TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Crítica / SuperReto 1000palabras II - [F:5:10577]


ninive,05.08.2008
Para los que deseen escribir "más largo" propongo este Super/Reto. No seremos inflexibles con las mil palabras, se permiten pequeños desbordes.

Esta sección se convertirá en reto con votación si los textos participantes llegan a ser 7

El tema de esta propuesta lo haré saber en breve

Los trabajos se envían en PRIVADO a gmmagdalena

Se aceptan sugerencias de temas en mi libro de visitas (NINIVE)

 
ninive,05.08.2008
El tema del superReto es siempre libre lo único que se pide es un fondo especial

El fondo esta vez será MAR y NOCHE
El texto comienza el 5 de agosto y finaliza el 28 de agosto. Votación 29, 30, 31 de agosto

Los textos se envían al nick INCIPIT en Privado
Participarán en la votación sólo los participantes al reto. Los votos a disposición son 3 al considerado mejor y 1 al que sigue en preferencia.

SUERTE
 
incipit,07.08.2008
Pedra

- ¡¡Te arrepentirás!! – la voz de Ámbar resonó en mis oídos mientras el portazo daba punto final a sus palabras, sus gritos y su llanto. Me acerqué a la ventana y la vi correr por la playa iluminada por una luna generosa. Las imágenes se me antojaron parte de una mala película romántica de los años cincuenta.

Era una noche perfecta, quizás la mejor de todas desde que había llegado a instalarme en la vieja cabaña de mi tío Andrés. Casi un rancho que había restaurado con la ayuda de Pedra, la muchacha lugareña que se presentó sorpresivamente apenas arribado.

- ¿Usted es el sobrino del doctor? – sin preámbulos ni saludos, más que una pregunta era una aseveración.
- Sí, lo soy – respondí sorprendido .
- Mañana vendré a limpiar – así, sin saber si yo aceptaría o cuanto le pagaría.
- Mirá muchacha, no estoy precisamente en condiciones de pagar una ayudante en este momento.
- Yo no dije que usted me pagara. Mañana vendré. Mi nombre es Pedra.

Sin esperar respuesta se fue , mientras hacia un gesto de saludo con la mano. Me sonreí pensando que quizás al saber que no podía pagarle ya no volvería, seguramente así sería.

Esa noche dormí mal, el viento marino sacudía la madera de las persianas hasta el punto de pensar que las descolgaría, el temor a las arañas de las dunas (famosas por esa zona) me mantuvo sobresaltado, aunque había tomado la precaución de revisar milímetro a milímetro el derruido colchón. De más está decir que me acosté vestido y con un zapato a mano por las dudas que alguna de esas sabandijas hiciera su aparición.

A la mañana me despertó un sol inclemente ingresando por la ventana directo a mis ojos, quise darme vuelta y seguir durmiendo pero percibí que no estaba solo. De un salto me senté en la cama, ya el olor a café inundaba el ambiente. Pedra estaba de espaldas ajetreada en la pequeña cocinilla y sobre la mesa un mantel de hule reluciente me indicó que mi deuda con ella sería más que por ayudarme a limpiar.

- Buen día señor, el café ya está listo, debería levantarse e higienizarse mientras se lo sirvo. Traje un martillo y unos clavos para que, mientras yo limpie usted arregle algunas maderas sueltas en el techo. Atrás hay una escalera – después de esa sorprendente diatriba continuó con su tarea y otro aroma se sumó al anterior, el del pan tostado.

En realidad tenía apetito y me levanté sin evaluar si me había caído bien o mal la irrupción de Pedra, fui al pequeño baño, hice mis abluciones y luego tomé el desayuno hasta acabar con las tostadas y el dulce casero que milagrosamente también apareció sobre la mesa.

Pasé la mañana trabajando sobre el techo y cuando bajé, sobre la cocina, a fuego lento, se estaba guisando una enorme merluza. Pedra había desaparecido.

Así transcurrieron varios días, intercambiábamos pocas palabras, pero ya me estaba organizando más, había aprendido a levantarme antes de su llegada y hecho unas compras en el almacén del poblado. No quería que ella gastara en mí y sólo aceptaba el pescado fresco que traía todos los días y que, según dijo, su padre me enviaba de regalo de su pesca diaria.

Pronto, entre mi trabajo de reparación y su ayuda, la cabaña fue cambiando su aspecto. Pedra trajo una gran lata de pintura blanca y pinceles que puso frente a mis narices para estar segura de que la veía. La miré serio, pero comencé a pintar.

Al finalizar ya podía decir que tenía un hogar, fue entonces cuando Pedra me avisó que a partir de ese momento vendría sólo dos veces en la semana a ayudarme; ella debía seguir con su trabajo en el hospital. Así supe que era enfermera y que trabajaba como voluntaria en el nosocomio dónde trabajó mi tío hasta su muerte.

Debo confesar que a pesar de sus silencios y de que nunca me dijo porqué me ayudaba, comencé a extrañar su cálida presencia los días en que no aparecía, ¿cálida? Sí, debía reconocer que era una persona cálida y además la única que se había preocupado por mí en mucho tiempo. Comencé a esperarla con ansiedad y me sentía acompañado de sólo escuchar su trajín en la cabaña. Una mañana volvió a sorprenderme.

- ¿usted no piensa hacer nada? ¿piensa seguir viviendo como un ermitaño?
- Sí, eso es lo que pienso – contesté malhumorado por lo que consideré una invasión a mi privacidad.
- Debería darle vergüenza – objetó muy seria, haciendo un mohín que realzaba aún más su belleza ¿belleza? Recién en ese instante me percaté de que era bella, de una manera atípica, heredada quizás de sus antepasados indígenas, cuyos rasgos aún conservaba.
- Su tío estaría molesto si supiera que un doctor como usted está todo el día mirando el mar y las gaviotas cuando hay tanta gente que lo necesita. ¿sabía que desde que su tío falleció ningún médico quiso venir a instalarse en la aldea?.
- Piénselo – concluyó muy seria.

Ahora comprendía el porqué de su ayuda, ella sabía de mi condición de médico, seguramente la desesperación por conseguir un profesional para el hospital la había motivado a acercarse. Sentí una cierta decepción. Aunque pensándolo bien ¿qué otra razón hubiese tenido? Esa noche la pasé fumando mi pipa y mirando el mar; todo lo que hasta hacía poco tiempo atrás era lo más importante en mi vida, había dejado de tener importancia.

El engaño de Ámbar, el fraude pergeñado con mi socio en mi contra, mi desprestigio como cirujano, los titulares de los diarios, mis presentaciones a la justicia hasta lograr recuperar mi buen nombre, pero no mi clientela. Mi huída. Nada importaba ya.

Comencé a concurrir al hospital. Cuando ingresé por primera vez la mirada agradecida de Pedra me reconfortó. Luego el olor a antisépticos, tan característico; la esperanza reflejada en el rostro de los que fui atendiendo hasta altas horas de la noche, la cordialidad de todos, terminaron por convencerme. Era una realidad que necesitaban mi ayuda y me sentí dispuesto a brindarla.

Cuando Ámbar llegó “a rescatarme del dolor y la soledad”, según sus propias palabras, no encontró al hombre que había engañado y destruido. Supuse que mi socio ya se la había sacudido de arriba como a un bicho molesto. Venía en busca de mis restos y se encontró con un hombre renovado. Había recuperado la dignidad.

Al comprobar que ni sus llantos ni sus ruegos hacían mella en mí decisión de no aceptar sus torpes explicaciones, comenzó con los insultos, mostrando su verdadero rostro. Lo cual terminó de disipar cualquier duda que en mi mente hubiese quedado respecto a ella. Era una mala hembra.

