Estaba sentada al final del andén, la noche anterior caía en cada espacio de su cuerpo, las señales de lágrimas surcaban su rostro, una mochila mal empacada le servía de asiento y entre sollozos intentaba acomodar sus pensamientos. La indiferencia de los pasajeros la rodeaba, la escena de la joven llorosa se ve tan cotidianamente que difícilmente llama ya la atención.
Se preguntaba cómo había ocurrido todo, había sido tan rápido que sin poderlo analizar lo recordaba. Todo había empezado como un cuento de hadas, lo había conocido y se había enamorado, al poco tiempo ya vivía con él y con un poco de tiempo más estaba ahora con una mano envuelta en papel, después de dormir una noche en la estación, intentando entender que la había llevado a esta situación.
Los golpes en ese momento eran lo que menos le dolía, la sangre coagulada en su mano había dejado de preocuparle, las mujeres de la estación la habían curado. La miraron llegar de madrugada, con la mochila arrastrando, el pantalón sucio y el cabello completamente revuelto, entró en los baños públicos sin hacer el menor ruido, ellas descansaban entre los cartones, el jefe les daba permiso de hacerlo cada cierto tiempo.
Sólo bastaron las miradas y entonces supieron que era una de ellas, de las que se consuelan a sí mismas esperando que algún día todo cambie. La curaron, la escucharon y le limpiaron las lágrimas, la mayor de ella sentenció su futuro “Te tiene en sus manos, lo has dejado todo por él y él lo sabe, ahora no te queda más vas a regresar con él y cuando seas tan vieja como yo, querrás haber vivido tu vida de otra manera. Mejor regrésate a tu tierra.” La otra muchacha más joven intentaba justificarlo todo hasta el propio moretón mal cubierto en su brazo.
Salió con la primera corrida de la madrugada, se sentía traicionada, sé sabía utilizada pero lo que más le laceraba era la palabra escuchada “lástima” . Y a partir de esta pieza intentaba entenderlo todo. Era lástima lo único que le unió a ella???
Esta idea la hacía sentir humillada, como si hubiese sido un ave indefensa a la que sin cariño y por compasión se salva, sin embargo no tenía fuerza para sentir el ardor del orgullo herido, se sentaba pasivamente contemplando el paisaje de camino a casa lamiendo sus heridas y esperando del mundo algo menos que lástima.