Muchachos de Blanco

Aunque suene macabro, he visto de varias maneras como la muerte a cegado la vida de personas. No hay edad, lugar y tiempo. Sólo ocurre.
La historia que les voy a contar es real, no deja de asombrarme, me ha desvelado más de una noche y atenta contra mi incredulidad.
Paula, Mónica, Valeria y Marcela, se entremezclaban entre llanto y abrazos.
-¡ felicidades chicas! Lo lograron. Al unísono, gritaban sus familiares.
Rodeadas de tanta emoción por la graduación, en sus mentes sólo existía el paisaje donde niñas, años atrás festejaban el fin de una etapa. La escuela primaria.
La noche anterior, casi no pudieron conciliar el sueño. El auto esperaba cargado de no sé cuantas cosas. Sólo imagínenlo. Sí estoy seguro del peso de sus emociones por vivir.
Los carteles de la ruta aumentaban sus ansias por llegar, pues indicaban la proximidad al destino.
Anochecía. Las estrellas acompañaban con sus parpadeos, los mates, risas y canciones.
Luego de un breve descanso prosiguieron.
Tal vez el deseo de llegar les jugo en contra.
No tengo palabras para decirle a Paula, que llora sin parar, en la cama doce de la terapia, que las manchas rojas de mi uniforme, son producto de esa lucha que mi profesión ordena y generalmente pierdo.
Ya finalizaba mi guardia cuando su relato comenzó a enmudecer la sala, - ahora recuerdo, sucedió cuando pasábamos la curva, exclamó.
Un segundo antes, Valeria que manejaba, comenzó a gritar ¡miren esos muchachos de blanco, parecen hippies, nos saludan!.
En ese momento el auto comenzó a dar tumbos. Sólo Paula se salvó y jura que ella no los vio, tampoco lo demuestran las fotos que tomara Marcela que ahora esta en la morgue junto a Mónica y Valeria.