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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Talleres / Reto 1-2012 PROSA - [F:9:12205]


EL_RETO_GANADORES,11.01.2012
El reto pide :

un texto no superior a 1000 palabras
Los textos se enviarán a mi nick EL_RETO_GANADORES en Privado

Los textos se publicarán de a dos o tres a medida que vayan
llegando.

La votación y su modalidad será publicada llegado el
momento.
Se vota en VOTARETO en Privado
Se aceptan votos de cuenteros participantes y no participantes. Los
votos de los no participantes se publicarán aparte y serán
indicativos del gusto de los lectores pero no integrarán la
clasificación

Todo comentario ofensivo o que disturbe el normal proseguimiento del reto
será borrado
##########

El reto 1-2012 va desde el 12 de enero hasta el 26 de enero
Tema PROSA: La cicatriz

Tema Payada : Cantando con alegría

Votación 27 y 28 de enero



 
ninive,11.01.2012
Regla de la métrica para la payada en décimas

El texto debe contener diez versos octosílabos que rimen
así:
A-B-B-A-A-C-C-D-D-C

 
ninive,11.01.2012
"¿Qué es una Payada?

Se llaman payadas a las poesías que el payador canta como si
estuviera recitando, acompañado de una guitarra. Las payadas se
caracterizan por tratar temas de forma improvisada sobre un tema entre dos
o más payadores. Los temas principales de las payadas son, por lo
general, el amor, el origen de la vida, la muerte y el hogar, el campo, la
ciudad, el gaucho, la mujer.etc.
Las payadas también se denominan payas."

bLes recuerdo que los textos se envían a EL_RETO_GANADORES en
PRIVADO /b

 
EL_RETO_GANADORES,17.01.2012
La cicatriz

La línea de fortines que defendían al pueblo “civilizado” de la “barbarie”, tuvo su auge durante el proceso de araucanización. Más allá de ese margen coincidente con el río Salado se extendía, desalmado y sobrecogedor, el temible desierto.
Perdíase la vista entre cenicientos ondeados de arena y no alcanzaba la sombra del fachinal, para resguardar a los castigados que venían a cumplir pena a la frontera.
Confundida entre dunas y conchillares, se levantaba la empalizada que rodeaba al precario fortín. Un mangrullo mal construido se sostenía más por suerte que por firmeza, entre los giros descontrolados de los vientos pampeanos, que producían a su alrededor, remolinos de polvillo blanco, dañinos para esos ojos que, con tanto esfuerzo, escudriñaban el horizonte en busca de señales enemigas.
Implacable era la naturaleza, implacable el aborigen, implacable el castigo para el condenado.
Horas de cepo a pleno sol y a pleno rocío, tuvo que soportar Aparicio Méndez para atemperar su rebeldía. El infortunio pasó de ser insurrección contundente a sometimiento forzoso y, poco a poco, el hombre fue perdiendo el entusiasmo por la deserción.
Vanagloriándose de defensa, la empalizada protegía al rancherío. De paredes de paja y barro trenzados, apenas un asentamiento donde reinaban dos o tres gallinas desplumadas y muchos perros para criar pulgas y ladrarle a la nada.
A ese lugar tuvo que adaptarse Aparicio, a puro moco y parásito mal curado, sin otra escuela que el rigor y la miseria y sin otra ley que el cepo y la injusticia.
Como en todos los malones fue un ataque rápido y sorpresivo. Tan veloz que en pocas horas los “salvajes” habían arrastrado con ellos a las mujeres más jóvenes y a los críos, dejando tras su paso un incendio voraz y el tendal de soldados muertos o heridos.
A nadie le asombró el que, después de aquella noche sin luna, la cara de Aparicio amaneciera cruzada por un borbotón de sangre que casi le costó la vida.
Pero…¿Qué era la vida además del pajonal y los vientos del sur y del medanal indomable?
No hubo respuesta. Responder, en esas soledades, era enfrentarse a la realidad. Por allí, a estos episodios se les llamaba “destino”, “mano é Dios”, “la cola de Satanás” y luego una curación rudimentaria y a dejar la herida al aire libre para que sane más pronto. Y fue así como quedaron abiertos dos labios grotescos, sobre el pómulo enrojecido y mugriento.
Antes de que la profunda hendidura, se secara por siempre en la cara y en lo que se salvó de su ojo derecho, Aparicio, ya era fiero como un basilisco. Sin embargo las fortineras que quedaron, no mezquinaron esfuerzos para rescatar de la muerte, ni a ese hombre por mal parecido que fuera, ni a los que, como él, se debatían ante el abismo del más allá.
Lo que para otros hubiese sido un estigma desgraciado, para Aparicio Méndez, la cicatriz y el valor con que defendió su vida más que la posición fronteriza, vino a ser una bendición enviada por Dios pues, por orden de la superioridad, fue relevado con honores, para acolchonarle los infortunios que, de no ser por ella, hubiese tenido que soportar toda la vida.
 