Al verla correr por la arena rumbo al auto que la esperaba tras las dunas, sentí un alivio indescriptible. Sonriendo continué observando la maravillosa noche, el mar cuyas olas se extendían espumosas y blancas sobre la arena y en mi mente liberada se dibujó el cálido rostro de Pedra.
 
domingo_azul,08.08.2008
ups! q bueno esta esto, si lo anterior es una muestra, este en realidad es un SuperReto extremo. Saludos.
 
hippie80,08.08.2008

Carambas !! esto si es largo...
 
incipit,08.08.2008
El guardían del faro

Cuando acepté el trabajo en el Faro de Punta Sirenas pensé que era la ocasión ideal para preparar mis últimos exámenes porque la llegada de mi hermana con sus tres adorables vikingos, me impedía toda concentración. Tuve que resignarme a estudiar en la biblioteca de la universidad, donde encontré a Alfredo a quien no había visto desde el Liceo.
Fuimos a tomar un café. Él estaba preocupado, se acababa de comprometer y no quería estar alejado de su pareja durante el verano.
- ¿Qué te lo impide?
-Un trabajo que tomo todas las vacaciones.
-¿De qué se trata?
-¿De qué se trata, qué?
-El trabajo...
-Reemplazo al guardián del faro de Punta Sirenas durante dos meses.
-¿Y...?
-Y esta vez no puedo dejar sola a Rita.
-¿Celoso?
-No, responsable. Está embarazada, lo supe hace poco. Tengo que encontrar a alguien que me reemplace.
2

Llegué al faro y el prefecto marítimo me dio las instrucciones. Dijo que el guardián estaba enfermo y que durante mi permanencia buscarían a otra persona para el cargo. Alfredo, que estudiaba pricología, me había comentado que el hombre presentaba los síntomas de una alienación llamada "síndrome del faro".
El encuentro con Alfredo parecía haber sido programado para que yo solucionara mi problema y él el suyo. No sólo encontraría el tiempo para estudiar y escuchar música, sino que podría terminar de escribir mi novela.
Pagaban bien, si se tomaba en cuenta que me ofrecían alojamiento y comida gratis.
3
Después de los primeros días en los tuve que acostumbrarme a un nuevo ritmo biológico (dormir de día y trabajar de noche) me ambienté sin problemas.
El trabajo era mínimo. Las comunicaciones con los barcos son casi inexistentes. Hoy todos poseen equipos que les permiten orientarse y acercarse a la costa sin las referencias del faro. Las embarcaciones pequeñas y las barcas de pescadores son las que se guían por las luces. Mi trabajo era estar atento a esas pequeñas embarcaciones y mantenerme en contacto con la gendarmería marítima para comunicar el movimiento o pedir auxilio en caso de necesidad. Ninguno de esos casos se presentó en los dos primeros meses.
Se acercaba el momento de volver a casa y me di cuenta de haber desaprovechado el tiempo. Había estudiaba poco y sin ganas, mantenía innumerables contactos por internet., jugaba al ajedrez y sobretodo escribía mi novela con pasión. Antes, en la ciudad la prioridad iba al estudio. Hice examen de conciencia y comprendí que la carrera que había elegido no me gustaba..
Estaba en plena crisis cuando me llamaron de la capitanería del puerto para ofrecerme el trabajo en forma estable.
Sentí que una vez más el destino decidía por mí y acepté sin reflexionar.
Los sábados por la noche los tenía libres y trabé algunas amistades en el pueblo. En mi noche libre se ocupaba del faro un muchacho de mi edad que creo que lo que más le atraía del trabajo era la posibilidad de pasar la noche con su chica. Los reemplazantes que le sucedieron, hacían casi todos lo mismo. Muchas veces encontré huellas de mujer. Señales de rouge en los vasos, hebillas para el cabello en el diván...un perfume que flotaba en el ambiente...
Yo recobré la serenidad.; no me sentía culpable por haber interrumpido mi carrera, al contrario.; me deleitaba con el rumor del ulular del viento y el choque de las olas contra los acantilados. Cuando el mar estaba en calma el silencio era absoluto. Escuchaba música, escribía frenéticamente y sentía aumentar mi creatividad.
Pasaron los años. Terminé mi novela y ya empezaba a esbozar la trama de otra. Mandé mi escrito a una editorial y después de un tiempo dejé de esperar la respuesta.

5
Hace ya más de veinte años que trabajo en el faro.
Me hace reír esa palabra, me pagan para distrutar de una vida que nunca imaginé que podría permitirme. Vivo como un anacoreta, medito mucho, hasta creo que pienso menos. Estoy cada día más cerca del Nirvana; el vacío de la mente.
Me nutro de música, de lecturas, de silencio y del mar, que es el marco de mi vida. Soy feliz, no necesito emborracharme para sentir un continuo y creciente estado de embriaguez.
Cada noche es una nueva aventura para mí.

Ayer, estaba escribiendo cuando escuché rumor de pasos. ¿Sería la sirena? Parecía que quien subía tomaba largas pausas entre escalón y escalón. Luego vi aparecer a una desconocida en el pequeño vano de la entrada. A veces recibía alguna visita del pueblo, pero a esta mujer nunca la había visto. Su respiración era agitada. Lo primero que hizo fue pedirme agua. Se la di de inmediato. Sentada en el sofá bebió con avidez. Se recostó sin decir palabra.
Parecía exhausta, sus ropas de extraños colores estaban laceradas y sucias de barro, los cabellos eran un alboroto rojizo en el que asomaban cintas y peinetas. Viendo los pendientes rojos que colgaban de sus lóbulos, pensé que debía ser una gitana de la caravana que había acampado cerca del pueblo. Cuando la primera impresión se debilitó, comencé a sospechar que la había visto en otra oportunidad, pero no recordaba cuándo.
La dejé descansar, pero al rato empezó a agitarse nuevamente y de pronto, vomitó un líquido verde.
Asustado llamé a la prefectura marítima. La mujer , parecía estar poseída de una fuerza renovada, se levantó, me tomó con firmeza de los brazos y caímos juntos en el sofá. Las náuseas del olor que despedía me hicieron vomitar también a mí. La vinieron a buscar y me obligaron a acompañarla al hospital.
5

Aquí, en el hospital, me repiten que no había ninguna mujer en la ambulancia y que yo debo permanecer en observación porque ya tuve otra vez una alucinación.¿Alucinación? Pero si tengo uno de sus aros en mi mano...protestaba.
Dijeron que no es la primera vez que llego al hospital en gran estado de agitación que hablo de sirenas y gitanas inexistentes. Vendrá a visitarme un psicólogo.
Me dieron calmantes y por un momento surgió claro el recuerdo de esa conversación sostenida con Alfredo, hace más de veinte años, cuando aludió al" síndrome del faro", causado por el silencio y la prolongada soledad.

 
incipit,10.08.2008
Los estilógrafos.

