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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Cuentos Comunitarios / Relato coletivo "Noche de calor" - [F:7:3057]


LaCanela,30.05.2005


NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
 
alexandra,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ...
 
LaCanela,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
 
Inadaptada,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
Los agentes policíacos me interrogaron toda la madrugada, pues era yo el único testigo de aquel sangriento crimen, sin embargo, aunque me hubiera gustado proporcionar más datos al respecto, lo que vi desde lejos fue demasiado poco para que los oficiales pudieran armar una hipótesis concreta sobre el móvil del crimen.
Horas más tarde, cuando me encontraba en casa de nuevo, aún con los pensamientos un poco revueltos, prendí el televisor y vi las imágenes del hombre que yacía sobre la calle; los reporteros daban la noticia alarmados, pues el finado resultó ser un importante empresario de la industria hotelera.
 
LaCanela,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
Los agentes policíacos me interrogaron toda la madrugada, pues era yo el único testigo de aquel sangriento crimen, sin embargo, aunque me hubiera gustado proporcionar más datos al respecto, lo que vi desde lejos fue demasiado poco para que los oficiales pudieran armar una hipótesis concreta sobre el móvil del crimen.
Horas más tarde, cuando me encontraba en casa de nuevo, aún con los pensamientos un poco revueltos, prendí el televisor y vi las imágenes del hombre que yacía sobre la calle; los reporteros daban la noticia alarmados, pues el finado resultó ser un importante empresario de la industria hotelera.

Palmira, ese era su nombre. No daba crédito a lo que veía en las noticias. Aquel hombre de reconocido prestigio había muerto asesinado en las puertas de su casa. Hablaban de la biográfia del finado. En sus años jovenes fué bailarín en la compañía de "La Canela" bailaora de arte flamenco. Luego invirtió en Bolsa, y empezó su ascendente carrera como hostelero de renombre mundial. Era uno de los hermanos Vargas, grandes en el arte del flamenco en la lejana España.

Volvió a la cama sin poder pegar ojo, sólo pensaba que quizá era una reyerta, pero... ¿por que?
 
HoneyRocio,01.06.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.

alexandra,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ...

LaCanela,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.

Inadaptada,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
Los agentes policíacos me interrogaron toda la madrugada, pues era yo el único testigo de aquel sangriento crimen, sin embargo, aunque me hubiera gustado proporcionar más datos al respecto, lo que vi desde lejos fue demasiado poco para que los oficiales pudieran armar una hipótesis concreta sobre el móvil del crimen.
Horas más tarde, cuando me encontraba en casa de nuevo, aún con los pensamientos un poco revueltos, prendí el televisor y vi las imágenes del hombre que yacía sobre la calle; los reporteros daban la noticia alarmados, pues el finado resultó ser un importante empresario de la industria hotelera.

LaCanela,31.05.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
Los agentes policíacos me interrogaron toda la madrugada, pues era yo el único testigo de aquel sangriento crimen, sin embargo, aunque me hubiera gustado proporcionar más datos al respecto, lo que vi desde lejos fue demasiado poco para que los oficiales pudieran armar una hipótesis concreta sobre el móvil del crimen.
Horas más tarde, cuando me encontraba en casa de nuevo, aún con los pensamientos un poco revueltos, prendí el televisor y vi las imágenes del hombre que yacía sobre la calle; los reporteros daban la noticia alarmados, pues el finado resultó ser un importante empresario de la industria hotelera.

Palmira, ese era su nombre. No daba crédito a lo que veía en las noticias. Aquel hombre de reconocido prestigio había muerto asesinado en las puertas de su casa. Hablaban de la biográfia del finado. En sus años jovenes fué bailarín en la compañía de "La Canela" bailaora de arte flamenco. Luego invirtió en Bolsa, y empezó su ascendente carrera como hostelero de renombre mundial. Era uno de los hermanos Vargas, grandes en el arte del flamenco en la lejana España.

