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L a E s p a d a S i n C r u z


Sentado sobre las colinas, una sombra inmóvil tomaba parte del paisaje, con una sonrisa observaba el ocaso esperando que su maldición acabase pronto, tantas batallas, ¿Para qué?, ya nada tenía sentido, sus sueños ese día se desmoronaron, mas, su destino se cumplió, ya no le quedaba más que seguir viviendo; sus ojos tristes mostraban un corazón ya segado por la desdicha y el sufrimiento; y su sonrisa era porque conocía el infierno de cerca, lo vivía, gracias a su maldición, ya no le temía a nada.

Mientras miraba hacia el cielo en busca de respuestas, en su mente se habrían paso los recuerdos, qué hermosos recuerdos. Vivía en las afueras de Camelot junto a su padre, un albañil, vivían solos, sin muchos recursos pero con un gran corazón; Vald, como le llamaban en ese entonces, tenía un solo sueño el cual compartía con su padre, Ser Caballero. Día a día, trabajaba sin cesar, por las noches entrenaba, pues su sueño era lo único que tenia...

El ocaso estaba en su punto, en ese momento decidió girar y ser testigo de lo que había sucedido momentos antes, pero ya no se escuchaban los gritos de guerra, los caballos y las armaduras rechinar por el movimiento al galopar, ya no se veían las espadas y mandobles en lo alto, solo quedaba un estandarte negro con la imagen de un dragón sonriendo, Wyrm. En esos momentos sólo se oyó el silencio de las espadas ensangrentadas que yacían en la tierra junto con sus portadores, había sido una batalla corta, suponía, a la cual nadie había sobrevivido...

Las lágrimas caían de sus ojos al ver tal destino, mientras rezaba recordó que después de muchos años de sacrificio logro lo tan anhelado, el Rey Arturo de Pendragon, estaba frente suyo, nombrándolo caballero, su padre estaba ahí con sus ojos llenos de alegría, estaban por fin dentro de Camelot, serían parte de algo importante. Deseoso de hacer el bien marchó con su estandarte y su espada en lo alto, montado en su caballo se sentía invencible. Así, el tiempo paso, su nombre y sus hazañas fueron conocidas por todos y recordadas por millones.

El tiempo perdonado había sucumbido, y en un suspiro la bella imagen de un joven fue borrada por la cruel realidad, poco a poco se desvanecía una perfecta armadura la cual se tiñó de oxido. Con una canción el viento le sonreía al ser, asombrado de lo que veía, lo envolvía sosteniendo unas piernas ya cansadas, momento a momento esperaba alcanzar el cielo con sus manos una vez mas y olvidar parte de su pasado, pero todavía estaba atado por al amargura y tembloroso del después...

