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Todos estamos un poco hartos de las malas noticias, de las desgracias, de los desastres, vengan de donde vengan. Me he puesto a reflexionar y creo que todo alrededor de nuestra vida esta llena de desastres, de infelicidad, de violencia, incomprensión y son pocos los momentos que somos felices, tan pocos que no nos damos cuenta cuando los tenemos, o cuando debemos de disfrutarlos.
A veces, estamos tan hartos que cogeríamos y desapareceríamos, la vida nos ahoga, bueno la vida no, las personas. Hay días que estas tan ahogado que me da la impresión que estas muerto, que no hay nadie. Y otros días cuando la marea a pasado, ves una pequeña luz allí en el fondo y creo que en ese día piensas " solo existo yo ". Te creas una vida imaginaria, te sitúas en un lugar inexistente del que no quieres irte, un lugar que no tiene color, olor, luz, ni personas, solo estas tu, ese lugar lo llamo Kawai, es mi paraíso, es el lugar donde nadie, ni nada me puede dañar.
Magy escribía: A veces gritaría todo eso que llevo dentro, pero no puedo, una fuerza interior me hace callar y guardármelo para mi, no es, sino un miedo interior que no te deja vivir, porque no puedes escupir todo eso que te pasa, te parece vergonzoso, te parece ruin, pero para ti es un secreto que nadie debe saber nunca. Allí en Kawai, siempre me quedara Kawai.
Era la breve introducción que hizo Magy cuando empezó su diario, ella vivía una vida tan simple que pasaba desapercibida, se levantaba por la mañana, iba a trabajar, volvía a mediodía en una hora hacía la comida y volvía al trabajo. A la tarde empezaba a trabajar a las 4,30 y salía a las 7,30 volvía coger el ferrocarril y vuelta a casa, a hacer la cena, la lavadora, etc. Era una vida monótona, siempre lo mismo, pero no le importaba su vida estaba predestinada así, y ella intentaba alegrarla escribiendo en su pequeño diario relatos que sabía que nadie leería jamás, pero era feliz, expresando lo que sentía en una hoja de papel.
Cuando podía entraba en Internet y se apuntaba a esas páginas de gente que escribía como ella, enviaba sus poemas, sus escritos y consultaba los concursos que había para poder enviar sus relatos. Eso le hacía feliz, se olvidaba de todo. Expresaba sus sentimientos más profundos por medio de relatos, de historias fantásticas que reflejaban lo que realmente le importaba, lo que sentía en lo más profundo de su corazón.
“Tienes que vivir de otra forma, le decían, no tienes porque conformarte con algo que no es normal, aunque para ti lo sea. Confundes el conformismo, el insulto, el maltrato, el miedo con la realidad, con lo que realmente tendría que ser y no lo es, quizá por que no lo has tenido nunca, quizá porque no conoces, las cosas bellas, el trato amable, el cariño, esa persona que te escucha, que te mime” – le decían.
Está falta de todas esas cosas hace que algunas personas se las nieguen hasta a ellas mismas, vean las cosas de otra forma, como sueños inalcanzables, eso era lo que estaba sucediendo a ella.
Se había encontrado con alguien, que le abrió los ojos, alguien que no soportaba la injusticia, ni física, ni moral, si psíquica, esta persona estaba abriendo los ojos de alguien que los había tenido cerrados durante cuarenta años.
Entre estas dos personas había un muro, muy alto, difícil de destruir, esas dos personas estaban atadas a otras, y esta situación hacía aún más difícil el poderse ver, estar juntos etc.
Pero ella se conformaba con esas dos horas a la semana que le dedicaba, porque para ella ese tiempo era el más aprovechado, el más sentido y disfrutado que tenía, y sabía que solo en esos momentos se sentía una persona querida, en esos momentos era suyo y nadie podía interrumpir ese momento.
En ese tiempo disfrutaba, se hacía realidad todo aquello que siempre había anhelado, el amor, al cariño, el tacto de unas manos que le acariciaban, el susurro de una voz tocando sus labios, y el sentirse querida y mimada. Inventaba un mundo en el que solo existían cosas buenas, personas dulces, cielos despejados y llenos de sol….Kawai era su reino, era su momento, era su vida oculta.....

Hasta que llego ese día que siempre se intenta no crear, se intenta tapar, ocultar y no recordar en el que bajas de esa nube en la que estabas flotando, te caes desde muy alto y te das cuenta que todo y todos son lo mismo, que no se sabe si realmente existe la amistad, si existe realmente esa relación en la que no entre el cuerpo, sino simplemente, entre el corazón, el alma, el sentimiento…aquel día Kawai desapareció para siempre, fue como una mala tarde, como una tormenta de verano, que dura unos instantes pero te destroza para siempre y desaparece tal como ha llegado.

Texto agregado el 11-10-2006, y leído por 103 visitantes. (1 voto)


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