TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / mochica / VIII. Tierra (Ghiis) -II

[C:206134]

Caminaba como un soldado vencido en combate. Apagado, casi sin vida, atravesó el salón, hasta alcanzar el centro del círculo humano, formado por nombres divinos.
Uno de ellos dio un paso al frente.
-Dinos tu nombre, extraño.
El Pez, Andrés Salaverry, se dejó caer como un verdadero animal a vísperas de su sacrificio. Parecía no quedarle aliento, y cayó de bruces, pero ayudándose con los codos, logró recuperar la cabeza en alto para mirar a sus compañeros enmascarados.
-Soy el Pez.
-Tu palabra no basta- dijo uno-. Pues el Pez está aquí con nosotros.
-Soy el Pez- dijo ahora el aludido- y mi casa está en las aguas, por ello es que no respiro.
-¿Quién te quitó el rostro entonces?
Era cierto, casi no le quedaba aliento, pero de alguna parte de dentro, de muy dentro de su ser, sacó las fuerzas para levantar un brazo, y no perecer en el intento. Y aquella extremidad se movió, como una de las dos agujas de un reloj, hasta alcanzar una de las doce horas que éramos.
Tal vez intentó darme alcance a mí pero sus fuerzas debieron flaquear, pues su brazo se dejó vencer cuando señalaba al que estaba a mi lado, a Pietro Daneri.
-Adelántate- le ordenaron.
Él obedeció, como nunca antes le había visto hacer.
-¿Es cierto lo que dice?
Quise dar un paso yo, y echarme la culpa merecida, pues era yo- y no él-, el que había dejado sin rostro al Pez. Aunque él lo había planeado todo. Yo no hice más que ponerme la máscara. Pero, la llevaba puesta, ¿o no? Llevaba puesta la máscara del Pez.
-Es cierto- admitió.
Me miraba constantemente, como si quisiera pedirme algo, pero no le entendía, no podía leer su mirada, ni siquiera me atrevía a mirarlo directamente a los ojos. “Maldito Pez, maldito Pez”, pensaba.
-Ahora- dijo una voz desde detrás de una de las doce máscaras-, Pez recupera lo que te pertenece como hombre que eres.
El Pez se levantó, demacrado como estaba, tan sólo iluminado por las antorchas de la pieza. Luego se acercó a Pietro Daneri y le arrebató la careta, dejándole sólo el rostro a vista de todos.
-Daneri- dijeron algunos.
-Pietro Daneri, nuestro invitado de honor, esta noche.
El Pez volvió a su sitio en el círculo, al tiempo que cuatro se adelantaban y encerraban dentro de paredes humanas al “invitado de honor”.
No pude ver nada, sólo pude oír los horribles alaridos conjugados con la voz de mi amigo. Sólo escucharlos me provocaba náuseas. Me incliné un poco sobre mí mismo.
-¿Qué te pasa?- me dijo una voz a mi lado.
-No es nada.
-Dime tu nombre.
Iba a decir Pez, pero de pronto me di cuenta que mi destino sería el mismo que Pietro Daneri, cuyos bramidos no cesaban.
-La Tierra.
La reunión, así como los quejidos de mi propio compañero se extendieron hasta el alba, aunque yo todavía los escuchaba a la hora del desayuno, desde detrás del pizarrón, en los pasillos, en las escaleras. O tal vez, aquellas voces no estuvieran en ningún lado, tan sólo en mi cabeza.

Texto agregado el 17-05-2006, y leído por 149 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]