Un día Sir Vald entró en la cueva de Wyrm el gran Dragón para darle muerte, con una antorcha en la mano izquierda y en la derecha su espada, a paso ligero se adentraba mas y mas, no era una cueva cualquiera, pues el olor a muerte lo sentía desgarrando su espalda, un frío intenso recorría su cuerpo al escuchar el sonido de sus pasos al caminar, eran crujidos abrumadores, por un momento pensó en correr pero su orgullo era mucho; miro tembloroso hacia el suelo, y contuvo las ganas de gritar, estaba parado sobre un cementerio de caballeros, dejo caer la antorcha y empuñó su cruz fuertemente y la presionó contra su pecho hasta que su mano sangro y su cruz se tiño de rojo, suspiró, pues supo que no sobreviviría, no portaba mas armas que una espada oxidada y el viejo cuchillo que le había regalado su padre, su rodela estaba quebrajada y sus ropas parecían mas de un mendigo que la de un caballero, tanto tiempo había luchado, pero ya su edad y su suerte lo estaban abandonando, solo le quedaba la esperanza de volver a ver a su padre. Después de mucho caminar vio una espada con hermosos grabados, aprisionada en una roca, sobre esta caía un suave rayo de luz que le daba un aire divino en medio de la oscuridad, una sonrisa broto de la cara de Sir Vald, tan cerca, tan perfecta, parecía ser la hermana perdida de Excalibur, mientras la recorría con la vista escuchó una voz que decía: Sir Vald vos sois el único, el elegido, solo vos daréis muerte a Wyrm , pero no os preocupéis esta espada te protegerá, vamos tomadla o no de lo contrario no podréis salir con vida, te os suplico vos sois la única esperanza de la humanidad. Su decisión fue inmediata, así, empuño la espada, y la alzo en lo alto, y un extraño poder recorrió todo su ser, su cuerpo se alzó por sobre la tierra y una luz lo cubrió, poco a poco su piel fue perdonada por el tiempo, y la juventud toco nuevamente a su puerta, su aspecto ya no era la de un viejo sino la del joven que recibió la bendición del Rey Arturo. Sus harapos fueron encendidos por una mágica luz, y se transformaron en la armadura perfecta, cubría cada rincón en perfecta sincronía, se sentía libre de movimiento, como si no llevase peso alguno, su vieja rodela se rompió como un cristal y en su lugar apareció un gran escudo. Unas carcajadas se dejaron escuchar en todos los sentidos, luego, Wyrm apareció con una niña entre sus garras, mientras decía – Uh, juguete nuevo - Sir Vald miro enfurecido al dragón pero debía salvar a la niña; Wyrm se hizo escuchar – No mires tanto, esta es mi comida; has servido bien, vuestra muerte será rápida, te lo prometo, adiós – Vald intento con todas sus fuerzas abalanzarse sobre el dragón y salvar a la pequeña, pero su cuerpo no respondió, mientras tanto Wyrm levantaba el cuerpo de la niña lentamente mientras miraba a Vald, al llegar al punto mas alto sostuvo el pobre cuerpo y lanzó una sonrisa, la dejó caer, y con un movimiento fugaz abrió el hocico, y la devoró; las lagrimas corrían por las mejillas del caballero que observaba incapaz de realizar acto alguno, el dragón hablo – Carne tierna, sabrosa, y ahora vos, caballero que se siente no poder ayudar al indefenso, ahora mírate - Mientras apuntaba hacia Vald la luz que lo protegía se torno oscuridad, sus ojos estaban asustados, mientras que desde sus pies se tornaba de luz a oscuridad, poco a poco subía un manto negro que lo adsorbería por completo, la espada que sostenía en un centelleo se tornó negra y los grabados comenzaron a sangrar, inmóvil y alejado de toda esperanza miro a Wyrm, y lanzó un suspiro añorando la muerte, sonrió y miró hacia el cielo, resignado a la realidad fue confinado a ser una simple marioneta, al tiempo Wyrm decía – No pensé que erais tan estupido; espero que eso cambie, desde ahora seréis mi fiel servidor, matareis lo que juraste proteger y serviréis a quienes juraste matar, esta espada nos une y os controla, lo único que os podría librar será vuestra muerte, pero no te preocupéis no lo permitiré; la justicia ya no será parte de vuestra vida, mas, solo te alimentareis y vivirías del sufrimiento de los ojos de mis enemigos al caer, ahora vete, te lo ordeno, marioneta del destino, apresuraos quedan muchas batallas por librar, y ya tu olor me aburre, ¡Odio a los humanos!... Se me olvidaba desde hoy os llamaré... Lord Night mare y vuestro nombre será eterno como el mío. Desde ese día todo cambió...

Ya había pasado mucho tiempo desde entonces, aquel día que le quitaron su sagrada cruz, dejo caer su espada, ya estaba libre de pecado, ahora solo le quedaba ser perdonado, solo quería entrar al cielo, estar con su padre, poder mirarlo a sus ojos. Un sonido se escuchó, la de un caído en batalla, una armadura ya oxidada por los años se encontraba frente a frente con la tierra; tantas veces había escuchado el mismo sonido y ahora nadie lo escucharía por él; rezó, aguardando su final... Un río de sangre broto de su cuerpo y tiño la colina con un manto rojo, completa, hasta que oscureció.

Texto agregado el 18-08-2005, y leído por 162 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-08-2005 deberia haber sido un poco mas extenso, tiene una buena trama, pero faltan algunos conectores que dejen o expliquen de una manera mas explicita la historia....pero igual es bueno...sigue asi qollie
 
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