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Inicio / Cuenteros Locales / elena / DE CÓMO COMPORTARSE ENTRE EL CUERPO DE DISTINGUIDAS SEÑORAS DE OFICIALES EN RETIRO

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Navego en las tumultuosas aguas de los treintaitantos; peleo con las hormonas y las arrugas incipientes que comienzan a posarse en torno a mis ojos - líneas de expresión - dice mi amiga Karen con la cara toda embetunada en palta, yo no sirvo para esas cosas, las cremas me cargan y las paltas son para comer, no para intentar detener el tiempo.

No me puedo quejar, desde que tomé la mejor decisión de mi vida, separarme, hago lo que quiero y cuando quiero, me siento libre. Vivo con mi hija, una niñita de ocho años en un departamento en Ñuñoa y mantengo un “matrimonio puertas afuera” ¿Qué es eso? Simple, tengo una relación de pareja estable con un hombre que adoro, pero el vive en su casa y yo en la mía, no es un noviazgo, es mucho más que eso, compartimos nuestras vidas con la mejor disposición mutua.

Mi hombre, un príncipe azul arrancado de un cuento de hadas, podría ser mi padre, tiene apenas tres años menos que mi mamá. Es poseedor de una excepcional inteligencia, una simpatía particularmente irónica y una vasta experiencia en la cama, que ya se la quisiera cualquier gigoló criollo. No se imaginen un viejito, como le paso a Karen ese día que le conté con la cara llena de risa sobre mi nueva conquista.

“¿Qué tiene cuánto? Noooo… ¿Pero tu estay loca mujer? Si a esa edad yo creo que ni se le para… o sea, tiene muchas lucas o te haces ver, amiga”

Es verdad, no le puedo pedir a la gente que entienda esta especie de amor incestuoso; siempre verán en él a un “viejo verde” y en mi a una arribista. Lo que las personas no se imaginan es el gusto que nos da caminar de la mano por la calle y toparnos con una pareja cualquiera, de esas que en conjunto suman más de ciento diez años, sentir el peso de sus miradas sobre nosotros y leer en sus ojos lo que están pensando:

El: uf, ídolo, como pedirle la receta… ¿Tendrá mucha plata? – claro, el hombre en cuestión mira para el lado y compara a esa mujer con la que despertó, que vió chascona, desarreglada y tiene unos cuantos kilos de más con esa otra fémina que, con suerte, supera los treinta años, flaca y sin arrugas que entrelaza su mano a la de su amante, un hombre que pasa la cincuentena.

Ella: Qué fresca la mujer… seguro es la amante que le saca plata… y claro, el pobre huevón hace el ridículo y cree que se ve muy bien con una jovencita… Pobre esposa metida en la casa mientras él se pasea con otra – piensa la atemorizada mujer rogando que su marido no esté haciendo lo mismo cuando no lo tiene cerca; pero, por las dudas, le da una mirada severa y un pellizco, para disipar cualquier idea extraña de la mente del individuo.

Pues bien, ya no me sorprenden las miradas de las personas en la calle, me acostumbré al cuchicheo que generamos cuando nos ven pasar. Pero, debo confesarles que me sentí especialmente nerviosa cuando mi hombre recibió una invitación de sus ex compañeros de curso de la promoción de 1965 de la escuela de oficiales de la Armada de Chile para asistir a una conmemoración del término de la carrera militar del curso con la próxima retirada del actual almirante Vergara.

Lo que pasó hace dos semanas ya es historia, pero bien vale la pena escribir unos cuantos recordatorios para tener en cuenta en un evento futuro.

Mujer que se prepara a tiempo, no corre a última hora:

Ese es un consejo sabio que en alguna oportunidad me dio mi madre y que nunca he tomado en cuenta.

Pasé toda la semana previa al encuentro hurgando mentalmente en mi armario con el propósito de encontrar algo decente que ponerme. La reunión era informal, pero vamos seamos sensatos y pensemos un poco más allá de lo que decía la invitación ¿Qué es informal para una mujer? Que no te pongas la estola de piel ni el vestido con lentejuelas y que tu maquillaje sea un pelito más discreto que para una fiesta, pero informal, lo que se entiende por informal, es decir el jeans desteñido y las zapatillas carreteadas, nunca; por lo tanto, estaba en serios problemas, más aún si pensamos que estaré en el centro de la mirada chismosa de las distinguidas señoras de los oficiales en retiro. Solución, correr a comprar ropa a última hora del día viernes antes de la reunión.

