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La Fiesta

I

Sus días no eran menos comunes que los de las mujeres que la habían antepasado. Sin embargo, a partir de la inesperada desaparición de su madre, varios eventos habían roto esa dulce monotonía. Por los esbozos que había logrado dibujar de ella en su niñez, sentía que su madre también hubiese sentido lo mismo, y por eso lo tomaba como algo natural.

"Bajo ese sol que amanece como de mediodía, sin reconocer si es invierno o verano y que solo está o no está, todo sólo puede ser natural"

Natural también era que a sus casi quince años ella cuidara de sus tres hermanas y que, días después de la muerte de su madre, su padre hubiese decidido vender la antigua casa para mudarse cerca de su abuela materna.

Hacía casi un año de ese día que escuchó a su padre ordenar que despertara a sus hermanas y, al salir al fresco de la mañana, ya el viejo camión los estaba esperando con sus sucias ruedas en el pasto aún húmedo. Los días anteriores al viaje su padre se le había presentado en varias oportunidades con ese gesto triste y le había hablado sobre su madre de cosas que ella no lograba entender. Por suerte en la nueva casa él había vuelto a ser el de antes ya que sólo hablaba con su abuela.
Y así lo prefería ella.

Recuerdo que el viaje había durado todo el día y en la densa noche apenas se veían las luces que se esforzaban por marcarnos el camino. Era como si ellas también estuvieran cansadas como nosotras, mis hermanas ya se habían dormido, pero yo seguía atenta porque pensaba que si cerraba los ojos aquellas luces también se apagarían.
Mi padre hizo un gesto al conductor y cambiamos el camino, y entonces fue como si nuestras luces se alegraran de ver a las otras, como si grandes amigas se volvieran a ver luego de un largo viaje.
Quise preguntar pero la tristeza me detuvo, busqué a mi madre y entonces supe que extrañamos por necesidad.
No paso mucho tiempo cuando mi silencio, también cansado, fue dejando lugar a cientos de voces que se enmarcaban en una alegre música.
Como si el sol se escondiera allí cada atardecer, ví las luces que se asomaban por puertas y ventanas como para festejar nuestra llegada, y la calle estaba decorada con bombillas de colores, que la cruzaban de lado a lado y que se encendían y apagaban como si conocieran el ritmo de la vida.


Era La Fiesta.

Texto agregado el 31-01-2006, y leído por 112 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-02-2006 Leeré las otras partes antes de comentar.La primera impresión es de confusión.Sigo Ninive
31-01-2006 Interesante.Sigo honeyrocio
 
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