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Inicio / Cuenteros Locales / galeano / Carlos el Bigoton de once.

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Hace algunos años, Filomena Gómez era nuestra embajadora en Italia y yo era un drogadicto, una noche, por esas cosas de la vida, nos encontramos en una cena distinguida. Como ella se encontraba sola, y yo también, entablamos una conversación a calzón quitado. Bah, eso era lo que yo hubiese querido: sacarme el calzón porque esa faja me estaba haciendo fruncir las nalgas. Hablamos de todo un poco. Por suerte era una persona muy habladora, y yo solo tenía que asentir con la cabeza: por más que le prestara atención, por momentos no tenía idea de que estaba hablando y para no meter la pata, yo le ofrecía más ponche y listo. Para estas alturas, o sea, el renglón doce, ustedes se preguntaran como llegue a una fiesta tan elegante. Bueno, se las voy a hacer corta, me colé. Se podría decir, en una manera más retórica, “me gané la invitación en una partida de póker” y no solo la invitación, sino también, otra identidad. Por esta noche, era un empresario, no voy a especificar de qué, podría poner que transporto bananas al ecuador si quiero, pero voy a seguir con lo que más importa, que es el sexo.
Se hacía la una de la madrugada y la fiesta empezó a tocar su fin. El anfitrión se nos acercó, bah, más bien se acercó a la señora embajadora, porqué a mi no me tenia en cuenta y le preguntó: “¿Usted mañana trabaja?. Ella, con mucha educación, le dijo: “Estoy de vacaciones, pero ya me estoy retirando”, con ese doble sentido que tienen los distinguidos al comunicarse. El caballero que está con usted, ¿Puede acompañarla? ¿O le pido un taxiremís?. Yo, como toda la noche, asentí con la cabeza y me atreví a preguntar: “¿Dónde se hospeda, Filomena?. Ella me dijo: “En un hotel cinco estrellas junto al río”. El anfitrión ya tenía nuestros abrigos en la mano y nos dijo: “Muchas gracias por esta velada”. Ella me pregunto sí conocía el barrio. Asentí, como diciendo “lo conozco como una madre reconoce a su hijo en una morgue”
En ese mismo momento le coloqué su abrigo sobre los hombros y como estaba muy cerca le susurré al oído: “Es un placer acompañar en esta noche con estrellas a una eminencia como usted”. Se dio vuelta y me guiñó el ojo como diciendo: “Mi trasero es tu torta de cumpleaños, pone la mesa que vamos a comer, bigotón carnicero”. Voy a saltear lo que fue el viaje en taxiremís, porqué fue aburrido tener que escucharla hablar de Frank Sinatra y de lo romántico que es escuchar a los gondoleros en Venecia. Lo que si esperaba es que estuviera tan mojada como las calles de Venecia, porque -no se si fue el ponche o que no la había tenido sexo hacía unos meses , por ahí fue el solo hecho de pensar que me podía comer a una embajadora- se me puso mi extremidad de entre las piernas como una bagette de dos semanas arriba de la heladera.
Bajamos del auto y como un caballero la acompañé hasta la puerta por supuesto. El taxiremís lo pagué yo con las monedas que le tenía que poner en la alcancía a mi hijo. Pero les puedo asegurar que cualquier hombre hubiese hecho lo mismo en estas instancias. Las hormonas estaban a flor de piel. La bagette ya estaba en el horno encendido y pensándolo bien “Es lo que hay” y a esa hora mucho para elegir no tenía. Dándome ánimo me puse el traje de coronel y me mande a la batalla con caballo y todo. Justo cuando estábamos en la puerta se dio vuelta y me dijo: “La verdad que fue muy grata su compañía está noche y me encantaría invitarlo a tomar una taza de té de boldo, pero no quiero hacer ruido porqué mi marido y mis tres hijos duermen. Así que hasta pronto. Ah, perdón no le pregunte su nombre?. Yo, totalmente anonadado, se imaginan le dije con una sonrisa: “El placer claro que fue suyo. Y mi nombre es Carlos.Chau.”
Me volví a mi casa caminando sin mostrar ningún signo de derrota. Me metí en la ducha con agua fría y me tome un vaso de leche fría. Tenía que apagar el horno porqué tenía que acostarme con mi esposa que, por cierto, también estaba fría.


El Niño.

Texto agregado el 31-01-2006, y leído por 116 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
31-01-2006 Amigo, me has sorprendido como cuentero. En esta ocasión y muy a mi pesar, debo felicitarte. ergo ergozsoft
 
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