Todos los rostros miraban al firmamento con fascinación. Miraban aquellos objetos que parecían estrellas, pero no lo eran.
Todos, absolutamente todos salimos de nuestras casas y olvidamos nuestras obligaciones. Ninguna otra cosa llamaba más nuestra atención que las esferas luminosas. Se acercaban a toda velocidad atravesando nubes; las más pequeñas dejaron muy atrás a la mayor, un enorme orbe que cubrió el sol en un instante y ensombreció la ciudad.
De repente cuando se creía que la lluvia de esferas se impactaría contra nosotros… se detuvieron, en un instante se detuvieron para asombro de todos los presentes.

Sentía miedo, un inquietante miedo hacia lo desconocido, las piernas me temblaban, tenia ganas de correr y refugiarme.

_ ¡Son los Dioses! ¡Llegaron los Dioses de las estrellas! Benditos sean._ Gritaba una anciana, algunas lagrimas resbalaban por sus mejillas arrugadas mientras extendía los brazos hacia el cielo infestado de… ¿naves? La anciana mujer provocó la euforia de la multitud, cientos de personas se tiraron al suelo, cruzaron las manos en forma de cruz y las pusieron en su pecho, agacharon la cabeza y comenzaron a recitar sus oraciones.

Mi hermana puso su mano sobre mi cabeza para que me acomodara como los demás.
_Vamonos Galia, por favor_ dije con un hilo de vos. Galia me fulmino con la mirada.
_ ¿Como te atreves a decir eso Iris? ¡Son los Dioses!
_ Solo es un mal presentimiento, esto no me gusta. ¿Además, que te hace pensar que son…
_ ¡Mira! Los sabios están subiendo la montaña, seguro hablaran con ellos. Es vergonzoso que un hombre como tú sienta miedo.

No le respondí, preferí no hacerlo. En ese momento mi atención estaba fija en los ancianos que subían la montaña donde se hacían los sacrificios.
Inesperadamente las esferas más pequeñas comenzaron a moverse de un lado a otro, como abejas en un panal. Producían sonidos extraños, zumbidos que sonaban huecos y metálicos.

No lo soporte más. Sujete con fuerza el brazo de Galia y la lleve corriendo entre la gente estupefacta directo al bosque. Galia intentaba en vano zafarse. Forcejeamos unos segundos, después no se de donde saco semejante fuerza, me dio una patada en la entrepierna dejándome tirado, sin respiración y retorciéndome como un gusano. Cuando los efectos del golpe pasaron Galia ya estaba de vuelta entre la gente recitando como todos.

Jamás creí que seria la última vez que vería a mi hermana, la última vez que me propinara un golpe en la entrepierna, pero lo fue.

Las esferas se llenaron de guirnaldas de fuego y cayeron encima del gentío. No tuvieron tiempo de darse cuenta de lo que ocurría. Las esferas se sepultaban en la tierra quemando y aplastando todo a su paso, para surgir inesperadamente en otra parte, ganar altura y volver a sepultarse. Todo quedo destruido en poco tiempo.

Una vez presenciado todo cuanto aconteció di madia vuelta y eché a correr por el bosque perdiéndome en su espesura…
Caí al suelo muerto de cansancio y de pena. Rompí en llanto, oculte el rostro entre las manos.
No se por cuanto tiempo permanecí así. Estuve a punto de levantarme cuando una mano se poso sobre mi hombro, al girar me di cuenta que se trataba de…