EL_RETO_GANADORES,24.01.2012

Cicatriz y recuerdos.

Cada vez que observo la cicatriz de mi brazo, siento que me cuesta respirar. Éramos muy jóvenes, ella tenía dieciséis años, yo diecisiete. Era mi primera novia.
Ese verano, estábamos de vacaciones en el campo. El lugar, solitario y poco frecuentado, era ideal para nosotros. A Ana y a mí, nos encantaba nadar en el lago.
Todas las tardes, luego de disfrutar de la sedosa frescura del agua, nos tendíamos sobre la hierba para ver el sol descendiendo tras las colinas, mientras hablábamos de nuestros secretos. Compartíamos los sueños que comparten todos los enamorados.
Aquel día, un demente interrumpió nuestro encuentro romántico. Usaba un cuchillo; nos provocó varias heridas. Aterrorizado, comencé a correr, y conseguí escapar. Mi novia gritaba, pero no pude ayudarla. Sólo me volví una vez, y noté su mirada suplicante, que a partir de ese momento, aparece cada noche en mis pesadillas.
Llegué al pueblo. Tenía un horrible corte en el brazo izquierdo, mi ropa estaba cubierta de sangre. La gente me acompañó, y todos corrimos para socorrer a Ana.
Hallaron su cadáver en la laguna, con profundas heridas de arma blanca. En ese momento, supe que mi vida también había acabado; nunca volví a ser el mismo.
Han transcurrido varios años, mi cicatriz se está desvaneciendo poco a poco, pero al igual que algunos detalles de lo que ocurrió ese día, continúa latente en un rincón oscuro, allí, en el pasado, donde imagino que un hombre sin rostro, destruye a una niña inocente, una y otra vez.
Durante un tiempo, la idea de atrapar al monstruo que me había quitado a la mujer de mi vida, se convirtió en una obsesión. Pronto descubrí que era imposible. Últimamente, sólo intento olvidar, aunque no es sencillo. Muchas sensaciones me embargan cuando recuerdo los ojos azules de mi amada, mirándome interrogantes. Culpa, miedo, incertidumbre.
Sé que jamás voy a encontrar otra como ella. Pero estoy comenzando a comprender que debo resignarme, por eso hace unos días, regresé al sitio donde estuvimos juntos por última vez, y decidí acelerar el proceso de duelo. Necesitaba hacer una especie de catarsis, y aceptar los hechos que había negado todos esos años.
Entonces, permití que mi furia aflorara nuevamente, le cuestioné los motivos de su traición a su maldita alma inmortal, y luego de comprobar que nadie estaba observando mi ceremonia secreta, arrojé el cuchillo al fondo del lago.
 
EL_RETO_GANADORES,26.01.2012
El Cuadro de la Abuela

Miró el cuadro y en verdad parecía una foto, tal cual la tía Justina siempre había dicho, “es una foto de tu abuela en su juventud, antes de que pasara lo que pasó”, él sabía que era una pintura pero nunca se lo discutió, la tía no tenía porqué saber que él sabía, que la propia abuela se lo había contado, cuando él aún era un niño tan pequeño que apenas comprendía, pero eso no se le olvidó nunca, hay cosas que nunca se olvidan en la vida, otras que es mejor olvidarlas y eso él lo aprendió de pequeño.

