Ahora siento una gran felicidad, mi corazón y demás componentes brincan por gran sentimiento, por gran dicha. El verde de tus ojos y el blanco de tu piel no sabes cuanto los deseo en tu ausencia, no sabes como mi alma ya casi que se sale por ir por tí.

No sientas miedo de mi desamor. ¿Piensas que este puede existir después de haber vivido todo ese sueño? Me hiere saber que tú, mi segunda vida, crea que estoy por tu cuerpo, y no por tu alma, lo verdaderamente importante en la existencia. ¡AMOR! Eso solo es biológico; trato de gritarte mi voz desesperada y entregarte mis hechos dicientes para que te des cuenta del sentimiento casi infinito que me baña de pies a cabeza.
Yo te entiendo amor mío, no te preocupes. Por eso anhelo que me comuniques todo lo que lo que sale de tí, todo lo que tu alma bella, casi de ángel, empuja hacia el vacío lleno de vida y clama para ella misma. No estanques tu vida, no atrases tu crecimiento espiritual, aquel del que depende tu existencia pura y clara.

¡TE AMO! Yo sé que lo sabes. Pero tu miedo, también sé; que morirá, pues aquel momento donde nuestras fuerzas se juntan y nos hicieron subir al cielo, acariciarlo; te darás cuenta que fue, a pesar de todo, uno de los mejores instantes de tu vida.

Miel de mi vida lo que hemos vivido no es hora de vivirlo. No es hora de lanzarnos a aquel manjar donde nuestras almas se entrelazan y se engrandecen en un lugar donde la existencia se posa en su último nivel de estremecimiento.

Sigue escribiendo este cuento infinito, con el sonar de tus pasos casi intachables y tus manos, que con su dulzura y comprensión, hacen vivir al más infeliz de los humanos.

TE AMO, NO LO DUDES.