El profesor pasaba lista y yo aprendí que te llamabas Sophie y tenías una voz como la cuerda de un violín. Me gustaba contemplarte, Sophie, te descubrí una noche, acurrucada y pensativa, sobre la fina arena de la playa. Tu perfil suave y curvilíneo despertó en mí instintos atávicos, y me atrajo como si fueras un imán. Sophie, si tú supieras... significabas la clase de geografía de los viernes en el instituto de la UNED. Aquella tarde de junio, sentada tan sólo a unos metros de mí, la blusa entreabierta y los senos como queriendo salir a evaluar aquel espacio bendito y ardiente. Eras tan joven y a la vez tan cruel y audaz, buena o maldita por ser bella, y no, no tenías la culpa, pero hacías sufrir a mi organismo necesitado de un orgasmo, o de una mujer como tú; sudaba sólo de contemplarte. Porque en mi vida no existían más Sophies. Y aquel profesor, era divino, condenadamente bueno. Explicaba las oscilaciones sísmicas, las fallas, los panes de azúcar: como nuestro Cerro del Corcovado allí mismo, en Río, desde el cual se divisa la belleza del mar e Ipanema. Entonces tú te volvías y con timidez retirabas la mecha de cabello castaño que cubría tu ojo izquierdo, oscuro como una noche sin brillantes, y el derecho verde, como una esmeralda a medio tallar, pasabas la lengua sobre el labio superior, sin pintar, rasguñabas el lunar de tu hombro y despacio, con delicada suavidad, ponías una mano que acariciaba mi brazo y yo, rompía a sudar, y me pedías un bolígrafo, y siempre era lo mismo. Ni siquiera tenías con qué escribir tu nombre y grabar la excelencia de tu ser. No importaba en absoluto, Sophie, pues tras el primer día, yo estaba pendiente y te daba a elegir entre cuatro estilógrafos Rotring de diferentes tonos y espesores, tú escogías el negro del 0,8 “escribe finito y “belho” me decías, satisfecha. Luego, tras dos horas de ensueño, dos horas sin dejar de observar de reojo tu perfil, oler tu aroma a lavanda, disfrutar la belleza de tus movimientos, la delicadeza de tus contracciones cuando estornudabas, la clase finalizaba; tu esfinge se alzaba de la silla y se ponía en movimiento y yo no podía dejar de mirar sufrir y mirar...

Regresaba a mi piso en la “favela Barrio”, y sin ti todo era soledad, tedio, amargura. Los recuerdos de las demás en lugar de resplandecer sobre ti y oscurecerte quedaban demasiado lejos en mi vida y en el tiempo para servir de consuelo; estaban fríos, amortajados. Ni siquiera Gladis, la prostituta, me lograba consolar. Su trasero redondo y excesivo me recordaba a una esfera de aglutinante. Lo hacía con ella como un semental, cumpliendo la faena de cubrir a la hembra de turno. No hallaba el mínimo placer en mis orgasmos. Deseaba pasar el tiempo que no estaba a tu lado dormido y al menos, disfrutar la oportunidad de soñarte, pero si lograba que entraras en mi círculo, estabas lejos, siempre lejos de acercarte, y permanecías muda, perdida e indiferente, encerrada tras la oscuridad azabache de tu ojo, buceando en tu mar particular. En fin, como en la realidad, o peor, luego ¿de qué me servía soñarte?

Una semana tras otra te buscaba por la playa, con el rumor tranquilo del mar, caminando en la oscuridad de esas noches envolventes en las que te agradaba ser tú; y de vuelta a un nuevo viernes y a la vida. Otras dos horas de respiro, alivio y suspiros...

Hasta que de pronto, un día, el último día del curso, no podía creerlo ¡tú no estabas! ¿Dónde estabas? La clase iba a comenzar y yo no podía empezar sin ti. El profesor entró se hizo el silencio y entonces alcé la mano o ella lo hizo por sí misma.
- ¿Sí? Demetrio dime.
- Sólo es por interesarme
- Ya.
- ¿Dónde está la compañera Sophie?
- Ah sí, Demetrio. Es cierto, no ha venido ¿verdad? Bueno, parece ser que se le han presentado inconvenientes y no podrá asistir a clase.
- ¡No! Pero... ¿Cómo? ¿Qué inconvenientes?
- No lo sé. Pero creo, temas laborales. ¿Ocurre algo, Demetrio?
Bajé la vista, me retorcí las manos, y dije.
- No. Es solo que a ella le interesaban los...
- Sí, Demetrio ¿qué le interesaba?
- Los estilógrafos… susurré.
- ¿Qué?
- Oh, disculpe. Su clase. Su clase es excelente, decía ella.
- Gracias. ¿Algo más, Demetrio?
- No...
Estaba desolado ¡una clase sin ti! De repente la puerta se abrió y ¡allí estabas tú!
La clase de geografía, mi última clase contigo, Sophie, fue una fantasía de ensueño. Cuando finalizó estaba tan alterado y confuso, que me sentí incapaz de incorporarme de una silla a la que permanecí como anclado.
Sucedió en un instante, tu cuerpo se alzó y comenzó a moverse de forma fluida, casi etérea, tus maravillosas nalgas se pusieron en movimiento y yo no pude dejar de mirar y sufrir, mirar, mirar y MIRAR...
Te aceché de lejos, llegaste a una parada, ibas a subir al autobús. Corrí abriéndome paso entre la multitud, tratando de no perderte de vista – se trataba de un ahora o nunca – y te alcancé; el autobús llegaba en ese instante. Te diste la vuelta y me descubriste con sorpresa. Entonces, por primera vez, me hablaste una frase acabada.
- Hola. Veo que vas en el mismo transporte. ¿Hacia dónde te diriges?
Me fijé un instante en el itinerario del autobús y lo supe; tal vez vivieras en “Gavea” un barrio rico de la ciudad. Coincidir sólo había sido un simple avatar de la vida.
Sin hablar, las palabras no querían brotar de mi garganta, negué. Rebusqué en mi cartera, saqué las cuatro estilográficas y temblequeando, balbucí.
- Para ti...
Negaste con la cabeza. Me mirabas con desconcierto y fascinación, cuando el cautivado era yo. Asentí, sonriendo.
Las tomaste, subiste al autobús, las puertas se cerraron ante mí, y quedé para siempre en suspenso. En cambio tú te diluiste en una ciudad complicada sí, demasiado enmarañada para mí. Como un mar; tu mar. Ese océano sumido para siempre en eterna oscuridad y en el que nunca acerté a bracear...

 
incipit,11.08.2008
MI ABUELA Y LOS GATOS

Lamento no haberle dado importancia a mi abuela cuando me hablaba de sus miedos. Durante años la escuché contar esa historia de su niñez, de la que fue protagonista principal. Había ahogado a la cría de su gata. Esa noche, su padre, mi bisabuelo, falleció de un infarto, según mi abuela fue una maldición del felino.

La casa de la abuela y la nuestra estaban separadas por pocos metros, mis hermanos y yo disfrutábamos esa cercanía.
Vivíamos en una zona costera, rodeados de mar y de un bosque de pinos, la abuela era nuestra compañera y amiga. Nos aconsejaba no pasear por las noches entre los pinares, ya que existían gatos malignos que acostumbran a dormir en el hueco de los troncos, y solían atacar a los paseantes. Esas fueron sus primeras enseñanzas, para cuidarnos de esos sagaces animales.

Aquella gata de su infancia –me contaba- siempre andaba cerca vigilándola.
-Abuela una gata no puede vivir setenta años –le decía.
-Los gatos “eternos” si lo hacen –respondía.
Yo le explicaba que era imposible, ella alegaba, que esa gata era diferente. Pertenecía a una cofradía del demonio. Nunca le creí, a pesar que mi abuela era un ser sensato e inteligente.
Recuerdo que su temor era casi ridículo, solía cambiar de calle, si veía un gato negro. No lo hacía por superstición, era por prevención.
Una tarde en que yo la acompañaba, se nos presentó una enorme gata, mi abuela se detuvo, la miró con miedo, la vi ponerse pálida. El animal, lentamente se dirigió hacía ella, de pronto cambio su actitud, se paró en las patas traseras y con las delanteras arañó el aire. Era un gesto de desafío, me sorprendió, escuché su maullido de furia y luego se alejo tranquilamente.
Esa noche la abuela tropezó y se fracturó un brazo. Decía que fue culpa de ese encuentro. Yo no la tomaba en serio, pensaba que era un delirio de sus años.
Por más que las situaciones extrañas sucedían, todos pensábamos que eran casualidades. Creo que no le prestábamos atención a sus comentarios, era más fácil decir:
-La abuela está chocheando -que sentarnos a conversar de sus miedos.

