Se había destrozado la cara, otra vez.

Había tardado tanto en sanar, pero ahora, ahora que haría?

Estuvo pensando un rato, y decidió entregarlo por fin.
Contempló con horror como escribía con caligrafia perfecta, su nombre en el papel.
Aquello mostraba su humor perturbado mas que cualquier garabato.

Fue a la mochila y saco un frasco de crema. Se unto una buena cantidad en la cara
ARDÍA

Luego, caminó lentamente hacía un paraje oculto, con la cabeza baja, y lagrimas nacientes.

Cuando llego, escondio su rostro lloroso detras de las mangas, y disminuyó, como una niña, a un cumulo de sentimientos sin control.

Caminó un rato después, recogiendo sus pedazos, como una muñeca de trapo mantiene unidos los hilos.

Mamá.

Pero no podia irse, o no llegaría.
Nunca más