otro texto? Gracias de antemano.
 
yihad,24.07.2005
Donde haya un Ferrari... que se quiten los Lamgorghinis...
 
juanromero,24.07.2005
Ferrari ha muerto.
 
juanromero,24.07.2005
bTío Bewrkzogues

Osvaldo Lamborghini


No se puede responder. No se puede responder. No se puede responder. 4) No se puede responder.
No se puede responder. No se puede responder. 3) No se puede responder. No se puede responder.
La estrangulé. La estrangulé con una corbata roja a pintas blancas. Después la poseyí. ¡Lo costosas que han sido estas nupcias! Oh madre, oh madre, oh madre. No se puede responder. 2) No se puede responder. No se puede responder. No se puede responder. Papá mirame a los ojos. Cuando tenga una casita blanca, completa-blanca, juro que no la mancharé de sangre. Me cuidaré bien de hacerlo. Será una casita blanca perfecta sobre una loma verde y yo. Yo no asesinaré a nadie ahí. Salvo algún descuido o desliz. Este liz. A nadie ahí asesinaré. Matar es un disgusto. No mataré entonces en la casita blanca como la leche. Allí no habrá ninguna salpicadura de sangre, ningún huesito con la huella de mis dientes. Ni la gillete estará oxidada por causa oscura, ni nadie me vendrá con frases de cordel, el cordón de la cortina, la corbata. Cortar. Ni la frase ni el calibre de la frase. Tirale bajo, a las piernas no más alto. No haré nada malo allí. Matar. Por favor. No mataré a nadie más nunca más. Aunque no me den esa casita blanca. Puede ser simplemente un techo, aislado, desplazable, un sombrero, sí, un pedazo de poste común para apoyar la espalda. No. No mataré a nadie más. Concha. A los que aman a los locos y a los asesinos, yo digo, yo les enseñaría a andar amando. Dádmelos. Sí. No mataré a nadie más, me cortaré las manos antes de hacerlo. No voy a matar a ningún niño más por tentador que sea su cuerpiño: a ningún niño. Matar es un disgusto.
¡Matar, matar, matar es un digusto!
1) No se puede responder.
Papá, papaz, papaí, paisá, paisagrí. Paz y tardanza. 0) No se puede responder. Pero ya dije que no mataré nunca más a nadie. Chorreante de lágrimas cuando recibí el telegrama lloré como un. Un loco. Tíó Bewrkzogues ha muerto. Lloré. En el estilo más chileno. La muerte la tiene con otros. Yo corazón planchado en oro y guasca trenzada. El ex yo paradito y disimulado. Pero no: no mataré nunca más. Abrieron el celular a la mañana. Abrieron otro celular. Del segundo abierto bajaron las mujeres. La moda era de cadenas arrolladas a la cintura. Bajaron del celular tintineando las cadenas, tin tin desde temprano. El primer abierto era de hombres. Bajaron. Y aquí estamos. Era eso. Allá él el que lo enfrente. Si éste es Pepe, perfecto: éste es Ramón. Cosa cosa, evidente. Dos y uno para el descarte. Mujeres con conchas. A una fila. Otra fila hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .un vigilante hijogris. Cree que así debe ajustarme las esposas. Me lastima las muñecas inú
tilmente. Con un poco nomás basta. La cárcel tiene sus ventajas. Es preferible la cárcel estable a andar rondando de comisaría en comisaría. La ciudad no es cruel. Sólo un imbécil puede quejarse de una ciudad organizada. Todo está perfecto. Quiero estar solo en la casita blanca. Que no me dejen a nadie para no caer en la tentación. O sí, a muchos. Aunque no hay muchos. Ni uno.
Oh madre, el casamiento debió resolverse en el simple civil, seguido de un almuerzo entre los íntimos. Pero tú te obstinaste en las modas que tú llamabas modas napoleónicas. Te quitaste la sandalia de oro y adelantaste tu piecito para que yo lo besara, temblando. Tú te obstinaste. Sonreías en lo alto y yo crujía en lo bajo, luchando con la incomodidad de mi ropa de gala, el maldito espadín, la congestión de todos mis rasgos. Me puse a fumar, hice humo, y tú diste la orden de enganchar los caballos, a la moda, ibas con los pezones al aire, con el tul rozando. Oh madre. ¿Por qué has hecho nupcias tan costosas si tu hijo no puede permanecer erguido frente a ti?
La cantina estaba llena. Me quedé frente al micrófono con la boca abierta, sin poder cantar ni entender. La cantina estaba llena. No se puede responder. Preguntándome en otras ocasiones qué hacer cuando no había. Nada que hacer. Quedarse en aquella cocina distante mirando por la ventana distante, mirando dos árboles en ojiva. Quedarse todos los instantes sin nada que hacer, no se puede responder, no se puede responder. Cada canto tiene sus grietas. Es el cantor el que se pierde, pero. No se puede responder. La cantina estaba llena. Tercera Parte, Capítulo XII. En El Fiord se lee, sorpresivamente: «Entonces apareció mi mujer». Entonces se lee. ) No se puede responder. Padre nuestro que estás en los cielos, esquizofrénico, yo por mí no hubiera matado, fue por los otros: yo era demasiado extrovertido. La portera pretendió prohibirme la entrada a mi propia casa, cosas que a mí me pasan. Luchamos junto al ascensor. No quería dejarme entrar a mi propia casa. Echado de mi casa, expulsado hasta la desolada esquina opuesta, pensé, llegué a pensarlo: si me echa no vuelvo nunca más a esta casa. Padre cerdo que estás en la mierda, tu lugar si allí te veo almibarado en grumos, yo por mí hubiera matado a los otros, no a mí mismo, quieto basta. Pero me retraje. Introvertido. Papá mimame los ojos No se puede responder o se puede responder se puede responder e puede responder puede responder uede responder ede responder de responder e responder responder esponder sponder ponder onder nder der er r
Novena Parte. Capítulo III. En la novela, el marqués de Sebregondi dijo: «¿Y Dios es éste, este pendejo que por haberse metido en el Liceo Militar va a salvarse de la colimba?» Dijo, y se sintió justificado en su homosexualidad –activa– y confirmado, conforme en su extrema, cada vez más extrema necesidad de droga. Paciencia, dijo. Culo y terror. Tenía un pene digital, falangíneo. Ortopédico, un aparato brilloso le servía de mano: se la habían cortado. Anduvo por ahí y anduvo por aquí. Bulineando y otras cosas. Se lo recibió primero en familia, hasta que apareció que era un guacho. Tanteó. Hizo su cuento. Lo apartaron. Conocía algunas cosas de cirugía y se metió en las bandas, operaba. Heridas de bala. Allá él, allá su muñón. Aquí. Matar es un disgusto.
Y dificultades en la defecación y en la eyaculación, una pasta verde. Y yo no hablaría así de política. E1 tío Bewrkzogues se baja los pantalones. Es un día de mayo en la caliente Europa. La hierba crece. El tío Bewrkzogues yace. Dar siempre en la tecla como le corresponde a todo europeo: para algo inventaron la tecla. La hierba crece: otra vez. El tío Bewrkzogues se baja los pantalones y espera a los mocetones que vuelven de las eras. Cuando vengan nos perderemos la escena...
Gitano, gitano... ¡Gitanillo!