Volvió a la cama sin poder pegar ojo, sólo pensaba que quizá era una reyerta, pero... ¿por que?
¿Por que acuchillarlo? ¿Que motivo tenia aquel empresario para golpear al joven? ¿Seria la chica su hija?
Aun sentía su corazón agitado, su mente le atormentaba una y otra vez con aquellas imágenes.
¡Había visto asesinar un hombre!
Poco a poco el agotamiento la venció y se quedo dormida. Su mente recreo en su sueño miles conjeturas, hasta soñó que aquel gran empresario hotelero le pedía ayuda...recordaba sus ultimas palabras:"¡Maldito payo!...

Un timbre se oía muy lejano, poco a poco su sonido fue haciéndose mas cercano y persistente, volviendola a la realidad salio de su agitado sueño.
¡Era el timbre de la puerta! ¿Quien llamaría a esas horas?
Cubriéndose el cuerpo con una bata, se acerco a la puerta preguntando:
-¿Quien es?
-Soy Roberto Vargas, hermano de quien usted vio asesinar. ¿Me permite hacerle unas preguntas?
¿Quiere ver mi identificación?
Abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para poder ver la identificación y comprobó que si era quien decía ser.
Aun nerviosa le abrió y al mirar al tal Roberto quedo impactada. Nunca antes alguien le había causado tal impresión, era un hombre de unos treinta y cinco años, elegante, de tez morena, hermosa cabellera y los ojos más hermosos que jamás viera, pero también cargado con una crueldad que asustaba.
-Perdone señora que la moleste, en la jefatura de policía me dijeron que usted presencio el asesinato.
Me gustaría oír lo que vio.
-Como ya les dije antes a los agentes, no alcance ver mucho, pero siéntese, le diré todo cuanto vi.
Le contó los hechos tal y cual ya había explicado a los agentes policíacos. Mientras hablaba Roberto la miraba y le pedía repitiera esto o aquello, aunque era cortes no sabia porque sentía antipatía por el.
Quizás la culpa la tenía su mirada.
Cuando llego a la parte de las últimas palabras del difunto, vio como Roberto se ponía blanco, aunque se recupero rápidamente,

Volvió a la cama sin poder pegar ojo, sólo pensaba que quizá era una reyerta, pero... ¿por que?
¿Por que acuchillarlo? ¿Que motivo tenia aquel empresario para golpear al joven? ¿Seria la chica su hija?
Aun sentía su corazón agitado, su mente le atormentaba una y otra vez con aquellas imágenes.
¡Había visto asesinar un hombre!
Poco a poco el agotamiento la venció y se quedo dormida. Su mente recreo en su sueño miles conjeturas, hasta soñó que aquel gran empresario hotelero le pedía ayuda...recordaba sus ultimas palabras:"¡Maldito payo!...

Un timbre se oía muy lejano, poco a poco su sonido fue haciéndose mas cercano y persistente, volviendola a la realidad salio de su agitado sueño.
¡Era el timbre de la puerta! ¿Quien llamaría a esas horas?
Cubriéndose el cuerpo con una bata, se acerco a la puerta preguntando:
-¿Quien es?
-Soy Roberto Vargas, hermano de quien usted vio asesinar. ¿Me permite hacerle unas preguntas?
¿Quiere ver mi identificación?
Abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para poder ver la identificación y comprobó que si era quien decía ser.
Aun nerviosa le abrió y al mirar al tal Roberto quedo impactada. Nunca antes alguien le había causado tal impresión, era un hombre de unos treinta y cinco años, elegante, de tez morena, hermosa cabellera y los ojos más hermosos que jamás viera, pero también cargado con una crueldad que asustaba.
-Perdone señora que la moleste, en la jefatura de policía me dijeron que usted presencio el asesinato.
Me gustaría oír lo que vio.
-Como ya les dije antes a los agentes, no alcance ver mucho, pero siéntese, le diré todo cuanto vi.
Le contó los hechos tal y cual ya había explicado a los agentes policíacos. Mientras hablaba Roberto la miraba y le pedía repitiera esto o aquello, aunque era cortes no sabia porque sentía antipatía por el.
Quizás la culpa la tenía su mirada.
Cuando llego a la parte de las últimas palabras del difunto, vio como Roberto se ponía blanco, aunque se recupero rápidamente,



