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Koroshi,05.10.2006
Tan inesperado fue nuestro encuentro, que cada vez que lo recuerdo, me hace pensar, en lo liviano de las cosas, en lo frágil e importante que es un segundo. Si hubieras pasado al lado de aquella pegajosa barra un minuto más tarde, sencillamente, yo ya habría abandonado aquel ruidoso bar lleno de gente, en una noche que para mí ya se había exprimido hasta la ultima gota.

No fue del todo extraño, me llamó la atención algo de ti, cruzaste la puerta del bar bañándote en el juego de luces que asomaba del techo, moviéndote al ritmo de aquella música que invitaba a mover las caderas y repetir incansablemente aquellos estribillos tan desenfadados. Saludaste a aquellas gemelas con las que un rato atrás había entablado conversación, ge divertido. Pude seguirte con la mirada mientras te abrías camino hacia la barra porque detrás tuyo y pareciendo acompañarte, iba un chico de una estatura considerable, y al que a mi parecer, la camiseta que llevaba le quedaba pequeña, aunque cosas de la moda, quizás era para marcar sus trabajados músculos.

Las repentinas ganas que me habían entrado de abandonar el bar, al verme solo, algo mareado a causa del alcohol y el cansancio de haber estado bailando, habían desaparecido, me pareció interesante poder acercarme a ti aunque creo que al ver a aquella especie de guardaespaldas al lado tuyo, me volvieron a invadir las ansias de abandonar tan sofocante lugar, pero una sonrisa se dibujo en mi rostro, cuando vi que tanto el tío alto como tu tomabais caminos diferentes, el se sumergió en la avalancha de gente que trataba de alcanzar los servicios y tú, empujada por un grupo de gente acabaste a unos metros de mi. Parecías venir sola, algo raro, resultabas tan indefensa... un par de borrachos se acercaron a intentar ligar contigo, pero hábilmente te deshiciste de ellos, eso lejos de quitarme las ganas de acercarme a ti, las incentivaron, creo que fue una especie de reto para mi. Después de una noche llena de fracasos en lo que a ligar se refería, me lo tome con calma. Empecé por hacerme notar, mirarte fijamente, me resultaban divertidísimos esos cruces de miradas fugaces, y la mas divertida de todas, la ultima mirada, en la que nos miramos el uno al otro, hasta que no logré aguantar y mire a tu alrededor intentando encontrar refugio en algo, para estar a salvo de tus miradas.

Lo siguiente que ocurrió, fue que por culpa de los empujones de la gente acabaste al lado mío antes de lo esperado, habíamos pasado de mirarnos furtivamente, a casi rozarnos. Me miraste sólo una vez más, y con gran destreza conseguiste sacarme una mano del bolsillo y comenzar a moverme indicándome que bailara. Resultó difícil que mi cuerpo se adecuara al ritmo que desde hacia rato movía tus caderas. Bailar este tipo de música no era mi especialidad (en realidad, se olvidaron de fabricarme con un poco mas de ritmo). Bailamos unas cuantas canciones y cuando te empezó a faltar el aire nos acercamos a la barra, me diste dos besos en la mejilla, rozando el limite de los labios, intercambiamos los números de teléfono, el Hotmail. Recuerdo que te lo tuve que escribir, sé que no es fácil de memorizar.

Recuerdo que me levanté con un sabor de boca horrible, la alfombra había sufrido junto a mí los excesos de la noche, no importaba, luego lo limpiaría. Lo primero que hice nada mas levantarme fue untar mi cepillo de dientes con pasta y frotar hasta que el mal sabor se disimulo con la menta. Las sienes me martilleaban sin parar y lo único en lo que pensaba era en darme una buena ducha. Mucho más relajado y con el cuerpo algo mas asentado, me puse a repasar poco a poco lo sucedido durante las horas que estuve de fiesta. Esas divertidas lagunas en las que hay situaciones inconexas, trozos que directamente faltan como si los hubieran cortado al estilo de la época en la que las películas sufrían cortes en escenas que podrían haber sido interesantes. No logré averiguar como me quedé solo, no es que mis amigos me abandonaran, sencillamente fueron cayendo uno a uno, y yo me quedé apoyado en aquella barra, viendo a la gente ir y venir, sin pensar en nada. Solo pude acordarme de unas cuantas personas, una morena que se me acerco con ganas de bailar, un chavalito ofreciéndome pastillas, las dos gemelas, y mi gran triunfo de aquella noche, haber pasado esa especie de prueba; bailar contigo. Creo que esa fue la razón por la que finalmente conseguí tu número y tu email.

