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(Léase antes “La Creación")

Siempre se ha dicho que Caín fue el primer asesino de la historia, pero hace dos noches me visitó en sueños el mismísimo primogénito de Adán Y Eva, y me contó la verdadera historia.

Estaba muy agobiado, y me dijo que así estaba desde que su padre Adán, lo había acusado de haber asesinado a su hermano menor, castigándolo sobre la base de la voluntad supuesta de Dios, que ellos no sabían, se había suicidado por causa de la incapacidad que le generó el no haber podido entender una de sus creaciones, la mujer.
Me contó con mirada triste y cansada, pero con voz rápida y vigorosa, como la de aquel que ofendido por una blasfemia en su nombre, trata de desmentirse, que en efecto él era agricultor y que su hermano Abel, era pastor, y que si era verdad que le tenía envidia, pero no como para llegar a matarlo.
Lo que pasaba era que ellos, no sabían que dios había muerto, pues su padre les había contado, que dios los había expulsado del jardín del edén, por haber comido supuestamente una manzana que más bien era una manzana de carne, y se puede añadir para dar mas señas que era de carne humana.
Adán había llegado a estas deducciones, debido a que de un momento a otro el paraíso había empezado a volverse un desierto, y como no recibió la noticia del suicidio de dios, atribuyo este descenso del paraíso, no a su vagancia, sino a un castigo divino, al cual le dio como pena, el tener que cultivar por si mismo la tierra, cuando antes era dios el que le proveía todo lo que necesitara –hasta una mujer le había dado, sin hacer ningún esfuerzo para conquistarla-.
Como su padre les había dicho esto, ellos creían fielmente en ese dios terrible castigador de quien cede a sus pasiones, y le rendían pleitesía, ofreciéndole el producto de su trabajo para que este los premiara.
Como efectivamente a Abel le iba mejor en su labor que a su hermano Caín, creían que lo que pasaba era que dios prefería a Abel, el hijo menor de sus dos ultimas creaciones, pero lo que no entendían a causa de sus primitivas visiones del mundo, era que es mucho mas difícil cultivar en el desierto que criar ganado, y esa era la verdadera razón de los frecuentes fracasos en las cosechas de Caín.
Me contaba de nuevo Caín como para que le entendiera mejor, que producto de las interpretaciones que hacían del mundo, guiadas por las enseñanzas de su padre, era que él sentía envidia por su hermano, pero esa envidia era constructiva y no destructiva, ya que lo hacia trabajar mas duro para no verse opacado.
Lo que nadie sabe, solo Caín y que me lo contó pidiéndole de antemano perdón a la memoria de su hermano, para que yo lo salvara del injusto concepto que se tiene de él, es que Abel no era tan piadoso como se ha dicho por siempre, me contó que en Abel ardía la llama de la inconformidad propia de la juventud, la cual se demostraba cuando invadido por la desinhibición que nos brinda el vino, lanzaba maldiciones contra ese dios del que se sentían esclavos y al cual le debían rendir pleitesía sin recibir mas premio que mas trabajo. Abel se sentía encadenado por no poder darle rienda suelta a sus pasiones acentuadas por su juventud, las cuales no podían ser saciadas por el miedo que sentían ante el dios que les había enseñado su padre era vengativo.
Fue luego de una de las ofrendas que daban a dios que la rebeldía del joven Abel llego a su límite, y acosado por una fuerte crisis existencial, decidió comer una gran cantidad de plantas venenosas, para darle fin a su aburrida vida de esclavos.
Abel vio la muerte como su único escape, debido a que aun no tenían la creencia que después de la muerte hubiera otra vida.
Mi desgracia, me decía Caín con voz esta vez quejumbrosa, fue haber llegado en el momento equivocado con una quijada que había recogido para adornar el altar de dios. En ese momento llegó el padre, quien asombrado ante la escena, saco deducciones aceleradas, fundadas principalmente en las conversaciones familiares, donde el hijo mayor dejaba salir a flote su envidia.
De inmediato Adán hizo una sentencia de destierro contra su hijo, basándose en lo que él pensaba que dios le iba a hacer a Caín. Caín asustado más que por la furia de dios, pues se sabía inocente, por la furia de su padre quien estaba muy agitado, huyo presurosamente con la culpa de un crimen que no cometió, y que carga hasta hoy en día.
Caín termina de contarme su verdad mientras dos lágrimas asomaban de sus ojos, y me pidió que desmintiera su nombre ya demasiado ensuciado a lo largo de la historia.

Texto agregado el 07-09-2006, y leído por 1016 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-09-2006 Amigo..por qué tanto desprecio a la mujer.. jajaja... por qué tanta envidia?..me preocupas, en el buen y completo sentido de la palabra preocupación. calma, la mujer es vital y esencial, es una de las mayores creaciones de Dios, sin ella, no estarías aquí. FlavioJosefo
07-09-2006 Ja.! . Stas Loco... "El Necio dice en su corazón No Hay Dios". Dios es eterno, es así de simple. Karlita_
 
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