Una noche mientras caminábamos por la orilla del mar, le pregunté:
-Abuela, dónde escuchaste que existen felinos eternos. Es algo difícil de creer.
-Querida, yo sé que no me crees, pero algún día comprenderás que lo que te digo, es verdad –mientras hablábamos jugaba con la espuma que las olas dejaban en sus pies.
-No le encuentro lógica –dije- todos los seres vivos deben morir.
-No existe la lógica con ellos, vienen de una época lejana, los egipcios los consideraban sagrados, en especial a los de color negro. Hasta una diosa gata existió en Egipto, se llamaba Bastet.
-¿Abuela, cómo sabes tanto?
-El miedo de todos estos años me hizo estudiar y profundizar su vida y costumbres. En la edad media, comenzaron a comprender que no eran todos iguales, estaban los buenos y los que servían a Satán.
-Pero, tu gata ¿Por qué te odiaba tanto, por ahogar a su cría?
-Sí, su dolor la hizo resentirse conmigo. Sé que tarde o temprano, se va a cobrar lo que le hice.
-¿Y eso cómo lo sabes?
-Porque los conozco. Son rencorosos y mi gata pertenece a esa cofradía de los inmortales.
El viento frío que llegaba del mar o sus palabras me hicieron estremecer.
Ella comprendía que yo me negaba a su creerle, pero no se enojaba, me decía que ya llegaría el momento en que comprendería.
Esa noche casi no dormí, el aullido de los gatos callejeros y las palabras de mi abuela se unieron para dejarme en vela.

Por la mañana mi abuela amaneció muerta. Me ha dejado una gran culpa saber que pude ser más compañera y confidente con sus angustias. Tal vez no hubiera sucedido un final tan trágico.
La mujer que hacía la limpieza la encontró, sin vida, llena de sangre, con arañazos por todo el cuerpo y con un gesto de espanto que nos dejo a todos muy mal. Comprendimos que ella nunca había mentido y sus miedos tenían fundamento.


 
incipit,20.08.2008
Sueños y voces


Había salido a pasear por la costanera, quise bajar a la playa. En los últimos años habían colocado en los acantilados escaleras angostas para poder bajar.
Descendía por una de ellas, cuando observé que el último escalón quedaba en el aire. La bajante se había llevado la arena. Salté. Era una tarde estupenda, sólo el viento por momentos se hacía sentir. De pronto, tropecé y caí. Era un hueso, removí y me encontré ante los restos de un cuerpo. Confundida, no sabía que hacer, pronto, el agua y la arena lo cubrirían.
Llamé a la brigada, en menos de una hora, la playa estaba llena de uniformados, médicos y curiosos.

Pasado unos días me citaron. Allí me enteré que el cuerpo pertenecía a una joven, un caso que nunca se había cerrado.
La chica llamada Patricia, fue a un cumpleaños con su novio, en un momento discutieron y él se fue. Ella siguió divirtiéndose, a la madrugada pidió un remis, allí se pierden los datos. Se la dio por muerta, pero nunca encontraron el cuerpo, hasta que me cruce con el.
Comencé a tener pesadillas. Veía a una joven alta de largos cabellos corriendo por la playa, luego sangre, que caía en mis manos, mi ropa y despertaba gritando.
Mi terapeuta, me dijo que era resultado de la experiencia vivida, que con el tiempo iba a pasar.
Me enteré que habían detenido al novio de la joven, los padres de la chica lo habían acusado, él negaba todo.
Pedí ver fotos de la muchacha y mi asombró no tuvo limites al ver que era la misma persona de mis sueños, en ellos estaba alterada, y no lograba escuchar su voz. Extendía sus brazos hacía mí, con las palmas abiertas, diciendo que no. No ¿qué?
Tome fuerzas y fui a hablar con el detective Sandoval, le conté mis sueños, me miró con sorna.
¿Qué le dice? –preguntó.
-No lo sé. No la entiendo.
-Regrese a su casa y cuándo la comprenda me vuelve a visitar.
Se burló. Era lógico, en su lugar tampoco creería a una loca que sueña con una muerta.
Pasados unos días me vino a visitar, se disculpó y me pidió que lo acompañara a ver a los padres de la chica.

Sandoval transmitió a los padres las dudas que tenían con el novio, no parecía ser el asesino.
-¿Y quién sino es él? –Dijo el padre- fue el último que estuvo con ella.
-Es que se fue de la fiesta mucho antes que su hija, las pruebas no son fuertes. Sus abogados lo van a sacar pronto -. Me presentó, dijo a los padres quién era y mi necesidad de hacerles preguntas.
-Me están pasando cosas extrañas –dije con temor- sueño con su hija, me dice que no. extiende los brazos y moviendo la manos dice; no, no.-repetí el gesto- No la comprendo.
Los padres se miraron, el padre se puso de pie y dijo muy serio:
-Esa forma de mover los brazos era natural en mi hija cuando rechazaba algo. Espero que no se esté burlando de nosotros.
-No señor, no he buscado está situación, nunca me ha sucedido algo así.
El detective Sandoval intervino:
-Si estamos aquí es porque necesitamos ayuda para interpretar lo que nos quiere decir.
-Lo siento –respondió secamente el padre- no creo en mensajes del más a allá.
Nos pusimos de pie, Sandoval pidió disculpas.
-No era mi intención molestarlo, mejor nos retiramos.
El padre de Patricia nos acompaño.
Nos despedimos, al subir al coche me dijo el detective:
-Seguimos unas cuadras más y visitamos a una amiga de Patricia. Acompáñeme -. Acepté.
La chica estaba asombrada que después de tantos años apareciera el cuerpo. Nos dijo:
-Siempre creí que Pato, se había ido del país con algún amigo. Era una chica soñadora, no merecía ese final.
-¿Qué sucedió esa noche? Cuénteme detalles, no omita nada, aunque parezca un detalle tonto.
“Pato llegó con su novio, comenzaron a discutir. Ella se alejó y se sentó en la mesa de unas amigas. La invitó a bailar uno de los chicos y accedió. El novio estaba furioso. Se notaba que ella coqueteaba con su acompañante, el novio se fue afuera a fumar. Cuando entró ella seguía bailando con el muchacho.”
-¿Quién era, lo recuerda? –preguntó Sandoval.
-Si, era Jorge, es jardinero..
-Continúe –pidió el detective.
“El novio le dijo que se iba, que lo acompañara ella se negó, él se fue solo. Pato siguió divirtiéndose como si nada le importara. Eran cerca de las cuatro de la mañana cuando me pidió el celular y llamó un remis.
La vi salir, en la puerta esperaba un coche azul, no entiendo de modelos ni marcas, así que no tengo más datos. Lo que si recuerdo llamó a al remisería de García.”
-¿El joven con el que bailo, se quedó en la fiesta?
-No se, no lo vi más.
Me puede dar la dirección del muchacho.
Antes de ir a la casa del joven, pasamos por la remisería de García.

