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Inicio / Cuenteros Locales / Soli / Procesión y Evolución / El mito de Sísifo

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Leyendo un poco a los griegos se obtiene que antiguamente se concebía que todas las cosas estaban contenidas unas en las otras, lo universal en lo particular; pero que cada particular tenía su modo propio de contener todas las cosas.

En la idea antigua de procesión se concebía que había un orden en el que cada particular regía sobre los demás; por ejemplo: la ideal del zodíaco, en el que mediante un orden cada signo regía sobre los demás sin que cada uno de los regidos perdiera su particularidad, sólo que la particularidad de los regidos actúa dentro de la manera del regidor de turno; en la cultura maya también existe tal concepción en la que cada elemento por un orden cíclico rige sobre los demás. Llamemos a esto Procesión, pero en esta teoría los elementos de la procesión son elementos ya dados, todos los elementos están ya dados desde un comienzo.

En la era moderna ya no se piensa en términos de Procesión sino de Evolución en la cual se concibe una lucha entre los elementos en pos de su propio perfeccionamiento.

Pero Procesión y Evolución no tienen por qué ser concepciones mutuamente excluyentes, lo uno o lo otro; una puede estar contenida dentro de la otra. Un elemento evoluciona al ser regido por otro elemento. Si el elemento que rige es hostil al elemento regido las difíciles condiciones obligarán a un mejoramiento en la capacidad adaptativa y de sobrevivencia del elemento regido (se crearán las condiciones para una evolución forzosa, como toda evolución). Pero lo que crea estas difíciles condiciones, propicias para la evolución del elemento regido, es precisamente la existencia de un otro elemento regidor distinto al regido.

Las condiciones propias del ser humano no son propicias para su evolución, sólo fueron propicias para su desenvolvimiento, el cual quizás se habría estancado y degenerado si no hubiese ocurrido un cambio en la Procesión y el ser humano no se hubiese visto forzado a cambiar. Este cambio en la Procesión en pro casual de la evolución del ser humano lo vemos bellamente ilustrado en el mito de Adán y Eva y la Serpiente y la consecuente expulsión del Paraíso. El trabajo y la pena consecuente con la expulsión, el “Castigo”, no es más que una metáfora que ilustra la manera en que el ser humano se adapta a ser regido de un nuevo otro elemento regidor (tomando en cuenta de que el Paraíso es un símbolo de lo humano como regidor de turno). De ese trabajo y de esa pena, de esas nuevas condiciones difíciles, de esa “esclavitud” el ser humano se vio forzado a evolucionar. Inventó el signo, la escritura, la construcción, el cálculo, la organización. Modos que no son propios del ser humano, pero modos adquiridos por verse regido por otro elemento consecuencia esto de un cambio de la Procesión. Modos tan bien adquiridos que podemos decir que ya nos son propios. No son modos del elemento regidor, son modos del ser humano forzado a crearlos al hallarse regido por un elemento distinto al humano.

La Procesión: En la naturaleza del planeta Tierra se da un ciclo de nacimiento, vida, multiplicación y muerte. En la Naturaleza, para que este ciclo y la vida misma se dé se necesita de agentes que hagan posible este ciclo. Los agentes son los mismos seres que comparten la vida y la hacen en sus modos propios. Si no hubiese simpatía entre los elementos de la Naturaleza este ciclo no sería posible. Y hay elementos cuyas funciones, cuyo modo propio de vida, hace posible el ciclo (todos y cada uno en su modo propio). Es la Naturaleza (la Tierra) la que dio origen a todos los elementos que conforman el ciclo. En los países templados, debido a las estaciones, vemos una bella imagen de cómo se da el ciclo: en la flor de la vida todo crece alegremente, desbordantemente; luego todo madura y da frutos; luego todo envejece y madura la semilla; luego todo muere y la semilla madura guarda su potencia para reiniciar el ciclo. En los países tropicales este ciclo se da en todos los particulares pero no se ve tan obviamente, debido a que cada cual funciona a su propio tiempo. Esas mismas fuerzas de crecimiento, de vida, madurez, vejez, muerte y nueva vida se conciben mediante otros símbolos, pero son las mismas fuerzas regidoras de todas las cosas. Se observa, por ejemplo, Que la putrefacción cadavérica da origen a más vida; tanto la mierda como el cadáver hacen crecer a las plantas; pero se necesitan agentes para que el cadáver se convierta en cosa fértil: insectos, bacterias, gusanos y hongos… son como agentes de la parte muerte – vida del ciclo; son agentes que permiten el funcionamiento de la naturaleza (y son símbolos); son, en definitiva, agentes simpáticos con otros elementos. Todos caen bajo su agencia y todos viven gracias a ellos. Hay agentes para la reproducción y la multiplicación, las hormonas, por ejemplo, el calor del sol, los vientos de la noche, los óvulos, el esperma, el nido… agentes que quizás una mente más poética que la mía pueda enumerar de mejor manera; me atrevo a decir que también son elementos y que en la primavera de los países templados actúa de manera más obvia – (quizás la guerra también es un afrodisíaco) -. Todos los demás elementos cuando son regidos por el elemento Primavera (o cualquier afín) actúan bajo su principio, incluyendo a los agentes de muerte – vida (que también se reproducen).

