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Inicio / Cuenteros Locales / HechiceroFugaz / Carta de un agobiado padre de familia a un sacerdote

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Estimado señor cura:

Quien le escribe esta misiva es un preocupado padre de familia, que ha observado como la juventud cae en las redes de Satanás, y como nuestras autoridades se han hecho la vista gorda y han ignorado este terrible problema que está minando nuestra sociedad.

Los últimos hechos ocurridos en tres escuelas de educación secundaria lo demuestran. En el primer caso, una niña de escasos trece años parece haber sido atacada por un ente demoníaco luego de haber jugado al maldito juego de la “guija” con unos compañeros. La niña dijo escuchar voces de un demonio, que le decía que era suya. Sólo tras muchas oraciones, la presencia se alejó. Otro caso fue más grotesco: cuatro muchachitos empezaron a gritar y a agitarse como locos, en algo que algunos llamaron “histeria colectiva”, pero que quizás sea otro caso de posesión, luego de haber estado jugando con un juego de cartas de naturaleza demoníaca. Parece ser que fue un “profesor” quien les enseñó el juego. Y en el tercer caso, fue el mismo profesor (hasta el momento del ataque siempre tuvo una trayectoria impecable) quien se puso a gritar groserías a sus alumnos, que debieron salir corriendo del salón de clases.

Como ve, no se trata de casos aislados, y el pánico ya se ha desatado. Muchos padres prefieren no enviar a sus hijos al colegio, y otros lo hacen a regañadientes, pero los mandan con rosarios, estampitas de santos, y cuantos medios estén a su alcance para protegerlos de la presencia del mal.

Pero ya desde hace varios años se viene señalando este flagelo. ¿Qué hacen nuestras autoridades, me pregunto, que se pasan en puras proclamas de la grandeza de nuestra nación, mientras nadie supervisa los “juegos” que caen en las manos de nuestros hijos? Que a los padres también nos compete la vigilancia en nuestros hogares, estoy de acuerdo y yo lo hago, pero, ¿cómo controlar lo que hacen mis hijos en la escuela? ¿No es eso competencia de las autoridades?

Algunos ostentan toda clase de argumentos confusos para obligarnos a quedarnos de brazos cruzados. Que el problema es más complejo dicen, que no se trata de prohibir unos juegos, sino de educar bien y pasar más tiempo con los hijos. Que la crisis de valores de nuestros tiempos… malditos “expertos” que vienen a complicarlo todo. El único responsable de la crisis es el mismo Satanás. ¿Qué cómo lo sé? El mismo me lo dijo. Ayer practicamos una misa negra en el bosque, y él manifestó su poder entre los presentes y nos habló y nos dijo: “Toda la humanidad me pertenece. Yo traigo el mal al mundo y ustedes son mis servidores”.

Y Satán nos habló de cómo dominar a la humanidad. Nos habló de la ignorancia, madre de todos los males, y nos dijo que mientras las personas no piensen por su cuenta, pueden ser manipuladas con facilidad. “Por eso tenemos los dogmas”, nos expresó, “nosotros le decimos a la gente en qué tienen que creer y en qué no, nosotros eliminamos la posibilidad de que vivan su propia vida; creerán que viven, pero son sólo vegetales que no piensan, nosotros pensamos por ellos, y nos alimentamos de sus inútiles vidas”.

Que culpen de todos sus males a un ser ajeno a ellos, y de esa forma nunca sabrán que ellos mismos tienen el poder de cambiar sus vidas. Que vean a Satanás en juegos de cartas inofensivos, o en juegos de video, o en la música que escuchan sus hijos, y así no se darán cuenta de que la manipulación es otra, porque el verdadero demonio está dentro de cada uno, y no bastan unas palabras en voz alta o unos pases mágicos para expulsarlo, pero esto no deben saberlo, no.

Y en cuanto a usted, señor cura, no tema. Satán cuida a sus instrumentos, y usted y la institución que representa son herramientas muy útiles para el imperio de Satán sobre la tierra. Ahora está usted en la cárcel, acusado de abuso a menores. No se preocupe, que el dinero todo lo soluciona, y pronto estará usted libre predicando a sus feligreses sobre las ventajas de la abstinencia, cosa que desde luego usted no practica. Afortunadamente en este mundo no importa lo que uno es, lo que cuenta es lo que uno parece. Apariencias, apariencias, ¡vivan las apariencias!

Atentamente,

Padre de familia agobiado

Texto agregado el 28-04-2005, y leído por 156 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
28-04-2005 Oremos hermanos, para que la gente despierte y tenga el poder de cambiar su propia vida. Jajaja. Buen cuento Peter_6
 
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