En la casa de Jorge nos atendió la madre, nos dijo que el muchacho descansaba. El detective insistió en hablar con él. Ella se negaba, al fin ante la credencial del oficial, accedió. Pasamos.
Esperamos en un pequeño saloncito. El joven nos miró con cierta desconfianza y preguntó:
-¿Por qué quieren hablar conmigo?
-Es sólo rutina, se ha reabierto el caso de Patricia Sanders y como fuiste uno de los últimos en estar con ella, queremos hacerte unas preguntas.
Yo miraba y escuchaba, con qué tranquilidad Sandoval manejaba el nerviosismo del joven.
-¿Cómo fue tu trato con Patricia en esa noche?
Relato lo mismo que anteriormente había expresado la amiga de Patricia.
-¿Te fuiste con ella? –preguntó Sandoval.
-No ella se fue antes –se notaba que estaba muy nervioso, se secaba la frente continuamente.
-¿En que coche se fue?
-No lo se.
-El remísero nos dio otra versión. Hace memoria…-Sandoval preguntaba lento y lo miraba fijo, él joven estaba confundido.
-¿Y? ¿Qué pasó esa noche?
Jorge se puso de pie, daba vueltas, se pasaba la mano por el pelo. Se sentó nuevamente, gotas de transpiración rodaban por su cara.
-Fue un accidente –dijo de pronto- ella se iba, cuando vio que subía a mi coche, despidió al remísero y nos fuimos juntos. Estábamos alegres, habíamos tomado demasiado. Se le ocurrió bajar en la costanera y caminar por el borde del acantilado, las piedras estaban resbaladizas por la bruma del mar, en un momento…patinó y cayó a la playa. Bajé como pude, cuando llegué estaba muerta. Se había roto el cuello. Me volví loco, no sabía que hacer, pensé en irme y dejarla. Imaginé que alguien nos podía haber visto salir juntos, fui hasta mi coche, saqué la pala, volví a bajar y cavé lo más hondo que pude -se largo a llorar- la cubrí y me fui.
Nos quedamos en silencio, yo tenía un nudo en la garganta, el relato me había conmovido y creo que a Sandoval también.
-¿Por qué no confiaste en la policía?
-¿Quién me iba a creer? Soy un pobre jardinero, ¿con qué pagaba un abogado?

Jorge fue detenido, el juez está estudiando el caso, tal vez le den pocos años o quedé libre no se sabe.
Patricia desapareció de mis sueños, mi vida retornó a una casi normalidad, ya que muchas noches me parece verla sobre los acantilados que rodean la playa.

 
incipit,22.08.2008
Experimento Filadelfia”

Dupré –mi socio- y yo llevábamos más de dos años acumulando información en nuestra computadora; temerosos de sufrir algún tipo de ataque cibernético, decidimos bajar el material a papel para tener un respaldo mayor, generando absoluto desorden en aquella pequeña oficina de París. Investigar la verdad del experimento Filadelfia no era sencillo, queríamos ahondar más allá del conocimiento medio; tal experimento, financiado por el Pentágono, consistía en lograr, mediante manipulación de fuerzas electromagnéticas y gravedad, la invisibilidad a los radares enemigos de la flota norteamericana.
El barco elegido para la prueba piloto fue el Eldrigde; hasta el momento no habíamos encontrado testigos, nuestros datos aseguraban que el barco habría desparecido a la vista de todos, avistándose por minutos a 600 km del lugar.
Pero el testigo llegó... Un dudoso mail, fechado cuatro días después del 29 de febrero en el que estábamos, fue la pista. Dudamos en abrirlo, no parecía confiable, hasta los antivirus evitaban scannearlo. Finalmente, a pesar de la oposición de Dupré, lo abrí, y allí el misterio se expandió.

“... Soy Charles Allen, sobreviviente y denunciante del experimento Filadelfia. Todos estos años he huido de las trampas e intentos de asesinato provocados por el FBI, CIA y otro grupos. Sé sus preguntas, conozco sus caras sin haberlos escuchados ni visto (sí los vi, es complejo de explicar) En dos días nos veremos en el Petit Café, pero ese encuentro fallará. Nos encontraremos nuevamente el 5 de marzo en el Bar de la P. Llevaré un sobre donde estará transcripta toda la charla que mantendremos, en verdad, ya la mantuvimos”.
Tras mucho deliberar, decidimos ir a ese primer encuentro, aunque el absurdo mensaje dijera que sería frustrado. Llegamos puntuales. De pronto, un hombre alto, flaco, de traje gris, se acercó. Había en él un leve brillo verde en su contorno.
- Soy Allen – dijo, pero no hubo tiempo para más, una violenta explosión destrozó los vidrios del lugar, minutos después, gritos y sangre, todo era sirenas policiales, ambulancias, horror. Nuestro hombre desapareció como llegó.
- No fueron los árabes los de la explosión – con esa frase nos recibió dos días después en el Bar de la P.
Dupré y yo nos quedamos mirando sin dar crédito a lo que iba sucediendo. A cada pregunta nuestra, Allen sacaba de su sobre color madera, una hoja escrita con la misma interrogación.
- Quién es usted? - arremetió mi socio……
Nuestro interlocutor sonrió con indiferencia.
_Soy el testigo que anduvieron buscando.
_Imagínese –dijo Dupré-, necesitamos pruebas fehacientes! Vámonos –dirigiéndose a mí- estamos perdiendo el tiempo, el verdadero Charles Allen ya debe estar muerto y usted –mirándolo con ferocidad- es otro más de los tantos farsantes.
Dupré hizo ademán de pararse, pero el sujeto lo aferró fuertemente del brazo.
-No está tomando en cuenta los detalles de nuestra cita anterior...
_Muy bien usted puede ser de inteligencia y estar al tanto.
_Siéntese hombre, y escuche, por favor...

_ La noche del experimento el mar tenía una serenidad como nunca le había visto, no coincidía con la calma casi desesperada que había en toda la base naval.
Quizá se percató de mi escepticismo, pues me miró para repetir:
_Sí, fue por la noche –y prosiguió- Yo trabajaba en el área de comunicaciones del Eldridge. Nos comentaron que realizarían unas pruebas para corroborar la teoría de la invisibilidad y ajustar los dispositivos para tal fin. Nosotros debíamos prestar las tareas habituales. Nunca supimos cuándo comenzaron con el procedimiento; cerca de la medianoche, algunos sufrimos náuseas, mareos y desorientación. Al cabo de unos minutos, los síntomas desaparecieron. Supuestamente el experimento estaba funcionando de maravillas. Pero algo salió mal. Lo que al principio fue leve neblina, se hizo una constante bruma verdosa; algo nos quemaba por dentro. Los compañeros de proa gritaron que ya no estábamos fondeados en el lugar, alguien dijo que nos habíamos movido a varios kilómetros. Inmediatamente a eso, el desastre. Pude ver cómo muchos cuerpos se esfumaban retorciéndose con desesperación y luego volvían a su estado normal, otros no tuvieron la misma suerte, desaparecieron entre la bruma. Recuerdo cuatro compañeros, literalmente se fundieron al piso. No sé qué pasó conmigo, cuando abrí los ojos, me encontré en un campo de Escocia. De ahí en más, mi vida consiste en desmaterializarme y volver a mi cuerpo en sitios y tiempos distintos. Igual que ustedes, traté de buscar información, pero todo ha sido borrado, no les convenía que saliera a luz la verdad. Fue un asesinato en masa, nadie volvió a ser lo que fue hasta ese día. Algo alteró la psiquis de la mayoría y a unos pocos –como yo- nos hace vivir en un limbo espacio-temporal. Debí cambiar mi nombre varias veces, puesto que al principio, fui el único que se animó a contar la experiencia, por ello mi cabeza tiene precio, aún ahora. Nadie me creyó. He asistido involuntariamente a muchos acontecimientos que ustedes ni siquiera imaginan. Varios están redactados en los papeles que les dejo. No soy un visionario, ni un mentalista, fui, soy y seré un testigo presencial.

