Ayer mientras dormía, en uno de esos sueños indefinidos, se me apareció un personaje especial: un elefante. Puede que quizás no parezca especial soñar con elefantes pero este se me instaló al lado y me dijo que él, a esas horas de la noche, no tenía ganas de andar haciendo nada más que dormir y si no, que soñara otra cosa. Yo, medio a regañadientes, le dí permiso. Eso si, por favor que no roncara y que no soñara con nadie por que no había lugar para otro personaje. Pero los elefantes son algo desobedientes y el muy pícaro además de roncar (y les pido que se imaginen a uno roncando) se puso a soñar con una ballena. Ya se estaba poniendo esta historia como para malhumorarse un poco. Y quizás no hubiera pasado nada si acaso el cetáceo no hubiera soñado con un dinosaurio. Los tres se pusieron a saltar sobre el colchon, jugando y cantando. Me desperté justo cuando se rompió el elástico de la cama. Ellos ya no estaban.
Hoy le conté a mi médico que había soñado con un elefante, una ballena y un dinosaurio. Me recetó unas pastillas para tomar después de la cena. Me dijo que yo, tenía el sueño muy pesado.