Fui hasta la cocina, recogí el pantalón que había llevado la noche anterior, y me aseguré de que la nota donde había escrito esos valiosos datos seguía en la cartera. Habría sido mucho mas sencillo guardarlo en el móvil, pero en ese momento ni se me ocurrió. Decidí que ya era oportuno vestirme y colgar el albornoz en el baño, no me pude resistir y firmé en el espejo, sabia que cuando se quitara el vapor se quedaría la marca, pero ya era casi un ritual mancharlo. Era raro que a esas alturas de la mañana el ordenador no estaría ya encendido, así que me dirigí al cuarto, cocí unos pantalones cortos, una camiseta y me senté en la silla del escritorio, casi sin mirar, deslicé la mano por debajo de la mesa y le di al botón de encender. Con la nota en la mano y deseando que al agregarte aparecieras en verde, señal de que estarías en línea, escribí tu dirección tecla a tecla, para mi decepción, tu nombre apareció en rojo y tocó esperar...

! Verde, ¡por fin! estaba empezando a cansarme de esperar a que el muñequito cambiara de color, cruzar el semáforo en rojo y sortear los coches no parecía una idea tan descabellada, el trafico era lento y denso y no me podía permitir llegar tarde a nuestra primera cita, estuvimos hablando poco tiempo a través del ordenador, ¡mejor así!. El cara a cara iba a ser más interesante,

Era una tarde soleada, la verdad es que el sol pegaba con fuerza, y ante la idea de llegar algo sudado, me quité el jersey que había elegido para nuestra cita, así luciría una de mis camisetas preferidas, naranja, como no. Después de andar unas cuantas manzanas llegué a la cafetería donde habíamos quedado, La entrada se reducía a unas cuantas escaleras que bajaban directamente hasta la barra, desde arriba intente descubrir con una mirada rápida donde estabas mientras iba bajando los escalones, no conseguí verte. Mire el reloj, aún quedaban diez minutos, me tranquilicé a mi mismo diciéndome que aun quedaba tiempo para la hora convenida y que si habías accedido a quedar conmigo seria por algo, -son dudas tontas, los nervios,
Tranquilo me dije a mi mismo, respire hondo. Noté que la camarera se fijó en mi cuando bajé las escaleras, en la cafetería no había mucha gente, así que pensé que seria por culpa del aburrimiento, ese estado en el que te puedes llegar a embobar mirando a cualquier parte. Me senté en una banqueta de la barra y esperé.

La camarera se inclinó ligeramente en la barra para llegar hasta mi oído y me dijo con gran soltura -¿Hola guapo, vienes solo o esperas a alguien?-. Carraspeé y contesté -si, tengo una cita, llegará en breves-. Al oír esto la camarera sonrió ligeramente y me contestó - Tengo dos noticias para ti, una buena y una mala, cual prefieres saber primero?-. Nunca había tenido buena experiencia con este tipo de elecciones, sobre todo, con las mujeres. Eso de tener dos opciones habiendo solo una del tipo... - Cine o teatro cariño-, -uhm...¡Cine!-, -¿Seguro?-, o tener dos noticias siendo las dos igual de horribles, reforzaba mi idea de que si existía algún tipo de Dios, era una mujer fijo, nadie puede ser tan retorcido si no, fijaos en las mariquitas, para diferenciar al macho de la hembra, hay que mirar los puntitos negros del caparazón, si tiene los puntitos grandes y gordos, es macho, si Dios llega a ser un tío le pone rabo y punto.

Ciertamente y siguiendo la lógica que nunca funciona, elegí primero la noticia mala. Según me contó la camarera, ya habías estado en el bar y lo habías abandonado minutos antes de que yo llegara, recibiste una llamada y al colgar saliste corriendo escaleras arriba y desapareciste. La noticia buena fue que te habías dejado el bolso y la chaqueta a causa de las prisas. Me sentí algo frustrado, tenía ganas de conocerte mas a fondo Diva, que así era como te hacías llamar por Internet, pero una vez mas, toco esperar… Me consolé pensando que así tendría otra oportunidad de quedar contigo para devolverte tus cosas. En el bolso descubrí una cartera en la que guardabas el DNI, descubrí donde vivías y lo mas importante de todo, por fin logre saber como te llamabas en realidad, ponerle nombre a esa personita que me tenia la cabeza loca desde hacia horas fue un alivio, te llamabas...

 



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