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La salida

Enero de 1974. Conmoción en el interior de la embajada venezolana, por fin habíamos obtenido la autorización para abandonar el país, luego de una larga espera y especulaciones.
Abandonar Chile empezaba a convertirse en una realidad y también aumentaba la incógnita sobre cuanto tiempo duraría el exilio, muchos pensábamos que seria cosa de meses o nos mas de un par de años, sin embargo no teníamos la respuesta.
Aquella mañana mientras esperábamos las micros que nos llevarían hasta el aeropuerto las inmediaciones de la embajada se lleno de familiares que querían despedirse, al menos con una mirada a la distancia, busque entre la gente a mis hermanos y a la distancia sus manos se agitaban en rítmico movimiento era la última vez que los vería antes de salir rumbo al aeropuerto de Santiago.
Una revisión de nuestros equipajes por parte de los militares era sin duda alguna la certeza de que ya no volveríamos a la embajada y que el avión de Viasa nos esperaba, muchas personas se mostraban dolidas, otras impacientes quizás recién se empezaba a dimensionar lo que significaba salir del país sin fecha ni posibilidad de regreso, al menos de manera legal.
Sin embargo hay que reconocer que en algunos de los militares que realizaban la inspección de nuestras pertenencias había, también, muestras de compresión para nuestra situación, uno de ellos me dijo, “no puedo estar contento, un hermano mío espera la salida en otra embajada”.
Yo tenia la convicción de que volveríamos para enfrentarnos a la dictadura hasta derrocarla, pero no era fácil, contrario a lo que se pensaba, incluso a los argumentos de la dictadura la inmensa mayoría de quienes apoyábamos al gobierno de la Unidad Popular carecíamos de instrucción militar para asumir una lucha contra un ejercito profesional y embarcado en una aventura golpista que significara a decir de unos de los integrantes de Junta Militar “extirpar el cáncer marxista”.
Recordaba en esos momentos a los compañeros que había caído, o que se encontraban en prisión en las cárceles del país y en las unidades y campos de concentración que la dictadura había sembrado en todos los rincones del país.
De igual manera venia a mi mente la situación que nos había tocado vivir en la zona sur donde la reacción había empezado un paro hacia ya meses y prácticamente controlaba toda la zona, los militares ya habían iniciado el trabajo sucio con la aplicación de la Ley de control de armas que se había aprobado en el parlamento por la derecha y la democracia cristiana para poder allanar las fabricas y centros de producción agrícola con el `pretexto de buscar armas que según los medios de comunicación de la derecha los trabajadores tenían por miles.
Recuerdo como en la ciudad de Los Angeles, los demócratas cristianos montados en los vehículos militares se movían por las calles denunciando a los partidarios de la Unidad Popular o simpatizantes del Presidente Salvador Allende. Muchos compañeros de entonces fueron a parar a las cárceles y centros de tortura que funcionaban en las instalaciones militares.
Muchas situaciones y momentos quedaban gravados en mis sentimientos y debía empezar a ordenarlos para que un día se conocieran.
Los rostros de campesinos y trabajadores agrícolas que sentían que por fin tenían un futuro los tengo muy presentes, sobre todo cuando iniciamos el proceso de alfabetización y en una tarde calurosa y mientras caminaba por el asentamiento campesino, un niño me pregunto “porque esta triste compañero, si ahora somos todos hermanos” esas palabras me golpearon duramente y me sirvieron de energizante para enfrentar los momentos que vendrían con el correr de los días.
Todos esos momentos se entrecruzaban ahora queme disponía a salir del país, rumbo a Cuba, a la patria de Fidel a la tierra del socialismo.
Luego de una larga marcha por las calles de santiago llegamos al aeropuerto, los miembros de la fach habían formado un cordón hasta el avión, se nos prohibió mirar hacia tras so pena de que nuestros familiares serian reprimidos, una vez en el avión y sentado cerca de la ventana intente vanamente ubicar a mis hermanos que sabia estaban dentro esos cientos que habían acudido a despedirnos, con el tiempo supe que mi hermana había sido detenida con su hijo pequeño el delito: acudir a despedir a su hermano.
Lo que nunca imagine que esa despedida significaría 16 años de ausencia

Texto agregado el 06-10-2006, y leído por 105 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-10-2006 Crudo fragmento de la historia. Tú incluida en él. 5* regina_mojadita
 
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