Pero lo que fácilmente puede ser ilustrado como un ciclo de un año mediante el ejemplo de las estaciones, ocurre de manera lentísima de una sola vez, de manera irrepetible, en el periodo de vida de la Tierra, porque la vida de la Tierra es un solo ciclo, y cada nuevo elemento regidor de turno la Procesión es una novedad sin precedentes en la propia Procesión.. Esos mismos agentes del ciclo vida – muerte actúan no solo en la Naturaleza (en la Tierra) sino también sobre ella. Y la Procesión que en la vida de la Tierra se da actuante en ella misma es irrepetible. La Tierra tiene un nacimiento, una vida y una muerte. Lo que se da en ella mediante la simpatía de sus elementos (la Naturaleza, el ciclo) se da sobre ella misma. La mejor señal de esto es que ya la misma palabra “naturaleza” nos suena a cosa ajena. El ser humano ha evolucionado por estar siendo regido por otro elemento que es parte de la Naturaleza, por otro elemento al que le ha llegado el turno en la Procesión, y ese elemento, nuevo en la Procesión, regidor actual, a lo que más se parece es al agente muerte – vida que es la característica, la copia fiel del eidos de los insectos. Y el eidos de los insectos cumple una función en la naturaleza y al ser ahora regidor (y por tanto todos los demás elementos de la Naturaleza sufren su influencia), sobre el mismo mundo.

Pero es el penúltimo. El último elemento de la Procesión del mudo, de la Tierra y de la Naturaleza, es el átomo, que es la desintegración, pero también la liberación de la energía de la materia; es y será también el recuerdo, la Razón, la devolución, la emancipación, el significado, la comprensión y el final. Hermoso, obra que no habría podido ser posible sino estuviésemos actualmente regidos por el Arquetipo, el eidos del Insecto (dios cuya cabeza adoramos todos los días en nuestros habitáculos, dios que enviamos a la luna, dios al que entregamos el subsuelo, dios que nos sirve de ciudades, dios cuyo canto indica que alguien está pensando en nosotros y desea comunicarse): Forma.
Pero todos estos milagros serían imposibles sin la evolución de los seres humanos el cual estará muy tentado a sentirse Señor de la Naturaleza.

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El mito de Sísifo:

“Te castigué, Sísifo, de esta manera, para que te dieras cuenta de que la roca (que la vida) no es un elemento tuyo, sino que tú eres un elemento de ella (de la roca, de la vida, del mundo, de la Tierra). Pero como ahora me doy cuenta de que le eres más útil, tú señor, sintiendo tú que ella es un elemento tuyo, ahora te suelto…

- Hermes

Texto agregado el 05-03-2006, y leído por 762 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-03-2006 El mito de Sísifo en el ensayo de Camus se trata en el sentido "del absurdo, como principio"; el tedioso hacer y deshacer, esa rutina inútil, insoportable de asumir por el ser ¡Pues busquemos sentido a ese esfuerzo, para que su caída sea, al menos, útil en nuestro camino! ¡Qué ya es algo! maravillas
 
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