Los soles se apagaron en el firmamento y con ellos mi esperanza de libertad que abrazaba en lo más intimo de mi ser. Han pasado ya 124 días y contando. 124 días privado de libertad, lejos de mi tierra, rodeado de individuos a quienes les han robado sus sonrisas. Creo que faltan 5 o 6 horas para el amanecer, 5 o 6 horas para mi ejecución. ¿ Los cargos? Ofensas a la moral ¿ mi defensa? Tenia ganas de orinar. ¡¡Pero como iba a saber que en este país de mierda no se podía mear en un poste de luz!!.
Recuerdo mi juicio, una sala atestada de humanoides de ojos rasgados y a quienes no les entendía nada. Gritos de aquel supuesto juez, reverencias de mi abogado que no paraba de mirar hacia el suelo, miradas de desaprobación ante mi y luego de un par de horas los gritos del juez que no han parado y en un idioma universal pronuncia las palabras que sentenciaron mi muerte.
Hoy espero aquella condena y a pesar de mis ansias de libertad, también anhelo un poco de descanso. Si, descansar de esta fría celda, de rumores en las paredes y por sobre todo descansar de 124 días junto a mi carcelero.
Es extraño, nunca me ha dirigido la palabra, ni una sola vez. Solo se para frente a mi celda y observa, a veces por un minuto, a veces un par de horas. Le he gritado de todo, le he dicho de todo, he llorado ante el, he suplicado ante su silenciosa tortura, le he escupido, le he lanzado mi orina y no consigo nada…el solo se limita a observar los avances de mi locura…he pensado en que tal vez quiere analizar ya una persona que proviene de una tierra extraña para el, o simplemente es un maldito sádico que ve como la vida acaba para mí.
Espero su visita nocturna, la ultima de mi vida, la visita de aquel sádico carcelero que ha sido mi única compañía estos últimos 124 días.