 
alexandra,05.06.2005
NOCHE DE CALOR

El calor no me dejaba dormir en aquella tórrida noche del mes de agosto. Sentía cómo el camisón se me pegaba a la piel, sudaba por todos mis poros. Daba vueltas en la gran cama solitaria. Miré el reloj: eran las 03:15. No podía aguantar más y me levanté a por un vaso de agua fría que me calmara. Estaba por completo desvelada. Mi máxima preocupación era saber cómo estarían mis dos diablillos en el campamento de verano. Los añoraba tanto. Sentía la casa solitaria, sin vida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Desde niña sentía miedo a
la oscuridad.
Decidí salir a la terraza, que me diera un poco el aire. No pasaba ni un alma. Las calles estaban solitarias. Al poco rato de terminar mi cigarrillo apareció una pareja joven. Iban agarrados de la mano, besándose y haciéndose carantoñas. Eran dos chiquillos, daba envidia verlos. No se apercibieron del coche negro del que salió un hombre cuarentón que se encaró con el muchacho. Desde las alturas yo no podía ver claramente lo que pasaba.
Gesticulaban y subieron el tono de voz. La muchacha lloraba cuando vió que el hombre golpeaba insistentemente a su novio, y algo brilló en la oscuridad. El filo de una navaja. Alarmada marqué el número de la comisaría, dando cuenta de los hechos. Salí de nuevo a la terraza, para mi sorpresa la pareja ya no estaba. El hombre maduro yacía en el suelo cubierto por un charco de sangre. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo en aquella noche de calor.
El temor se apoderó de mí, pero de pronto... el hombre empezó a moverse, intentó pararse, pero no pudo, entonces sin pensarlo baje de la terraza corriendo, busqué la llave, los nervios jugaban en mi contra, ¡No podía abrir esa maldita puerta!!!, hasta que ... escuché a lo lejos el ruido de las sirenas ¡Por fin ya llegaban!.
Logré abrir la puerta y bajar los cuatro pisos. Me acerqué al hombre que exhaló su último aliento. Sólo pude entender "¡Maldito payo!. Era de etnia gitana.
El coche había tardado más de lo previsto, como siempre en verano hacían recortes, pensé. Si hubiesen tardado unos minutos menos le habrían encontrado con vida.
Me dí cuenta, ruborosa que llevaba el fino camisón puesto todavía, en mi precipitación ni me dí cuenta de ponerme una bata.
- ¿Señora? ha visto usted algo.
- No mucho, una pareja de adolescentes, en la que el muchacho se ensañaba con el pobre hombre.
Los agentes policíacos me interrogaron toda la madrugada, pues era yo el único testigo de aquel sangriento crimen, sin embargo, aunque me hubiera gustado proporcionar más datos al respecto, lo que vi desde lejos fue demasiado poco para que los oficiales pudieran armar una hipótesis concreta sobre el móvil del crimen.
Horas más tarde, cuando me encontraba en casa de nuevo, aún con los pensamientos un poco revueltos, prendí el televisor y vi las imágenes del hombre que yacía sobre la calle; los reporteros daban la noticia alarmados, pues el finado resultó ser un importante empresario de la industria hotelera.

Palmira, ese era su nombre. No daba crédito a lo que veía en las noticias. Aquel hombre de reconocido prestigio había muerto asesinado en las puertas de su casa. Hablaban de la biográfia del finado. En sus años jovenes fué bailarín en la compañía de "La Canela" bailaora de arte flamenco. Luego invirtió en Bolsa, y empezó su ascendente carrera como hostelero de renombre mundial. Era uno de los hermanos Vargas, grandes en el arte del flamenco en la lejana España.

Volvió a la cama sin poder pegar ojo, sólo pensaba que quizá era una reyerta, pero... ¿por que?
¿Por que acuchillarlo? ¿Que motivo tenia aquel empresario para golpear al joven? ¿Seria la chica su hija?
Aun sentía su corazón agitado, su mente le atormentaba una y otra vez con aquellas imágenes.
¡Había visto asesinar un hombre!
Poco a poco el agotamiento la venció y se quedo dormida. Su mente recreo en su sueño miles conjeturas, hasta soñó que aquel gran empresario hotelero le pedía ayuda...recordaba sus ultimas palabras:"¡Maldito payo!...

