TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / mister3443 / prologo de un cuento

[C:131200]

Estaba un poco asustado la noche esa que mi cráneo se hacia demasiado evidente y yo no podía dejar de lamer mis dientes, dibujándolo. Sintiéndome a mi mismo, y eso era lo que daba miedo, un poco, lo frágil del cráneo. Lo fácil. Casi que me muero algunas noches.

Es que fumo a veces. Fumo todas las veces, también. O fumaba. Y siempre estoy pensando lo mismo, aunque a veces es diferente la imagen, o el nombre de la calle donde no te veo pasar caminando, alguna vez seguro miro hacia ese punto exacto, justo a tiempo para verte sonreírme y decir que el tiempo nunca fue tanto y nunca fue tanto el dolor, y yo encima, que bueno que soy que nunca odie a casi nadie, y vos también, sin necesidad de pedir perdón, tan buena y siempre tan linda.

Perdí todas las nociones, no miro al cielo y nunca se si hay nubes y cuando sale el sol solo veo el reflejo en las paredes de los edificios y la neblina de un calor insoportable en junio, el día del amigo.

Caminaba por el césped.

Es que fumo a veces y vos dijiste tanto en pocos años, justo antes de perdernos de nosotros, justo entre los momentos que te robaban de mí, y llorabas por otro y salvarle la vida nunca era tan importante como verme morir a mí. ¿Sabias entonces que era por vos? ¿Sabias? yo no quería que sepas, pero era lo que mas quería. Debo habértelo dicho, seguro, sollozando. Habré mentido bien ya en esa época de inocencia diluida en partes iguales de cerveza, fernet con coca, marihuana, cigarrillos, besos y caricias demasiado apuradas para tener catorce, tener quince años, o toda la vida; y eventuales champagnes que seguro no eran con vos, como la cocaína, que eso fue después, ya sin vos. ¿No?

Ahora mismo fumo para recordar un poco menos. Siempre estoy recordando todo, bah, basura, basura yo, que miento tanto. Siempre en el pasado, siempre estoy con vos. Siempre, todos los segundos del tiempo, me encuentro recordando un único momento.

Había una casa roja. El color de la adolescencia rabiosa. Una vereda, pero mejor no nombrar las cosas en momentos inoportunos, mejor no nombrarla. No había vereda. Había un living y un sofá. Malditos todos los tontos. Yo no.
Para decir absolutamente toda la verdad del momento, había un patio muy grande lleno de enredaderas. Pasto y un perro baboso. En el fondo, aunque podía cambiar de lugar, había un banquito idéntico a los de las plazas, con las patas ornamentadas, pero una sola tabla donde sentar el culo y otra para la espalda. Toda la verdad. Había una chica sentada al lado con una caja de zapatillas llena de hojas de carpeta dobladas en rectángulos, para aparentar seguridad en el momento inconsciente de confesar secretos.

Fumo. Ahora mismo me fui de la escena. Estoy arriba, es de noche, o parece serlo. Algo muy tentador en las estrellas me llama, nunca algo tan difícil, pero tan fácil a la vez, quedarme flotando acá para ser testigo del único momento que vale la pena guardar. Aunque no parezco yo ese de ahí... debe ser otro.
"son todas tuyas"
Eran las malditas cartas de amor. Todavía conservaba la inocencia suficiente para escribirlas, y creía en el amor tanto como para entregarlas. ¡Creía en el amor! ¡eso era demasiada inocencia! demasiada televisión también, todas esas series como Aquellos Años Felices, Kevin era yo a los ocho años, ahora era ese mismo engendro del sueño americano, argentino del interior, adolescente. Y todavía escribía cartas confesándolo.

Fumaba. Antes, para no recordar nada de todo esto. Ella empezó a leer en vos alta. No creo que haya llorado. Paraba de vez en cuando a decirme que nadie le había dicho cosas tan lindas, que era la única vez que se había sentido tan bien, no, esas no eran sus palabras. Dijo "cosas tan hermosas". No creo que haya llorado, ni que haya pronunciado la palabra felicidad, aunque latía. No dije nada porque no sabia que decir. Ella hiso todo. Siguió leyendo, eran mis palabras en su boca. Quería que deje de leer, quería besarla. Su boca es la seda. Leyó mis palabras, dije que la amaba con su voz, con sus muecas, con sus labios. No hice nada, ella me beso.


Texto agregado el 16-08-2005, y leído por 704 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]