A Julia le escocia la conciencia aquella tarde. Imposible dejar escapar ni un solo ápice de visión al selvático mundo exterior q podría dibujarse ante sus ojos con un mínimo esfuerzo. No, no abriría los párpados aún. Enfrentarse a ella misma un día más le aterraba, un inmenso día eterno rellenado de pensamientos absurdos para poder esquivar los asteroides cognitivos que le pudiera lanzar el cosmos del inconsciente.
El inalámbrico descolgado para evitar que empezase a chillar, el unicelular permanecía silenciado, la cabeza de julia se mantenía en coma desparramada sobre los brazos de Morfeo, que aún la protegería durante unas horas más, hasta por fin abandonarla en la marañosa vida real de la que en sueños la había protegido.
PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
TIEMPOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO OO
Los ojos tan abiertos que sus pestañas casi eran capaces de acariciar la delineación de sus cejas, ya no había escapatoria ni manera de engatusar a los pensamientos, allí estaba ella frente a un nuevo día, un nuevo domingo con las puertas de la depresión abiertas de par en par, dispuesto a absorver el más pequeño síntoma positivo que quedase en su cabizbaja cabeza como si de un agujero negro se tratase.
Las sábanas empiezan a abrasarle la piel, el ardor se extendía ya hasta su frente, había llegado el momento de encontrarse con el día. Unos bostezos, unos retorcimientos felinos sobre la cama, creyendo que una metamorfosis pudiese convertirla en una pantera, así de repente, y pudiese salir por la ventana volando hasta llegar a un bosque encantado donde no existieran los domingos ni los días grises. Pero no, las panteras no vuelan, y los bosques mágicos aún no se han descubierto, (aunque si se hayan inventado).
El espejo le devuelve el sentido, el rimel corrido sobre su blanca tez le recuerda la noche de ayer y le hace arrepentirse de todo sin aún acordarse de nada. Una bola de sentimientos negros ya se ha situado en su estómago, un disco de acero la acompañará durante todo el día, pesándole en el cuerpo y haciéndola sentirse angustiada, ¿Le pasaría eso a todo el mundo?,se preguntaba Julia con frecuencia.
Se lavó los dientes ,frotando cada una de sus lunas ensangrentadas del mismo modo en el q una pantera se habría lamido las patas traseras en su tiempo libre, sin cambiarse de cara se tiró directamente en la cama de nuevo y encendió el televisor después de haber colgado de nuevo el teléfono. Cero llamadas perdidas.....películas malas......cosquilleo de nervios por todo el cuerpo sin que hubiese ningún motivo para estar ansiosa.
Ya empezaban esas sensaciones angustiosas propias de la soledad y de los domingos, aunque últimamente pasaba demasiado a menudo, tal vez por demasiado tiempo libre desde que había sido despedida de aquel antro, el “vuelalto”, tampoco tenía nada mejor que hacer, si lo tenía que hacer prefería olvidarlo pues podía más su desidia que cualquier otra obligación irrelevante.
La película elegida era de simple argumento, ése era el único requisito, y no era difícil de encontrar, unas rubia yanki buscaba a su hija en “el profundo corazón de la ciudad americana”, la rubia que conducía el coche (con más pinta de puta que de madre) lloraba y gimoteaba enseñando la foto de su angelical niña a los indigentes urbanos, finalmente se descubría que la niña ejercía de lo que el aspecto de la madre alardeaba, y las drogas la habían llevado a un mundo oscuro del que solo su madre y las autoridades podrían salvarla.......
Sonó el teléfono rescatando a Julia de esa insultante historia, con lentos movimientos y reptando sobre el colchón descolgó:
-Diga?
-Hola guapa, te has despertado ya?
-Sí hace unas horas, estoy aquí más tirada que una colilla, me duele todo.
-Te apetece que te haga una visitilla?
-perfecto, trae un litrito de cerveza ,que no tengo fuerzas de salir a comprar.
-Estaré allí en un rato


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