Un timbre se oía muy lejano, poco a poco su sonido fue haciéndose mas cercano y persistente, volviendola a la realidad salio de su agitado sueño.
¡Era el timbre de la puerta! ¿Quien llamaría a esas horas?
Cubriéndose el cuerpo con una bata, se acerco a la puerta preguntando:
-¿Quien es?
-Soy Roberto Vargas, hermano de quien usted vio asesinar. ¿Me permite hacerle unas preguntas?
¿Quiere ver mi identificación?
Abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para poder ver la identificación y comprobó que si era quien decía ser.
Aun nerviosa le abrió y al mirar al tal Roberto quedo impactada. Nunca antes alguien le había causado tal impresión, era un hombre de unos treinta y cinco años, elegante, de tez morena, hermosa cabellera y los ojos más hermosos que jamás viera, pero también cargado con una crueldad que asustaba.
-Perdone señora que la moleste, en la jefatura de policía me dijeron que usted presencio el asesinato.
Me gustaría oír lo que vio.
-Como ya les dije antes a los agentes, no alcance ver mucho, pero siéntese, le diré todo cuanto vi.
Le contó los hechos tal y cual ya había explicado a los agentes policíacos. Mientras hablaba Roberto la miraba y le pedía repitiera esto o aquello, aunque era cortes no sabia porque sentía antipatía por el.
Quizás la culpa la tenía su mirada.
Cuando llego a la parte de las últimas palabras del difunto, vio como Roberto se ponía blanco, aunque se recupero rápidamente,

Volvió a la cama sin poder pegar ojo, sólo pensaba que quizá era una reyerta, pero... ¿por que?
¿Por que acuchillarlo? ¿Que motivo tenia aquel empresario para golpear al joven? ¿Seria la chica su hija?
Aun sentía su corazón agitado, su mente le atormentaba una y otra vez con aquellas imágenes.
¡Había visto asesinar un hombre!
Poco a poco el agotamiento la venció y se quedo dormida. Su mente recreo en su sueño miles conjeturas, hasta soñó que aquel gran empresario hotelero le pedía ayuda...recordaba sus ultimas palabras:"¡Maldito payo!...

Despertó sobresaltada, se mezclaban las imágenes del empresario, del joven con que discutió, de Roberto, aquel hombre que la impactó, tal vez por su gran parecido a su hermano, aquel que se le aparecía en sueños pidiéndole que haga justicia.
 
mapata,13.06.2005
NOCHE DE CALOR.

Sentía el camison pegado a la piel, la boca seca y amarga. El calor de la noche había provocado en mi nuevamente un maldito insomnio, el que me obligo a salir de la cama en busca de un vaso de agua fresca
y caminar con los pies desnudos sobre las tibias losas de la casa ya en penumbras.
Miré el reloj de la sala, eran casi las dos de la madrugada.
Jamás he sentido miedo a la oscuridad, muy por el contrario, siempre la he sentido como mi mejor aliada, sobre todo en lo que trataba de mis escapadas secretas al jardin en busca de silencio, soledad para dialogar con las estrellas.
Esta noche en especial estaba cargada de enigmas silenciosos dibujados ya en las perdidas estrellas, empañadas por el tenue velo de las nubes de agosto.
Oculta detras de las enredaderas, respirando el frescor de la noche ,vi algo que en el primer momento me parecio normal.
Una joven pareja de enamorados besandose ardientemente amparados por la penumbra de la esquina. Los imagine bellos y audacez.
De pronto, descubrí un auto de color gris metalico estacionado a media calle. Al tiempo que este, apuntaba los focos encendidos sobre los desprevenidos muchachos.
Un hombre bajo de prisa del auto y encaro a los muchachos a vivos gritos y golpes contra el muchacho. Mientras la muchacha tironeaba al hombre mayor del brazo y suplicaba a vivas lagrimas.
El hombre calvo descargaba toda su furia en contra del joven el cual trataba de defenderce a duras penas, de pronto algo brillo indiscretamente y desaparecio bajo la sombra del cuerpo maciso del hombre, el cual cayo abruptamente al suelo.
Los dos jovenes se inclinaron sobre el cuerpo y salieron corriendo calle abajo velozmente.
Un silencio de muerte se levanto esa noche de calor y sofoco ,mientras un escalofrio estremecia mi cuerpo.
 



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