 
guy,25.07.2005
Ahá, no encuentro una forma que me seduzca en este mi segundo vistazo al mundo del Osvaldo. Aquí veo la relación víctima y victimario, lo asqueroso está de adorno para hacernos vomitar pero el mensaje no se cree, perdón, no me lo creo. Digamos cuestiones épicas, la víctima, el enemigo, la muerte, la violencia. Para mí le falta un poco de gracia y mensaje. En este mundo actual la gracia estaría, a mi gusto, en poner a todos en la misma bolsa, a la manera del terrorismo: no hay inocentes... Y dar peso válido a la muerte, porque como dijera en un foro nuestro compañero gatoazul, se toma a la muerte muy a la ligera, resulta cansadora y repetida, la muerte. Verbigracia Hollywood, que nos mata a cincuenta en una película y ya nos aburre... ¿Y adónde está el señor Osvaldo? ¿Era él el niño proletario o era Gustavo el del alambre? ¿importa eso? ¿hablamos entonces del escritor o del esquizofrénico? ¿Y si hablamos de nosotros? Me resulta interesante como ciertas tardes de invierno en las que sólo la lluvia hace que mire por la ventana, carajo, ya a nadie impresiona que se maten, ya nadie usa cuchillo, y un decapitado llega más lejos que un vivo, por internet y en colores; pero los vivos enseguidita se olvidan de él.
«¿Y Dios es éste, este pendejo que por haberse metido en el Liceo Militar va a salvarse de la colimba?» ésa es muy buena...
 
