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Inicio / Cuenteros Locales / negga / Prodigia magia, un audaz guerrero, un inhabitual niño y un cuento

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Es el momento donde mi deseo de escritor se intensifico, creo que la causa fue haber terminado de leer y creo que de escribir "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", la obra cumbre de Miguel Cervantes de Saavedra. Fue un delirio del que soy su víctima algunas veces, el decir que lo escribí. Estuve pensando en criticar la obra de aquel caballero, escribir un libro de cien páginas llenas de engaños, solo para que me den fama. ¡Oh, cuanto la necesito!, pero mas que estimación obtendría odio y rechazo.

Ahora estoy buscando una historia, una de verdad, no creer robarla, algo que al terminar de leerlo se sienta uno feliz. Pero que pereza, ¡Yo la tengo que buscar!. Se me puso en presencia de mi espíritu la idea de que quizás mi mente este lo suficientemente ciega para no verla; me refiero a aquella historia que acude a mi, la que necesita ser contada. Por un año busque las pruebas para rebatir con duros argumentos aquella hipótesis o bien afirmarla. Y el estudio comparativo de hechos fue desfavorable. Nada. Las ideas se buscan, no llegan de una forma que es ilusoria y simple a uno.

Escuché decir "Solo tienen valor los pensamientos que nos vienen mientras andamos". Considere posible que al sujeto que lo dijo le fue bien, entonces me lanzare nuevamente al único oficio que es hábil en la causa de revelar historias. Al decir "andar" me da indicios de que seria ir de un lugar a otro dando pasos, pero cuantos lugares tendrán que ver mis ojos para que mis manos se deleiten con una idea. Que impreciso, vago, indefinido, confuso, ambiguo e indeterminado, pueden ser las palabras de una persona. Y luego me dicen que me quejo de todo, pero como no hacerlo con cosas que rebosan de errores.
¡Embarcare y navegare por las calles, con el inigualable fin de conquistar historias!. Siempre le soy leal al reloj, el me tenia en las sendas siempre a las cinco de la tarde, equipado con un cuadernillo y un lápiz.

Lo primero que vi fue al almacén abrir, como estaba al frente de la ruta que sentía mis pasos, cruce, no para verlo y dejar que mi imaginación delire con tal imagen, sino para hablar con el hombre que emplea allí. Hice todo para que pueda suceder, ¿Que cosa? -ustedes se preguntan-, pues sacar una historia de su vida, que fue comprar y vender. Pude rescatar y muy ilesas dos vivencias de aquella persona, la primera fue cuando el le compro mercaderías a un hombre vulgo y la segunda cuando un pordiosero compro en su tienda; recordó que aquel último hecho había puesto en evidencia su cobardía. En esos momentos asomo una historia, una que reflejaría los temores a cosas que deberían de ser cómicas y grotescas. Cuando encuentre mas detalles, he ampliar o rectificar aquella historia.
El hombre muy feliz por haber contado lo que contó y yo muy molesto por escuchar lo que escuche, nos saludamos y seguí por la misma calle. Me detuve al arribo de un auto, ya que este se coloco entre mi y hasta ahora la ininterrumpida senda. Una mujer lo esperaba en la puerta de lo que parecía ser su casa, el hombre bajo del auto y la saludo con un beso.

-¿Que tal te fue en el trabajo? -pregunto la mujer-
-Como siempre, como día por día, mal. Que eficaz es el trabajo para su única tarea que es la de quitar fuerzas y aburrir -aporto luego el hombre-.

Hice un pequeño rodeo al auto y continúe hasta ver a una señora que a lo lejos regaba unas plantas. Cuando estuve a su lado tenia la ilusión de que revelara secretos fantásticos y pudiera armarme con ellos para la causa con grandes cualidades morales que es la de escribir. Lo tuve que haber imaginado desde antes, mucho antes, solo podía esperar algo de las plantas que ella regaba, pero no de ella. Molesto no la salude y seguí. En la esquina de la cuadra tres chicos volvían a casa después de toda una tarde en la escuela, me apresure para que mis pasos y mis odios los pudieran seguir. Y solo quejidos de cuan cansados estaban oi.

