Te llamé por creer que así me iba a sentir mejor, quería decirte que te extrañaba y oír que tú también pensabas en mí… Te pregunté cómo estabas, por decir algo y no quedarme muda ante la magnitud de la emoción que me provoca recordar lo que un día intentamos ser… Y ahí estabas, oyendo cada palabra, cada frase que mi boca te pronunció sin sentido alguno más que llenar el vacío de mi ansiedad por creer que aún te importo… y sé que no es así, que sólo dices lo que quiero oír forzado por mis risitas nerviosas que te dicen que debes pensar en mí para que yo te dé los favores que tu cuerpo quiere, pero no puedes mentir, noto que no sabes hacerlo, no me mientes y me dices entre cada línea, cada titubeo que no soy yo quien te quita el sueño y finjo que me da igual, que no me importa porque soy la mina más top que conoces, la más simpática por que no te hice un escándalo cuando me dejaste a pesar de que lo deseé, quise gritarte y exigirte una explicación, pero no lo hice y no sé si me arrepiento…

Y estoy mal. Mal porque no te tengo, porque no tengo esas dulces palabras que me regalaste cuando tu y yo pretendimos ser algo, mal porque no siento tus besos, besos que necesito para sentirme deseada, para creer que soy dueña de algo… Extraño tus manos, manos que me regalaron caricias que me hicieron sentir importante, que me hicieron sentir mujer por cada trazo dibujado en cada centímetro de mi piel, extraño tus abrazos que tantas veces me acurrucaron y me impregnaron de tu olor, ese olor que extraño, que siento cuando camino por la calle, sola sin que tu presencia acompañe mis pasos hacia un antro en donde pueda quitarme esas ganas de que vuelvas a tocarme… Y para qué? Para que luego de coger mires tu reloj para irte porque no hay tiempo para compartir, porque sólo eso fuimos, parte de noches de calentura que eran demasiado cortas como para saciarnos de todas las ganas de estar en eso, sumergidos en fantasías llenas de morbo, calentura que disfrazamos de sentimientos, para convencernos de que era sincero, para no sentir culpas cuando tuviese que reprochártelo…

Te extraño, no porque intentaste quererme, sino por que hoy tengo ganas de coger, de llenarme de sentimientos de calentura, porque quiero saciar esa hambre animal de carne, de carne húmeda, tibia, salada; salada de tu sudor mezclado con el mío… Quiero oler tu piel, tus ganas de sexo que brota por cada uno de tus poros dilatados, quiero beberme ese deseo que sale de tu boca, de tus labios; quiero sentir tu lengua húmeda y deseosa de pasión, quiero por un rato volarme la cabeza de pensamientos que no sean los de cumplir lo que mi mente pervertida en ese momento sea de capaz de crear presa de ansias acumuladas por poseerte, por ser poseída…