La importancia de la preparación mental:

Con esto me refiero a que es necesario contar con un par de horas de introspección y reforzamiento de la personalidad para soportar un régimen militar que no entiendo y del que me declaro completamente prejuiciosa. Por lo tanto, debemos exacerbar la tolerancia, especialmente a las señoras, aquellas, las cadeteras en sus años mozos.

Lo cierto es que no fue tarea fácil. A mis oídos habían llegado rumores de lo segregadoras que podían ser si tenías la mala fortuna de no caerles en gracia y, la verdad es que tenía más cosas en contra que a favor; mujer número seis del ex oficial (ya a la segunda le hacen la guerra, ni pensar en cómo se comportarían con la sexta) y peor, más despreciable aún, joven.

Viajero que sale temprano no choca en el camino:

Si tomamos en cuenta la emoción del oficial en retiro de sólo pensar en ver a sus compañeros de hace cuarenta años y le sumamos la neurosis creciente de su acompañante, es posible que los poco más de 100 kilómetros que separan a Santiago de Valparaíso se hagan eternos entre cafés, bebidas, cigarrillos y baños. Por lo tanto, es mejor salir de casa tres horas antes de la reunión.

El temido encuentro:

Tengo que reconocer que siempre mentí cuando dije que estaba tranquila, la verdad es que esa famosa reunión me tenía nerviosa desde hacía semanas. Pude negarme a ir, después de todo no sería la primera vez que enfermo a mi hija o a mi madre para zafarme de los compromisos no deseados, pero sentía una curiosidad extraña hacia ese mundo auto negado desde mi adolescencia.

El temido grupo de señoras estaba en el patio central de la antigua escuela de oficiales que se desplaza en la cumbre del cerro Artillería en Valparaíso. Las divisé con horror al cruzar la gran puerta de roble que da paso a un primer salón de la casona colonial. Se veían todas tan alegres, tan arregladas, tan rubias, tan seguras y tan iguales. ¿Yo?, yo tiritaba de susto, me sentía totalmente fuera de lugar, pero siempre altiva me aferré al brazo de mi hombre y caminé segura a su encuentro. A estas alturas, ya no eran las señoras de los oficiales en retiro, se convirtieron en monstruos, temibles bestias hambrientas que querían devorarme y yo apenas era un pollito caído en desdicha.

Al encuentro de las bestias:

Todos me miraron detenidamente. Los hombres se acercaron y saludaron coquetos, mientras sus mujeres, protegidas en sus infranqueables grupúsculos, comentaban quien sabe que cosas entre ellas sin despegarme la vista.

Durante todo el tiempo que permanecimos en el patio viendo una parodia de formación hecha por nuestros oficiales en retiro, que ya no eran ni la sombra de lo que fueron, todos ellos con guata, canas y el peso de los años en sus hombros, me sentí observada. Pero lo peor llegó después de la foto oficial, cuando una de las mujeres se me acercó para preguntar decidida:

- ¿Y tú, con quién viniste?
- Con Eduardo Guzmán – contesté temerosa.
- ¿A qué viniste? – su mirada escrutadora me descomponía.
- Sólo lo acompaño – me odié por sentirme una intrusa.
- ¿Pero por qué lo acompañas tú, quién eres?
- Soy Helena, su mujer – respondí

Sintiendo la victoria, la mejor recompensa:

La señora me miró con terror, no dijo nada, sólo caminó raudamente a refugiarse entre los murmullos de sus amigas. Yo la miraba a la distancia, ahora tranquila, intocable.

En ese momento comprendí que yo representaba una amenaza mayor para esas mujeres corrientes, todas iguales, que se esforzaban por seguir un modelo de esposa ideal sin más ventajas que la autoridad auto adquirida y la vigilancia permanente hacia sus maridos.

Ellas me tenían mucho más miedo del que yo le tenía a esos seudos monstruos; pues para ellas, era el deseo oculto de sus hombres, una mujer joven, sin ataduras, desinhibida, el demonio personificado.

Para mí, ellas eran señoras maduras, casi de la tercera edad que luchaban con uñas y dientes para mantener a su lado a sus maridos, todos ellos unos despojos de lo que fueron hace 40 años, cuando se graduó el curso de aspirantes del 65.

Texto agregado el 20-04-2005, y leído por 268 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-05-2006 jajajajajajajajajaj, hay, si supieras...... pero no todas son así para que sepas; hay mujeres valiosas por ahí, "las de perfil bajo", me ha encantado; sé muy bien a lo que te refieres y conozco demás y de sobra ese mundo. impresa
22-04-2005 Amiga, tu cuento me hizo recordar muchas cosas... te dejo una nota en tu privado y aquí mis 5 estrellas por la fuerza y la verdad que encierra tu relato. mariafernanda
 
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