No se cuantos días fueron los que salí de mi casa para ver a las personas que habitaban esta ciudad. Pero luego de varios días de ver lo mismo, resolví que es totalmente nulo seguir caminando por las tardes, y marche de las tardes a las mañanas. Fue inútil, el hombre que volvía del trabajo, lo que hacia a la mañana era salir de su casa para ir hacia aquel; fue el único gran cambio, porque el almacén volvía a abrir, la señora volvía a regar sus plantas, y los niños, que si fueran por los quejidos de cuan dormidos estaban, nunca llegarían a la escuela.

No eran solo dos o tres personas a las que veía todos los días. Sino muchas personas haciendo lo mismo, se copiaban una a la otra, otra a la otra y asi hasta lo eterno. Y yo veía una misma ropa de andar por casa, un mismo traje, y un mismo guardapolvo; y a cada ropaje una misma cara. Siendo asi para mi, eran dos o tres personas las que poblaban este lugar. - ¡Eso seria una historia buena! -había pensado-. Pero yo voy a proseguir a caminar. Y asi lo hice al día siguiente.

Camine por las calles como nunca antes lo había hecho, salí de mi casa a eso de las tres de la tarde y me encontraba en quien sepa donde a las siete de esa misma tarde. Mi mente estaba en otro lugar, y creo que la izo volver el grito de una mujer:
- Hijo quiero dormir pero la luz no me deja hacerlo, perdóname por repetírtelo una y otra ves, vos ya sabes -dijo su madre-, asomando la cabeza por una ventana a su hijo que estaba sentado en la senda. Quien respondió con un si. Luego se levanto del piso sucio en el que estaba, y se libro de la mugre con una suave sacudida. Y el chico voló hacia el sol y con una mano lo tomo y lo coloco en el bolsillo derecho de su pantalón. Ahora es de noche, y el niño vuelve a sentarse en la senda. -yo siempre creí que el se ocultaba detrás de las llanuras -le dije al chico-.
- Lo hace, nada mas que en mi bolsillo -respondió -. La madre nos interrumpe con un -dale, no seas vago. El chico vuela nuevamente hacia los cielos con el fin de darle la luna. La saco del bolsillo izquierdo de su pantalón (lo recuerdo claramente). Ya vi todo lo que tenia que ver. Volvía a mi casa, y nunca dude en regresar a aquel lugar, ya que aquello visto fueron las pistas para creer que una historia avecinaba.

Media cuadra restaba para llegar. No lograba verlo, pero si a un hombre sentado en un pequeño muro, tenia una espada en una mano a la que hacia girar y girar en la seca tierra que tenia como vereda, y su otra mano influía fuerza sobre la cara o quizás la mantenía firme, evitando su caída. Fueron indicios carísimos de que aquel hombre estaba pensando. Me acerque mas para verlo detenidamente, hasta que supe que se trataba de un guerrero. ¡Un guerrero!. Quise cruzar y saludarlo y un: ¡Alto o disparo!; como si se tratase de mediar con uno de los peores criminales, me detuvo. Doy una vuelta y veo a un viejito meciendo en un sillón de hamaca, encañonando una gran escopeta.
- Acércate hijo.
- Señor yo no he echo algo malo -respondí-
- Solo hazlo.
- Esta bien, lo haré

Boom, el disparo de su escopeta y mi pecho cubierto de sangre fue lo último que vi.

- ¡Jajajaja! -escuche al despertar-.

Yo estaba en una cama tirado con el torso descubierto y a mi lado el viejito en su sillón de hamaca.

-¿Que me hizo? -le pregunte-.
- El susto fue tan grande que te has desmayado.
- ¿Quien es usted?.
- Soy un viejo al que se le ha dado el poder de hacer la ilusión -dijo al presentarse y luego-, ¡Observa!.

