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UN DIOS MÁS

No puedo dormir, y sigo deglutiendo la historia entre mis manos. Mientras que en el interior crece cada vez más el grito de una raza muerta que pide venganza. Resuena a cada segundo pidiendo cada una de las gotas de sangre que derramaron.

—¿Te acuerdas del que llegó a estas tierras?
—Sí, el extraño que dice venir del Imperio del Sol, más allá de los confines del mundo.
—Pues, los sacerdotes han decidido convertirlo en el nuevo Dios que nos guié.
—¡Oh no! ¡Maldita raza! Que no entiende, siempre has de terminar otorgando el poder a quien no lo merece. Caes y vuelves a cometer el mismo error de tus antepasados. Tu mismo gozas acabando a tu propia gente y no aprendes, no aprendes.

No sé si creer en el espíritu que me habla y clama su desquite, la paga de los agravios y daños hechos. O dejarme llevar por la razón de los hombres, hombres que me han enseñado a querer sus razones, justificando la muerte del espíritu que me llama y me hace regresar a la tierra, donde esta la verdad.

—Posee gran sabiduría y conocimientos, sus ideas son tan distintas a las nuestras.
—Las mismas que han de terminarse.
—¿Qué piensas hacer?
—La sangre pide sangre, es lo que tendrá. Manda llamar al guerrero Águila, y al guerrero Jaguar. ¡Vamos, apresúrate! Es hora de acabar con la ceguedad del pueblo, decirles cual es el nuevo camino. Es hora de disminuir esa terquedad de tener que creer en algo para poder sobrevivir.

Han hecho que odie mi origen y que compre con sangre lo que tengo. Por un lado las voces, y por otro lado la verdad que me han impuesto. ¿De dónde soy? ¿Cuál es mi principio y fin? Ésta es mi tierra, tierra que he ganado con sudor y sangre, es donde debo estar. Soy la nueva raza donde la conciencia y el sentimiento se entremezclan. Tengo los atributos, las expresiones, la esencia y una nueva voz, que no calla su condición, de haber nacido de la unión del mal llamado indio y del español.

—¿Asesinarlo?
—Sí, porque no entiendo la idea de convertirlo en nuestro nuevo Dios, nosotros aprendemos como él aprende de nosotros, el conocimiento es reciproco. El hombre debe tener la libertad de querer a sus Dioses, pero cuando realmente lo sientan. No esto, de imponernos un culto que no queremos, de que nos ofrezcan la gloria después de la muerte. Por que saben que esa es la única salida, que nos libra nuestro espíritu, para encontrar nuestra raíz.
—Han llegado los guerreros.
—Bien, es hora de partir. Nos juzgaran de locos, traidores a la causa, cuando vean correr la sangre por estas manos y no faltará quien quiera detenernos. Pero el espíritu ya posee la ciencia, sólo que tiene olvidado el juicio del mismo hombre, que no se entiende.

Texto agregado el 12-05-2005, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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