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Allí está ella.
Acabada de despertar de un sueño profundo, del que nunca pensó despertar, y en un lugar que no conoce…
Está tendida en el húmedo suelo, sumida en el frío del anochecer y tan solo ve la sombra de árboles muy altos, pero está tan oscuro que no logra visualizar nada más de lo que hay delante de sus narices.
Hay una espesa niebla que también dificulta su visión y su respiración y con ella aparece un raro olor en el ambiente, no sabe qué es ni a que se debe, pero que entra con mucha dificultad hacia sus pulmones.
El cielo está oscuro, taponado de un millón de nubes totalmente cargadas de agua a punto de estallar en llanto, esas lágrimas que caerán con furia, como si quisieran castigar a los pecadores que vagan por las calles, sin refugio alguno.
Quiere correr, pero no sabe que rumbo tomar, no ve caminos ni huellas que seguir. Tan solo está allí, acompañada del silencio de la noche y del frío del invierno.
De repente el sonido de los búhos comienzan a hacer un coro, al parecer son tantos que podría haber uno en cada árbol que se encuentra por su camino, pero realmente no sabe en dónde están situados, tan solo siente como si la vigilaran y la siguieran a cada paso que da, a cada movimiento que hace… está tan perdida y sola, que ese sonido la perturba, y se apodera de ella un gran miedo… siente cómo su corazón palpita, tan rápido y tan fuerte como si hiciera eco en todo ese oscuro y tenebroso bosque en el que está, parece que se fuera a salir de ella y dejarla atrás, como si escapara de una terrible tormenta de la que se huye sin dudarlo.
Su cuerpo tiembla, sus manos sudan, a pesar de que están casi inmóviles gracias a la helada neblina que la rodea, quiere moverse de aquel lugar, pero sus piernas no le responden, y tan solo sigue escuchando el espantoso coro que hace compañía al latir de su corazón.
De un momento a otro su cuerpo se desmorona, cae como un costal en el que no hay nada de valor y tan solo lo tiran al suelo sin ninguna importancia. Rompe en llanto. Nunca en su vida se había sentido tan desorientada y desprotegida como se hallaba en ese momento. ¡Qué desespero! No podía pedir ayuda, por que era inútil, ¿quién podría escucharla en ese remoto lugar? ¿Acaso los búhos, hojas, nubes, podían guiarla hacia su camino? ¡No! Estaba completamente sola y era ella la única que podía encontrar de nuevo su ruta. Era ella la única responsable de haber terminado allí, en aquel frío, húmedo, solitario y horrible bosque, fue ella quien decidió salirse del mapa, no quería ser encontrada y ahora había recibido lo que llevaba buscando por mucho tiempo. Estar sola.
Decidió tomar fuerzas y levantarse de aquel lugar.
Limpió de su cara las pocas lágrimas que habían caído y siguió su búsqueda por la salida de ese laberinto en el que se encontraba.
Daba vueltas y vueltas y volvía al mismo punto, como si anduviera en círculos.
De repente una sombra cruzo por su vista. Se paralizó. Miró con atención, pero de nuevo el latir de su corazón se había apoderado de todos su sentidos. Sintió que por un momento sus pulmones no funcionaban, y su pulso se había paralizado también. ¿Qué había sido eso? ¿Acaso un animal? O ¿Milagrosamente un ser humano andaba por esos caminos y podía salvarla de su angustia?
Estuvo ahí por unos largos minutos, pero esa sombra había desaparecido por completo. Su esperanza se había esfumado…
Siguió caminando porque no tenía más remedio que ese, sumergirse cada vez mas en la espesa niebla y en la oscura noche sin luna y a la espera del estallido de las nubes. Seguir dando vueltas era lo único que la mantenía con vida.
Sintió que algo había detrás de ella, giro su cabeza con dificultad, gracias al alto cuello que tenia su vestido, pero no vio nada, mas aún así, sintió una energía cercana, una presencia invisible pero a la vez, muy fuerte.
Siguió caminando con angustia, sintiendo esa extraña energía a sus espaldas, casi tocando sus talones, como si en cualquier momento pudiera pisar la pequeña cola que salía de su vestido y la hiciera caer, sin previo aviso.
Acelero su paso, porque aquella presencia, parecía cada vez más cercana. Decidió correr, ya no le importaba encontrar un claro, una salida, un camino… tan solo le importaba alejarse de esta presencia que la aterraba. Su corazón parecía estallar, sus piernas corrían lo más rápido que podían pero aún así no era suficiente…
De repente, la energía desapareció de nuevo.
Volteó su cabeza y vio una manta negra a sus pies. Sintió un corrientazo tan fuerte como si un rayo le hubiera caído encima. ¿De quién era? ¿Qué hacia ahí? ¿Acaso era eso lo que la perseguía? Quedó atónita, no encontraba respuesta alguna. Se agachó y la tomó entre sus manos.
De pronto, la manta se esfumó, y el viento que venia hacia su espalda se incrementó de una manera sorprendente, su cabello estaba totalmente hacia su cara, y las pocas hojas que quedaban en el suelo, volaron a su alrededor, como si formaran una coreografía dirigida y preparada para rodear su cuerpo de una manera armónica. Sentía como si la levantaran a ella también del piso y la hicieran bailar junto a ellas.
Pero todo termino allí. De un momento a otro no había viento, no habían hojas bailarinas, no había manta, frío, oscuridad, nubes, no existía bosque, no había miedo….
Se dio cuenta que había amanecido y que se encontraba en su cama, sumida en un profundo sueño inspirado en la novela que estaba leyendo antes de caer dormida, no estaba en un bosque perseguida por una manta sin dueño, estaba segura en su habitación. Se dio cuenta que su imaginación era mas grande de lo que alguna vez pudo pensar.

FIN

Texto agregado el 12-11-2005, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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