Vi mi remera manchada con sangre y con las roturas que unos disparos de escopeta le producirían, y luego como que el tiempo volvía hacia atrás. El viejito miro la remera, murmuro en idioma mágico, y luego en sus manos la remera volvía a ser la que fue antes del disparo. La incertidumbre y la perturbación hicieron de mi una piltrafa por unas horas. Luego el anciano quiso corregir aquel hecho, en el que pensó que yo había muerto del susto:

- Solo dime que cosas tus ojos quieren ver -dijo-.
- Al niño que toma el sol en sus manos y lo mete en el bolsillo derecho de su pantalón.
- Eso lo vas a ver cuando salgas de aquí, ¿Podría ser otra cosa?.
- Si claro, viajar en el tiempo.
- Lamento no cumplir nuevamente con tu deseo ya que eso no es cosa que la ilusión pueda hacer, igualmente tengo algo que creo que va a saciar en parte tu pedido.

El hombre tomo mis manos y puso en ellas un reloj capaz de retroceder en al tiempo toda una vida.

- Vas a volver a vivir la misma vida que estas viviendo, consiente de haber muerto y consiente de estar otra ves vivió. Te darás cuenta que si lo quieres no tendrás que repetir las cosas que has hecho. Es otra vida, una nueva -me lo dijo con felicidad en su rostro-.
- Solo una cosa repetiré, la de volver aquí y darte las gracias.

Me despedí con un fuerte abraso y con unas gracias. Eran ya las ocho de la noche y fue entonces cuando salí de su casa y vi al niño cuando incurrió otra vez mas a entrometer la luz del sol metiendo en el bolsillo de su pantalón derecho. Olvide decirles que el y todas las personas que pueblan el mundo, no tienen recuerdo alguno de su vida, y que están obrando del mismo modo en que lo habían hecho, solo yo puedo cambiar mis actos, solo yo conocí el destino.
Bien. Faltaba ver al guerrero. Al día siguiente volví y lo vi. Ya no pensaba, estaba parado frente a su casa, a segundos de entrar.

- ¿Quien es usted guerrero? -enuncie-.
- Soy el comandante del ejercito mas valiente del mundo.
- ¿Por eso viste ese traje?.
- Si, y porque estoy a punto de marchar hacia una batalla.
- ¿Que lo motiva a luchar?.
- ¡La libertad! -responde-.

Continuamos y me dijo que unos bárbaros quieren saquear y quemar su casa, la misma que tenia frente a mis ojos.

- El hombre libre es el guerrero, el que esta allí a dos pasos de la tiranía o de la esclavitud. El gran peligro es lo que hace libre a uno, porque es el que hace tomar conciencia de nuestros recursos, de nuestras virtudes, de nuestras armas de defensa y de ataque, de nuestro ingenio e inteligencia, el que nos impulsa a ser fuertes. Chico, la libertad es algo que no se tiene, que se quiere, que se conquista -fascino su discurso-.

Me invito a ver el campo de batalla, que era una llanura gigante con algunos desniveles y a la vez el patio de su casa; o quizás tenia allí atrás otro mundo, ya que no vi si algo le ponía fin. Yo estaba casi en medio de los dos ejércitos, y al darme cuenta de aquello me puse muy nerviosos, luego el comandante dijo que me tranquilizara que sin el la guerra no comienza. Seguimos hablando, y me entere que en el día de ayer el estaba pensando la estrategia de combate que utilizaría en esta batalla, me sorprendí porque yo lo había visto.
El sabia que los bárbaros tenían sus mejores tropas en el centro, entonces decidió reforzar las alas de su ejercito, confiando en que sus hombres destrozarían rápidamente los flancos del enemigo y asi llevar a la confusión el centro de sus filas. Y yo sabia que le iba a ir bien, pero igualmente le desee suerte y me fui.

Al al día siguiente volví y no estaban mas, sabia lo que había pasado, porque también fue asi en mi vida anterior. Los habían desterrado de allí por actitudes soberbias y de locura. Estoy enfadado porque tengo en mis manos un reloj que no sirve para nada porque ya lo utilizé. En mi primer vida gire las agujas del reloj para poder volver a ver a aquellas personas alegres y evitar su destierro; y el hecho de estar con ellos nuevamente me hizo olvidar la importantísima causa de impedir su exilio lastimoso. Pero ahora estoy feliz porque al fin tengo una historia digna de contar.






Texto agregado el 31-07-2005, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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