TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / julioarrua / Límites de papel

[C:159628]

-Te juro que no he tomado casi nada – Le dijo Tomás después de la sexta cerveza. Estaban en ‘El Imán’, pub de moda, música en vivo, minas aseguradas y chelas baratas. El Cote recién había llegado, eran las doce y media de la noche - ¿A qué hora tocan, Tommy? –
- Yo creo que como a la una y media o dos, a esta hora está muy funao y ni cagando me subo al escenario así como ando –
Se acordó de cuando se subió al amplificador del Lucas, todo mal, se desvaneció, cayó, se quebró la muñeca y se cortó una ceja. En la clínica no podían darle nada porque estaba severamente intoxicado, pero veía la sangre en su camiseta, de reojo en su nariz, en la bufanda que le amarraron en la mano. De eso ya pasaron seis meses, pero nunca más los llamaron del ‘Bandera Club’, anfitrión de esa noche. En parte porque a él se le ocurrió inventar que lo más seguro era que allí le hubieran metido alguna droga en la cerveza, con el único fin de calmar los ánimos de la disquera. De todas maneras nadie le creyó, pero fueron a investigar igual.
Lo del Bandera terminó por hundir la reputación de la banda. Atrás quedaron esos días del lanzamiento del disco, de los llamados de Via-X, del documental de bandas emergentes, de los ensayos en el boliche del Bjarne, ese sueco loco que los proveía de buena yerba, de buenas estampillas y de buenas noticias. Los ensayos inolvidables ahí, en el ‘Understage’, con VIP y todo; puros actores y artistas, intelectuales y cabros engrupidos con ese nuevo mundo que se estaba creando. Pero quizá ese fue el problema, el gran problema, todos querían ser parte, era un grupo normal que de un momento a otro era totalmente genial; todos ansiaban subirse a ese tren que estaba partiendo, pero nadie sabía donde iba a parar. Lo único que sabían era que en algún momento, iba a reventar.
Se veían rayados en las calles con el nombre de la banda: The Baluarte. Y eso fueron, cada vez más. Referentes de una generación anual, mensual, sábado tras sábado. Justamente de esa primera generación drogodependiente, necesitada de una voz que se elevara a gritarle al que manda. Porque así y todo, por rebeldes que parecían ser, no se atrevían a romper el sistema. No se animaron aunque lo tenían todo. Eran el material de apoyo de una voz. Y les gustaba. Y a Tomás también. Le encantaba ser la voz esperada. Le encantaba ser elevado a categoría de baluarte, nivel que ni ellos pretendieron alcanzar. Crecían como plaga, cada día alguien los apoyaba en la calle, en la noche, desde el auto, de la micro. A ellos, cansados de nada, también les convenía tener una bandera para ponerse detrás. Comprarlos y seguirlos al estilo que conocían mejor. The USA’s way. Llenando tocatas y conciertos, comprando cedés, pagando por poleras y chapitas. Llegando en auto del año al pub estrella de la semana, con los Ray-Ban en el pelo y las Converse a la vista; dispuestos a gritar en contra del capitalismo, del consumismo, del smog, del servicio militar, del presidente, de los fundamentalistas, en contra de ellos mismos y de la banda, enfrentando a su estandarte con el pelo suelo y mojado, la camiseta pegada al cuerpo y la billetera en el bolsillo de atrás. Con el paquetito ese, que ya es historia, que le queda poco, pa’ recuperarse después que termine esto, total a la salida se consigue más y esto sigue mierda; en cualquier casa hasta morir, hasta encontrarnos de verdad con the good stuff. Apretar los ojos y chocar de frente con la vida, en cuestión de segundos, pero esto es un juego y no va a parar. La última línea, el último pito.

Son las dos y ya están dispuestos en el escenario. Muchos vinieron, pero no alcanza a estar lleno. Cerca de la banda, el escenario parece una caja de fósforos, apretujados unos contra otros, esperando que un leve sonido los encienda. Los queme, los desarme. Y comienza a explotar. Se sube Tommy. El pelo le cubre los ojos, que desorbitados buscan el micrófono en el aire. Tantea. Y empieza el discurso, que la gente que no quiere ser honesta no debería existir. Que los que no se atreven a pararse y alzar la voz, no deberían estar acá. Que los hombres deben ser capaces de salvarse a ellos mismos, que ya se acabe esta injuria máxima que estamos viviendo.

Tommy se sienta en el piso y llora su canción más triste. Ya pocos gritan su nombre. El Lucas lo mira con lástima a su lado. Ya pocos se quedan con él. El Cote está atrás y escucha los comentarios. Ya pocos volverán a verlos otra vez. Bjarne no se acuerda de cuando fue la primera vez que le vendió motes a Tomás. Ya pocos tienen conciencia de quienes fueron The Baluarte, de quién fue Tommy, de qué fue de ese grupo de jóvenes que se perdieron en una canción.

Texto agregado el 22-11-2005, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]