También era mentira que fuera antes que “pasara lo que pasó”, como decía la tía, como si sólo hubiesen transcurrido un par de horas entre esa imagen bella y el después de la abuela; habían pasado muchos años entre un hecho y el otro.

Desde la sala principal se escuchaban los cuchicheos de las mujeres que habían venido a despedir a la abuela. ¿Dónde la velamos? esa había sido la preocupación de todos, pero todos coincidieron que no debían ir a una Sala Velatoria, la abuela se merecía irse de este mundo desde la casa dónde había vivido y reinado la mayor parte de su vida. Sí, mirando el cuadro pensó que realmente ella había sido una reina de belleza primero y luego una reina que gobernaba su casa y su familia. Una reina que ahora reposaba en un ataúd de madera lustrosa, rodeada de cirios – de los reales, por favor, nada de imitaciones de cirios conectados a la electricidad y con una lamparita – esas habían sido las palabras de la tía cuando el pomposo dueño de la empresa fúnebre ultimaba los detalles. La tía ahora se sentía importante, importante y heredera, porque era la mayor de las mujeres y según ella, la más parecida a su madre. Ilusa, pensó Sebastián, nunca sería ni cerca a lo que fuera su madre.

Miró el cuadro y le pareció que la bella muchacha que sostenía en su mano un sombrero de paja le sonreía con complicidad y hasta le guiñaba un ojo. Nadie más que la abuela para entenderlo, para saber el dolor intenso que su partida le producía y esa sensación de impotencia por no haber podido hacer algo más para retenerla, pero no, ella se quería ir, hubiese sido en vano todo lo que él hiciera, ella ya no era de este mundo desde hacía mucho tiempo.

Como oleadas volvían los rumores desde la sala; el ruido de las cucharitas revolviendo el café que Orfinda servía a las damas cada hora para mantenerlas despiertas; alguna tos grave, lo que indicaba que los hombres cada tanto entraban a dar una vuelta como para hacer notar su presencia y los cuchicheos, los cuchicheos que la abuela y él detestaban y de los cuales se burlaban juntos.

La abuela se había casado enamorada, pero enamorada del pintor que la había eternizado en su belleza; el abuelo había sido la obligación impuesta por la familia y a su lado no conoció la felicidad como hubiesen creído muchos. Al lado del abuelo conoció el dolor, el desprecio y la obsesión de un hombre enfermo de celos y de mal carácter. Un hombre que la obligó a parir hijo tras hijo hasta que murió en el intento de embarazarla del décimo.

La abuela había olvidado el amor al pintor mucho antes de concebir sus nueve hijos; lo olvidó el día que se preguntó a si misma si su vida con el pintor hubiese sido diferente y comprendió que no, que hubiese sido parecida, salvo que ella habría estado enamorada el primer tiempo. Además la ayudó encontrarse un día con el pintor, su esposa y un número considerable de niños y ver en el rostro de la mujer una profunda tristeza y en el del pintor una mirada de soberbia que nunca le había visto. Por ese tiempo era un pintor exitoso y según decían las malas lenguas, con una cantidad de amantes en sus espaldas que más de un Don Juan le envidiaba.

La abuela que no era ninguna tonta, olvidó rápidamente sus amores juveniles y se dedicó de lleno a la crianza de sus hijos, con una mejor disposición desde el momento de la partida al otro mundo de su consorte.

Luego fueron los nietos, y de los nietos, él, Sebastián, era el mayor y por ende el preferido, el compinche de la abuela, hijo de su primogénito y el menos querido de sus hijos, porque al concebirlo se había sentido casi violada por ese hombre que le habían impuesto. A los otros hijos ya los recibió más resignada, aprendió a quererlos desde el momento en que los sentía vivos en su interior y se aferró ciegamente a cada uno de ellos y cada uno de ellos se sintió unido a ella de la misma manera.