Tomó su sombrero y se marchó dejando una carpeta sobre la mesa. Dupré y yo nos miramos desconcertados, no nos atrevimos a abrirla hasta llegar a la oficina...

Encontramos una serie de folios con fechas futuras, sólo eso, la promesa de Allen era que las fechas marcarán acontecimientos relevantes para la historia.
Desde ese día, con Dupré nos preguntamos en qué lado de la farsa estaremos, obteniendo uno u otro la misma respuesta:
_Paciencia...
Todos los 28 de octubre por la noche -fecha en que se realizó el experimento- sin saber por qué, casi como partícipes de un rito pagano, viajamos varios kilómetros y nos llegamos hasta la playa. Aseguro que esa noche y sólo esa, podemos sentir la calma del mar tal cual la describió Allen. No será Filadelfia, pero el mar es el mismo; a esta altura creo que ha tomado posesión del misterio, es el único que sabe la verdad.




NOTA
Leyenda urbana o hecho real, los datos sobre la teoría del experimento Filadelfia que se tomaron para este cuento, aparecen en cualquier información sobre el tema.

 
incipit,25.08.2008
La Muñeca


Ella vivía en un sórdido edifico de las afueras. No parecía pertenecer a ese entorno pero se desenvolvía con seguridad, no se notaba temor cuando caminaba por los pasadizos en penumbras, llenos de murmullos, corridas y, estampidos de revólveres.
Ella tenía la tez blanca, muy blanca, que contrastaba con la sus vecinos, y un andar sugerente pero no provocativo, esto la hacía “diferente”, cuando andaba con su paso seguro y tranquilo, apenas meneando las caderas, el pelo largo y profundamente negro, y sus enormes ojos azul verdosos como un inmenso mar. Tenía una sonrisa impactante, dentadura blanca y completa, ¡un auténtico hallazgo considerando el casi gheto en el que vivíamos!
Lo que menos pretendía era llamar la atención, por eso usaba ropas oscuras, sin maquillaje y nunca tacos altos. a pesar de intentarlo, jamás lo logró, a pesar de sus intentos, todos la notaban, las mujeres cuchicheaban a su paso, masticando un saludo rabioso, nosotros, los hombres, en cambio, apenas si podíamos balbucear cosas ininteligibles, abrumados por su paso.
Así cada amanecer, casi sin haberlo acordado, nos juntábamos en la esquina solo para verla andar su camino hacia el trabajo, y así cada atardecer también nos encontraba ahí.
No sabíamos nada de ella, apenas si podíamos espiar su camino y aventurar cual sería su casa, pero nadie se atrevió jamás de ningún modo a seguirla abiertamente.
Ella y su vida eran un completo misterio, no se le conocían familia, amigos y mucho menos un novio.
Con la única persona que intercambiaba más que un saludo era con Pietro, el verdulero, que a pesar de sus largos ochenta años galanteaba a esta mujer, y ella sin pudores, sonreía cándida ante la humilde ofrenda de una fruta cual si fueran flores.
Y casi puedo llegar a decir sin culpas, que fue Pietro el responsable de los sucesos. El me alentó, un poco en serio un poco jugando a que la cortejara. Yo tuve miedo, ¡claro que si!, Si sé algo, es que del escarnio y la humillación nadie vuelve.
¿Que haría yo si la abordaba abiertamente y ella me rechazaba? ¡Si ya escuchaba las burlas y bromas a que podían a llegar a idear mis amigos! Sin contar que inmediatamente contaría con el rechazo eterno de cualquier otra de las chicas del distrito, con las que debería olvidar soñar tener una oportunidad si fallaba mi intento con la “Muñequita”, apelativo que en boca de ellas sonaba casi ofensivo y de ellos libidinoso.
A pesar de las pocas probabilidades que creía tener, cada día que pasaba aumentaba mi coraje y mi deseo.
Paulatinamente dejé de frecuentar la esquina de los muchachos para empezar a merodear otros sectores menos concurridos, siempre esperando su paso, haciendo esfuerzos para que ella note mi presencia pero sin apabullarla, de verdad quería que ella me viera, pero que me viera solo a mi, no como parte de un grupete de hombres que solo la miraban ahogados en su propia libido.
Nunca me consideré un ganador en materia de mujeres, si bien mi aspecto es razonablemente aceptable, no tengo la “labia” que tienen mis amigos, soy un tímido irremediable. Esta faceta de mi personalidad no era de gran ayuda en este caso.
En general mis relaciones con muchachas eran solo encuentros casuales, posteriores a reuniones donde sobreabundaba el alcohol y llegada cierta hora los que quedábamos sin acompañante nos emparejábamos sin más argumentos y sin palabras.
No tenía muy claro cual podía llegar a ser la estrategia de acercamiento, solo la certeza que debía intentarlo, la imagen de la ”Muñequita” me torturaba y estaba ya harto de madrugar para encontrarla y esperar cada atardecer para solo mirarla.
Milagrosamente la oportunidad llegó sola, talvez fruto de mis fuertes deseos o de mi paciente espera, en definitiva, uno es lo que piensa ¿no? Y ese amanecer, desde el banco de la plaza, alcancé a ver como tropezaba, caía y quedaba tendida en el pasto húmedo. Corrí hacia ella, nunca había estado tan cerca suyo y me invadió su olor a mujer, a hembra.
-¿Estas bien? Fue lo único que torpemente pude mascullar, su respuesta fue una enorme sonrisa y un casi imperceptible cabeceo afirmativo mientras levantábamos sus cosas del piso.
Cada jornada la esperé abiertamente, y acompañé su camino desde y hacia el transporte que la alejaba de mí durante el día y me la devolvía en las noches.
Fuimos cambiando el recorrido, tratando de evitar los callejones míseros y las miradas ya cargadas de odio de mis ex amigos y mis efímeras amantes.
Nuestro camino preferido se convirtió el de la playa, descalzos en la arena, apenas rozándonos las manos, yo llevaba sus sandalias y me deleitaba viendo su rostro complacido.
Preferíamos las noches sin luna, cuando el mar solo era un rugido invisible. La oscuridad me daba el mismo coraje que podía compararse a la impunidad del anonimato, y era en esas sombras en las que el desenfreno de la carne nos consumía.
En más de una oportunidad nos quedamos dormidos allí tendidos, semi desnudos, rodeados de rocas.
Esta noche fue una de esas noches, solo con una gran, una enorme diferencia.
Desperté sobresaltado, pensando que había soñado un golpe y un gemido, a tientas la busque a mi lado, ya no estaba. La más absoluta oscuridad me rodeaba, no alcanzaba a ver mas q mis propias manos extendidas examinando mi alrededor fue que encontré mi ropa, me la puse y quedé sentado esperando el amanecer.
Y aquí volví oficial, donde usted me está viendo, después de encontrarla. Me queda la sola imagen de la “Muñeca”, desnuda y con medio cuerpo en el agua. El pelo negro como la noche que iba y venia con el vaivén de las olas y sus enormes ojos azul verdosos abiertos de asombro por el golpe inesperado que le robó el aliento y la vida.
Dicen que fui yo, que mis fantasías inconcretas me volvieron loco, que la aceché sin éxito, que jamás tuve sus besos ni su cuerpo. La “Muñeca” fue mía, no lo dude, ella si fue mía.




 
avefenixazul,27.08.2008
Que geniales cuentos están participando. Felicitaciones a todos los "escribidores"
 
ninive,27.08.2008
bMañana 28 de agosto último día para enviar los textos. /b

La votación se recibe el 29,30 y31 en incipit .
en PRIVADO. Los votos a disposición son 4 y se da 3 votos al que se considera mejor y 1 voto al que lo sigue en preferencia.

