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Balón Rojo





Trato de recordar una vieja historia, no recuerdo bien cómo comienza... “ Erase una vez, hace mucho tiempo en un lugar ya olvidado, o Se dice que”... Creo que era así:
“Erase una vez en el sitio más olvidado por el Hombre. Aquel adolescente y adulto maduro, que abandona este punto cuando cree haber encontrado su camino. Cuando resuelve qué hacer con su vida.
Este lugar es el más bello y agradable para hospedar la mente, el alma y el corazón. Siempre verde: con árboles que se inclinan sobre ti para cubrirte del Sol en los días de extremo calor; con praderas llenas de flores de todas las especies, incluso las hermosísimas: NO-ME-OLVIDES, donde la leyenda cuenta que crecen donde los VALIENTES, HONRADOS Y NOBLES descansan; Ríos y manantiales de aguas transparentes como el cristal, con sabores diferentes, por lo cual, no hay necesidad de alimentos para vivir; y por último, pero no menos importante, los animales indomables viven cómodamente al aire común nuestro.
Yo conocí ese lugar hace mucho tiempo...
Ana seguía escribiendo sus apuntes de la cultura Renacentista. Además debía hacer un ensayo de Paul Klee y su influencia en el movimiento artístico. Pero, trabajar, estudiar y ser dueña de casa, era demasiado para ella. Desde que su madre está hospitalizada ha tenido que hacerse cargo de todo, incluso de cuidar de su hermano de 8 años, Ignacio.
Ignacio, es tierno amable y tiene mucha imaginación; son estos mismos rasgos lo que lo meten en problemas. Ya que cada vez que está solo en su cuarto o en el jardín se le oye hablar solo.
Esconde las cosas y luego las deja en cualquier lugar de la casa, negando que ha sido él.
El padre de estos niños, Cesar. Es contador y trabaja en un banco como ejecutivo y cuando su esposa enfermo sólo llegaba a su casa a dormir y dejar el dinero que necesitaban para comer.
...Si no fuese por Ana la casa estaría en ruinas. Un día no aguanto y habló con su padre: “ Menos mal que te bañas y afeitas para ir a ver a la mamá. Siéntate y escúchame-el silencio torgo- Por el bien de la mamá y el nuestro esto no puede continuar así...
Ignacio escuchaba todo detrás de la puerta y se fue a su cuarto. Abaturc, Priscob, Truppty, Sumizíuss, Jurry, Igor. Dijo con una voz firme y a la vez triste. Para cualquier persona normal, encontraría raro que n niño de 8 años hablara con sus amigos imaginarios. “Está muy grande para eso” es lo que dirían los adultos.
- Me cansé! Me tienen que ayudar a que mi mamá se mejoré ya. Tienen que ayudarme a encontrar a Stágoros, es la única solución.- Esa misma noche, en la madrugada salió a la calle y soltó un globo de color rojo y salió tras de él. Mientras Ana soñaba que estaba en corriendo con su hermano y duende hacia el Hospital. Se despertó sobresaltada y fue a la habitación de su hermano, encontró su cama hecha. Se vistió tan rápido como pudo y fue a buscarlo. Lo localizo justo a unas cuadras, entre Vicuña Mackenna y Ernesto Prado.
- Tu no entiendes, voy a buscar a Stágoros, es un duende y nos va ayudar con la mamá.
- Nacho, los duendes no existen...
- Si existen, te lo puedo probar! Abaturc, Priscob, Truppty, Sumizíuss, Jurry, Igor.-En ese instante una brisa tibia los cobijo y se materializaron frente a sus ojos 6 hombrecitos godos con barba. Ana se desmayo.
- Ahora sé con quién hablas. Pero, cómo nos van ayudar?-en voz muy baja- seguro que no son peligrosos.
- Te aseguro que no.- Ana no parecía muy satisfecha, pero decidió acompañar a Nacho.
Habían perdido el rastro del globo rojo, hasta que de tanto andar y andar lo divisaron en Bellavista con Alberto reyes. Corrieron tras él, pero este pasó por un sector que no podían cruzar, el Río Mapocho. Tenían dos opciones: *Cruzar por el puente peatonal o Por el puente del Arzobispo. No podían perder tiempo y el globo estallo, cayendo los pedazos en el Parque Balmaceda. Cruzaron por el Puente peatonal y una brisa helada les traspaso el cuerpo y los dirigía hacia un árbol, un Babilónico, su tronco grueso, con su copa, ramas largas y flexibles. Pero, tenía rasgos particulares al resto: era obvio que es añoso, pues su corteza se estaba descascarando y una barba de forraje verdoso le caía desde el final del tronco, sus raíces nudosas cubrían gran parte del suelo... Tenía como ojos, parecían tallados, pero no. Estaban como vivos. Sintieron la misma brisa helada, los empujaba hacia el árbol, vieron una luz brillante y unas ramas ayudaban a ese aire. Sintieron tanto miedo, que Ana quedo congelada: No se podía mover, ní gritar. ¿ Qué hacer? Más se acercaban a que este árbol los tragará y fuesen su cena. Los duendes se materializaron nuevamente y les dijeron que no se preocuparan, que era ahí donde vivía Stágoros. Cayeron por un tobogán de raíces y quedaron a los pies de un pequeño y mullido jardín.
- No tienes para qué decir a lo que viene Ignacio, ya lo sé. Pero, te tengo una pregunta:
¿ Qué tienes para mí?- Frente a ellos un enano, como el de Blanca nieves y los Siete enanitos.
- Sólo esto- Ignacio extendió su mano y le mostró una bolsa de genero rojo. LA vació y cayeron cientos de monedas de plata.
- Las monedas del abuelo, pero Nacho!- Ana se dio media vuelta y vio como cientos de Mujercitas con alas llevaban una botella con un liquido verde.
- No es suficiente, pero con cuidar a los demás, será bastante.
Salieron de ahí y sobre sus cabezas ya había otro globo rojo y corrieron y saltaron. Estaba amaneciendo cuando llegaron al Hospital del Salvador, entraron sin ser vistos, gracias a la magia de los duendes. Su madre dormía, la despertaron, ella medio adormilada bebió el brebaje. Salieron confiados en que funcionara y volvieron a casa guiados por el globo rojo.
Ese día sabado durmieron todo la jornada. El domingo su padre se levantó temprano para ir al hospital, por lo que no los despertó. Estaban nerviosos...
Mas o menos, en la tarde llego su padre:
- Debo hablar con ustedes, su mamá...
¿- Qué le paso?!-al unísono.
- No me pasó nada malo, pero ahora en adelante espero que se porten mejor con todo lo que pasaron- Su madre, Teresa. Entró en la casa con el semblante radiante.
Así es, creen que sus padres no ven lo que ustedes, si lo hacen, por eso no se preocupan. Es más creo que una noche Ignacio me dijo:
Me dormí con el libro entre mis manos, soñé que hablaba con el maesse Dickens, pero lo único que recuerdo de eso fue que le pregunté: ¿Cómo puedo hacer la infancia de David Copperield más dulce?
“ Recuerda que los sueños que tenemos en la infancia es el reflejo de la realidad del futuro”, respondió.

Texto agregado el 23-09-2005, y leído por 464 visitantes. (0 votos)


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