Khaliq,26.07.2005
Me parece un escritor excepcional, lo descubrí a través del siempre sorprendente César Aira, su albacea literario. Lamborghini debería ocupar un lugar preferente en la literatura latinoamericana.
 
Quilapan,27.07.2005
No lo conocía, así que agradezco a Pablo_Rumel que lo mencionó y a juanromero por haber subido 'El niño proletario'. Pienso que es un reflejo social donde la violencia es un arte grotesco, y con situaciones escogidas; no se trata de relatar un ultraje y asesinato y no es éste el caso, se cacha una intención, un andamiaje por el que circulan esos tres hijitos de puta que se ensañan con el niño proletario. Me recuerda un texto de Sabato, 'La muerte en el barro', más enfocada en en la realidad política y no tan grotesco como lo de Lamborghini, que creo que armoniza bien con recursos arbitrarios y efectivos en cómo cuenta la historia.
 
esteban_faulkner,31.07.2005
Y quién es ese tanito?
 
esteban_faulkner,31.07.2005
- Lamborghini es un excelente escritor...
- Lamborghini sabe apropiarse de los moldes y esquemas literarios, para resquebrajarlos y contar mil historias...
- Lamborghini no es apto para señoritas.
- A mi el Lamborghini me suda los pies...
- Me parece un puto infeliz que quiere que los demás se hundan en la mierda como el lo hizo...
- El loco Osvaldo tiene para rato...
- Este es un buen foro, porque forro no uso...


Ya me formé una idea de quien es.
 
esteban_faulkner,31.07.2005
(disculpen, pero esta noche ando ocioso...)
 
guy,02.08.2005
¡Ca-ra-jo…! Acabo de leer “El fiord”, en verdad me impresionó, por fin, este hijo de puta. Pocas veces he apreciado el poder de la metáfora (no me gustan, las metáforas) y entonces no me queda otra que celebrar este foro. Léanló (me estoy contagiando del hijo de puta)... Por las dudas:

http://www.litera...
 
juanromero,02.08.2005
Lamentablemente "el fiord", su primer libro editado, puede resultar incomprensible para los argentinos que no hayan vivido la década del sesenta, con sus impenetrables contradicciones políticas y más aún para los extranjeros, que jamás podrían entender la prepotencia porteña de los, para ellos, indescifrables juegos de palabras y referencias explícitas a cuestionadas personalidades de la época. Desde mi punto de vista, es uno de sus mejores textos.
 
niniaproletaria,01.12.2005
Lamborghini me parece uno de los mejores escritores que leí. Lejos.
Eso que soy una señorita. (dejaré de serlo?)
 
rnahimla,01.12.2005
El primer cuento, me impactó, está bien escrito, te deja los ojos pegados a las letras, mientras lees una conclusión de hechos que no puedes creer. Uno tras otro.No me lo podré quitar de la cabeza y creo que lo recordaré cuando menos lo espere. Es violento y es explícitamente violento, pero hay una cierta ternura en la víctima que me da que está ahí para que todos los demás pensemos "hijo de puta"
El segundo no me gustó. No me transmitió nada.
 



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