Votan sólo los participantes al SuperReto
 
incipit,27.08.2008
MIS ANCESTROS



_ Abuela, me cuentas un cuento antes de dormir?

_ Mmm, no. Mejor te contaré una historia que me contaron siendo niña. Guárdala en la memoria. ¿Si?

_ Cuando yo era pequeña mi abuela decidió llevarme a conocer la tierra donde nació. Era éste un pequeño caserío ubicado sobre una meseta, restos de lo que en otro tiempo fue una gran heredad.

La que fue gran hacienda, ahora era un pequeño caserío, pero había conservado su nombre, “CUAJARA”. Arribamos pasado el medio día, el tren nos dejó en un “punto” que llamaban “el Aguacate”, nombre dado en honor a un gran árbol que dominaba el lugar. Ascendíamos llevando nuestro pesado equipaje por una senda tejida de espesa vegetación, en medio de un calor sofocante. Junto a la trocha se deslizaba un pequeño riachuelo de agua muy limpia y tibia. Caminamos por largo rato, siempre subiendo por una cuesta muy empinada. Yo cargaba mi maleta, en la que, aparte de mis trebejos llevaba unos cuantos regalos para mis desconocidos “primos”. Estaba cansada, a punto de sentarme a llorar; cuando providencialmente, apareció un mozo muy joven de raza negra que se ofreció a ayudarnos. Mientras subíamos la abuela le preguntó,

_ Hijo de quien eres??

El mozo respondió con cierto orgullo.

_Del Mesías Minda.

A mi abuela se le llenaron los ojos de lágrimas y dándole un abrazo le dijo:

_El Mesías es mi primo hermano. Tú eres mi sobrino.

El muchacho nos miró de manera sospechosa y apresuró el paso.

Ya sin el peso de la maleta el asenso fue rápido. Llegamos a una planicie donde estaba el caserío. Un viento refrescante nos dio la bienvenida, y ante mis ojos se extendió una placita polvorienta rodeada de unas cuantas chozas. A primera vista el panorama era desolador y para mi gusto, inhóspito.

La noche fue llegando mientras mi abuela y mi bisabuela se ponían al día de caricias y conversaciones por treinta años postergadas. Lentamente las sombras comenzaron a envolverlo todo. La choza de mama Juana, (mi bisabuela) las chozas circundantes, las lomas que a lo lejos se iban desdibujando con la noche. Por toda luz comenzaron a brillar las estrellas y la luna. Me sentía en el quinto infierno. Mi recién estrenada bisabuela encendió un mechero que si bien alumbró el pórtico donde nos encontrábamos, también lo llenó de humo. Con el tiempo supe que no sólo iluminaba, sino también alejaba los mosquitos.
Por efectos del viaje, la ardua escalada, y las impresiones recibidas, pronto me rendí al sueño.
La noche pasó rápido y las primeras luces de la aurora al filtrarse por las rendijas de la puerta me despertaron, también el canto de los pájaros en feliz concierto. Al salir de la choza, la tierra me recibió con júbilo y sentí fundirme con ella para siempre

Mi bisabuela ordeñaba una vaca. Las gallinas y los cerdos merodeaban cerca, los chivos jugueteaban entre ellos y el ternero desde lejos reclamaba su parte del ordeño

Los días los pasaba en brincar matas, trepar arbolitos, tratar de montar un burro y espantar animales indefensos.

Y pasaron días y noches…. Como era costumbre, cada atardecer nos reuníamos, amigos y familiares en el pórtico a oír los cuentos del Mesías y a escuchar a los viejos rememorar historias del pasado.

Mi bisabuela narró una noche esta historia:

“Kassa era un jefe tribal en Masawa, un pueblo de África. Su gente lo consideraba sabio y justo. Vivían en paz, el mar les proveía de alimento y la tierra era fértil y generosa. El y sus hombres viajaban regularmente a comerciar con países vecinos.

Cierta vez, estando en Etiopía, Kassa vio entre la multitud una hermosa joven de raza negra; como él. Al seguirla, descubrió que era hija de un miembro destacado de aquel pueblo. Por su condición noble como Jefe de tribu, se le concedió enamorar a la moza; el amor nació entre ellos.

Avanaize y Kassa se casaron y vivieron en Masawa. Avanaize acompañaba a su esposo en cada viaje.

En aquellos tiempos, explicó mi bisabuela: la esclavitud era usual en el mundo, familias enteras eran secuestraban y luego vendidas, la gente de raza negra no era consideraba como seres humanos, eran separados, sin respetar sentimientos ni condiciones”.

- Antes de continuar con la narración, mama Juana dio una larga chupada a su tabaco, sus ojos entornados parecían mirar hacia sus recuerdos, entonces continuó:

“La embarcación en que viajaban los jóvenes, fue interceptada por un barco Holandés comerciante de esclavos; los tomaron prisioneros y los llevaron a un mercado donde fueron vendidos, por fortuna para ellos la pareja no fue separada, los compró un español que tenía posesiones en Perú; los embarcaron rumbo a sur América. Navegaron por mucho tiempo, el cielo amenazaba tormenta.

Una noche, el viento batía despiadado las velas de la nave y cada vez más fuerte las olas sacudían implacables el barco; el capitán, al ver su navío en peligro de naufragar ordenó arribar a una población cercana, pero fue inútil. Chocaron contra un escollo. Al embate del agua, el casco se partió y el barco comenzó a hundirse.

Los esclavos luchaban por desencadenarse, algunos murieron. Kassa estaba encadenado al palo de un mastelero que se rompió con la fuerza del oleaje, Avanaize tiró de él para evitar que se sumerja; fornidos como eran, vencieron el oleaje y en la oscuridad de la noche pudieron ganar la orilla donde, cansados, se desvanecieron. Habían llegado a Esmeraldas. Fueron recogidos por unas monjas que los llevaron al convento, donde les ocultaron, les alimentaron y vistieron.

El español dueño de los esclavos ofreció recompensa a quién los devuelva. Las monjas aseguraron que ninguno de ellos había sobrevivido.

El padre de la abadesa tenía una hacienda donde se cultivaba caña de azúcar. Aprovechando la oportunidad, compró a las monjas a precio de regalo los esclavos, entre ellos a Kassa y Avanaize, los llevó a su propiedad, sabiendo que jamás los encontrarían”.

-La anciana alzó sus cansados ojos, nos miró de frente y nos dijo:

“De ellos descendemos. Kassa fue mi bisabuelo, Avanaize mi bisabuela. Ese es el asiento de nuestra familia. Y este caserío, la hacienda donde fueron esclavos”.

-Un silencio reverente acogió las palabras de mi bisabuela, por alguna razón, la braza de su tabaco brilló con más intensidad en la negrura de la noche

 
incipit,28.08.2008
LA ÚLTIMA SALIDA


Siempre soñó con tener éxito, con ser famoso, con todo el glamour que le pudiera dar la fama de ser un buen escritor, ese mundillo tan reducido por las políticas de todos los países de Latinoamérica.