Sebastián tenía una imagen muy confusa, un recuerdo casi nulo del momento en que pasó lo que pasó. Ahora dirían que los recuerdos se habían borrado ocasionados por un stress post-traumático, él sabía que no quería recordar porque además la abuela se lo había exigido – olvida, olvida, lo que ocurrió no es tu culpa – y el obedeció y olvidó.

Sabía que no podía ir a la sala, sus padres y toda la familia, también las chismosas damas, esperarían verlo aparecer antes de cerrar el cajón, pero él prefería seguir mirando el cuadro y el bello rostro de la joven que le sonreía, ese sería el recuerdo de su abuela que siempre guardaría en su corazón.

En la sala los murmullos cesaron y se escuchó algún que otro sollozo cuando la tapa se cerró sobre el rostro desfigurado por profundas cicatrices de la reina de la casa.
 
EL_RETO_GANADORES,26.01.2012
Mañana finaliza el plazo para entregar textos al reto.
¿cómo dice el proverbio?: se puede llevar un caballo al rio pero no obligarlo a que beba.
 
ninive,28.01.2012
Comienza la votación 3-2-1

Se vota en Votareto en Privado hoy y mañana28/29/enero en el
reto de las décimas.

En el reto Prosa no habrá votación por falta de quorum
 
EL_RETO_GANADORES,28.01.2012
La cicatriz es de autoría de bfiliberto/b

El Cuadro de la abuela es de bgmmagdalena /b

Cicatriz y recuerdos es de bglori/b

Estos textos hubieran merecido ganar los tres.

Como no habrá votación propongo que los participantes o quienes lo deseen, digan cuál hubieran preferido y por qué.

Creo que en el futuro, si hay menos de 7 participantes, emplearé este sistema de apreciación, que casi prefiero, porque resulta más útil para el crecimiento literario que un voto
 
gmmagdalena,28.01.2012
En primer lugar hubiese votado "La cicatriz" porque el tema de los fortines me encanta y es verdad que muchos de los fortineros eran soldados rebeldes tal cual dice este relato. Yo nací en la zona dónde antiguamente estaba el Fortín Loboy, así que de chica escuché historias de ellos. Está muy bien ambientado. En segundo lugar hubiese votado a "Cicatriz y Recuerdos", estos temas escabrosos son atrapantes y este criminal de doble personalidad está excelente. ambos cuentos me parecieron muy bien narrados y me encantó estar compartiendo con dos cuenteras de primera línea como Filiberto y Glori. Gracias Maestruchi y sigamos.
 
filiberto,28.01.2012
Los dos cuentos merecían ganar:
El Cuadro de la abuela de gmmagdalena

Cicatriz y recuerdos de glori

Me encantaron y lo único que mejoraría de ellos es que están un poquito confusos al final. Por lo demás ES-PEC-TA-CU-LA-RES.

No debemos preocuparnos por la cantidad de respuestas.Vale la pena Ninive proponer disparadores cuando los logros obtenidos son estos.


 
glori,28.01.2012
Es difícil elegir cuál me gustó más, Creo que "El Cuadro de la abuela", está dentro del estilo que prefiero, así que lo hubiera votado en primer lugar. "La cicatriz" me parece excelente, un relato impecable. La verdad que los dos me encantaron.
 
gmmagdalena,29.01.2012
Gracias Glori y Filiberto. Respecto al comentario de Filiberto, quiero aclarar que ex profeso no develé qué había ocurrido para dejar un final abierto a la imaginación del lector. Un abrazo a todas y espero nos encontremos en el próximo Reto. Magda
 
filiberto,29.01.2012
Imaginé algo así porque además hice mi propia conclusión y te aseguro que las cuentas a los dos trabajos me da 10. Felicitaciones.
 
loretopaz,29.01.2012
No participé por falta de inspiración. Los tres cuentos me han gustado, aunque mi preferido fue La cicatriz : buena prosa, muy bien contado, un excelente final.
"Cicatriz y recuerdo" me impactó por ese final algo ambiguo que deja entrever lo insospechado (por lo menos para mí.
"El Cuadro de la abuela" también muy bien contado, un placer leerlo del comienzo al final.
Felicitaciones a las tres.
 



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