Una herencia que accidentalmente cayó en sus manos, una tía abuela suya, había dejado intestado 200 hectáreas de un rancho en los altos de Jalisco y entonces puso a funcionar su poca usada habilidad de abogado frustrado, con esto quiso impulsar su carrera de escritor, tras los meses de complicaciones en un pequeño pueblo, enclavado ahí en el bajío mexicano enredado en la burocracia eterna de la que no se escapa (al parecer) ningún rincón del mundo

Nuestro personaje sufrió por 365 día completos de vueltas y más vueltas de esta burocracia provinciana que no es menos engorrosa que al de la capital, con un colega suyo que le aseguro que el asunto se solucionaría, después de rechazos por los jueces civiles de turno y negaciones a las peticiones y “palos”, (rechazos de pericones en el argot jurídico) para ser un pueblo pequeño los jueces civiles de turno eran muy quisquillosos con las formas y con eso de agotar las figuras jurídicas, hasta que la persistencia dio frutos, nuestro protagonista ganó el juicio y después de repartir las ganancias del rancho vendido; con su carnal, su hermano de sangre que había vivido las privaciones con él, hermano no solo de sangre sino de aventuras y desdichas sueños y decepciones ante la fabricación de ilusiones y el posterior enfrentamiento con la realidad, en aquel rincón del mundo olvidado de la mano de Dios y después de darle su enorme tajada a su colega de no menos de 25% del valor total, nuestro protagonista, dedico el total de su capital para promover su libro “La Revolución Cristera, desde los ojos de un niño”. La critica lo repelió, el poder que aun conservan los clérigos en el país, rechazaron algunas cuestiones sobre la vida privada del “Caudillo cristero”, nuestro amigo descubrió los múltiples deslices amorosos del susodicho, que no era menos de 100, para una figura tan representativa de la Revolución Cristera, nada menos que “El Caudillo” que se había propuesto para canonizarlo ante el Santo Consejo de Roma y ahora aquella novela que decía; que había sido un polígamo irremediable y que era muy posible que fuera también un padre irresponsable, macho e indiferente, un típico usuario de la frase; “si te vi ni me acuerdo” la Iglesia Católica, se fue en contra de la yugular de nuestro escritor y de una sola tarascada lo borro del mapa.

No era difícil, el Gobierno Federal debía mantener la calma después de tanta agitación política y social lo ultimó que quería era un enemigo más, era cierto que aquel desgraciado había sido un ciudadano modelo que pagaba sus impuestos, pero que se le iba a hacer “En la guerra y en el amor todo se vale”, así que de un solo plumazo se le decomisaron las cuentas de banco, que por primara vez estaban en números negros, su libro fue censurado en todo el país, bajo riesgo de cierre y clausura de todas las librerías chicas medianas y grandes, de quién osará tener un ejemplar de aquel manuscrito de los infiernos, así que sin dinero y sin libro, el más grande proyecto de su vida, nuestro protagonista se encontraba en las paradisíacas playas de Puerto Vallarta en uno de los mejores hoteles “El Flores & Towers” en el transcurso del día se le había clausurado su presentación magna donde había invitado al gobernador del estado quien coincidentemente era su tocayo de nombre; Emilio, y a la crema y nata de la sociedad Vallartense y del país, se había gastado en copias del libro e invitaciones de la mejor calidad la insignificante cantidad de $ 99,756 dólares (para dar una idea en otros países) pero en el transcurso de la invitación, les había llegado una orden directa del Gobierno Federal de la falta de ética y la peligrosidad de los escritos del susodicho, en contra de la paz y a soberanía nacional a todos sus invitados, la mano invisible y omnipotente del gobierno se hacia presente.

Así que de un solo tajo, aquello que pintaba tan bien, se había convertido en un desastre, aquel que soñó después de haber obtenido el beneficio de la herencia, que estaba utilizando para impulsar su magna obra, ahora se encontraba como en su niñez ante el más grande de sus obstáculos y una vez más en la frustración de sus sueños, frente a la playa se relajó, respiró hondo y profundo y se unió espiritualmente con el mar, hizo su ultimo ritual de meditación inhalaciones y exhalaciones, cuando termino y sintió aquella unión suprema del todo con él y de él con el universo, después con la conciencia de alguien que esta convencido de sus acciones, caminó hacia el océano; paso a paso, nunca se detuvo, la arena jugaba con las plantas de sus pies acariciándole sutilmente, el agua comenzó a recibirlo como si regresara nuevamente al calido vientre materno, hasta que sintió que su respiración inhalaba la salada agua del mar y ahí en aquel hermoso escenario donde el brillo parpadeante de las estrellas le guiñaban los millones de ojos diciéndole que del otro lado del mundo existe algo mejor, mar, noche, paz, armonía, se le rindió al universo.
 
incipit,29.08.2008
bLos votos se reciben el 29,30 y31 de agosto en incipit *PRIVADO.*

Los votos a disposición son 4 y se dan:
3 votos al que se considera mejor y 1 voto al que lo sigue en preferencia.

Votan sólo los participantes al reto/b
 
incipit,01.09.2008
Este es el resultado de los votos del SuperReto libre con fondo de mar y noche.Han participado 9 cuenteros

Ganadora Gmmagdalena con Pedra 10 votos

Avefénixazul con Mis Ancestros 6 votos

Jeve et Ruma con Experimento Filadelfia 4 votos

luna-azul con Sueños y voces 4 votos

knenas con el Guardián del faro 4 votos

domingo azul con La muñeca 4 votos

tequendama con Mi abuela y los gatos 2 votos

EMIHDEZ con La última salida 1 voto

Josef con Los estilógrafos 1 voto


bFelicitaciones a todos /b

Advierto desde ya que todo comentario de quienes NO haya participado al SuperReto será borrado.
 
Ninive,01.09.2008
LOS PARTICIPANTES DEL RETO 1000 PALABRAS ESTÁN CORDIALMENTE INVITADOS A APORTAR SUS TEXTOS EN EL RETO12 SUPERRETO 1000 PALABRAS (En rodaje)

El tema es libre con fondo erótico. Ver las fechas
 
domingo_azul,01.09.2008
Felicitaciones gmagda y avefenix!!! un abrazo!!! ******************************************
nos vemos en la proxima!
 
tequendama,01.09.2008
Saludos y felicitaciones a las ganadoras.

¡¡Besotes!!
 
Chantal-Deveraux,01.09.2008
FELICITACIONES Gmmada y avefenix!!!! igual que al resto de los participantes, fue muy gratificante para nosotros haber compartido este reto. Nos vemos!
 
gmmagdalena,01.09.2008
Gracias amigos!! Mis felicitaciones a todos los que participaron y que han demostrado que a los cuentos largos ¡¡NO LES TENEMOS MIEDO!!, jajaja. Un besote. Magda
 
avefenixazul,02.09.2008
Felicitaciones a todos los cuenteros, todos estuvieron muy buenos.
Magda, te llevas merecidamente el primer lugar. Que buen cuento pusiste. Mis saludos a todos y GRACIAS a quienes hacen este reto.
Casi me olvido: gracias por las felicitaciones.Besitos
 
incipit,03.09.2008
LOS PARTICIPANTES DEL RETO 1000 PALABRAS ESTÁN CORDIALMENTE INVITADOS A APORTAR SUS TEXTOS EN EL RETO12 SUPERRETO 1000 PALABRAS (En rodaje)

El tema es libre con fondo erótico. El reto12 termina el 8 de setiembre.
 
incipit,06.09.2008
Corrección al mensaje anterior.

El tema es libre con fondo erótico. El reto12

termina bel 11 de setiembre. Votación 12 y 13 en Privado/b

Los textos se dejan en incipit en privado o en EL_RETO_GANADORES en privado
 



Para escribir comentarios debes ingresar al sitio: Ingresar


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]