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“El Ocaso de Occidente”
No hay duda alguna: La Filosofía se dedica a dar razones, a buscar últimas consecuencias. Sus principios se basan en la universalidad y sus fines intentan ser perennes. La filosofía cambió para siempre al hombre y la civilización quedó marcada por ella de una manera muy específica, con esto, el pensamiento se obliga a demostrar la unidad del principio y el origen de todas las cosas. Para el hombre de occidente, la universalidad en el obrar como ser humano está unida íntimamente con su visión de vida. Podemos “culpar” al desarrollo de la filosofía por esta actitud que se tiene frente al mundo, al hombre mismo y hasta a la religión. Toda la historia que conocemos, desde el nacimiento de la filosofía hasta nuestros días, habla de una posición particular por la razón, la lógica y la causalidad del ser en el mundo.
Con el principio de racionalidad (“logos” griego) se funda una tradición de unidad entre todas las culturas que existan sobre la tierra. Los alcances de la razón griega apuntan a todo ser humano que habite el planeta. Por ello, hasta ahora oímos el eco de aquellos pensadores que intentaban hablarle al Hombre y no al hombre atrapado en el tiempo, en la polis o en el lenguaje.

“La cultura es diversificación” es decir que el hombre que se expresa en cada rincón del mundo, es un ser racional, un ser humano igualmente Válido en todos los entornos. Sin embargo, aquí vemos que la cultura occidental se ha transferido a tantos lugares que ella misma ha dejado de aportar para simplemente descalificar o arruinar. En su intento “natural” de unificación por medio de la razón, vemos que el mundo cada vez se hace “uno” de manera univoca (en referencia por supuesto a la cultura occidental) lo que detiene, frena (y en el peor de los casos anula) a otras culturas que no puedan “entrar” y compartir los fines comunes que de ella son inherentes. “La sombra de la unidad está cubriendo el mundo entero” En todo caso, al convertirse en una sola manera de ver las cosas, la invasión de occidente a otros lugares del mundo no hace más que contaminar la expresión humana nacida bajo otro contexto. Ejemplos bastan para ver que otro tipo de rito religioso, de experiencia existencial, de lectura de la naturaleza, de expresión poética o de relación filial, fuera de la concepción tradicional-occidental que no sea válido bajo los preceptos axiológicos (con los que occidente “defiende” su racionalidad y ética) entonces aquellos son “bárbaros, inmorales, retrógradas, infieles y hasta animales” “La uniformidad de la cultura es la muerte de la cultura” Esto me hace pensar que en todo el mundo la tecnología (la específica forma de transformar el trabajo en cultura) nace por necesidades diferentes, por contacto con una naturaleza que le exige respuestas variables en cada cultura.
En el particular caso de la Grecia “pre-filosófica”, las actividades humanas como la religión, la política, el arte o la ley civil fueron justificadas en sus principios cuando la filosofía integró todas estas expresiones y les dio razón de ser legítimo. Todo aquello se convirtió en la mayor influencia cultural de la historia de occidente. Pero hasta nuestros días la influencia ha llegado muy lejos para encerrarse en su única expresión racional dejando de lado (y descalificando) a todas las demás (culturas y expresiones) posibles.
La historia de la filosofía occidental ha sido también una historia de rechazo a “todo aquello que no es racionalmente explicable”.



Cuando se hace arqueología no se buscan sólo restos de piezas apartadas en el tiempo que se desempolvan para colocarlas en un museo. Al hacer una verdadera arqueología se intenta construir un enorme rompecabezas que nos ilumine y deje en claro una verdad mayor a la pieza en sí misma. Ahí enterrado encontramos los orígenes de nuestra civilización, de nuestra identidad o de nuestra alma humana. Tal vez deberíamos hacer la misma arqueología con los orígenes de la filosofía. ¿Cuál era su primera intención? ¿Qué cambió del hombre cuando hizo de la reflexión su nueva casa? ¿Cuál era el alcance inmediato de la filosofía? ¿Iba ella ligada íntimamente con el devenir cotidiano del hombre? ¿Ha sido el tiempo quien se ha encargado de desasociar al hombre y su vivencia reflexiva? Podríamos comenzar a excavar en la historia para responder todas estar preguntas y “comenzar” a re-construir una nueva filosofía que mantenga unida a todas las expresiones humanas sin la intención de unificarlas.
En sus principios universales podríamos encontrar lo común en todas las culturas y sus respectivas filosofías (o respuestas lógicas a sus cuestionamientos más profundos) y en su expresión local podríamos entender la grandeza de la expresión humana que simplemente rebasa cualquier intento por intelectualizarla, por explicarla racionalmente.
Por ahora vemos que la “decadencia” de occidente (entendida como el desarrollo exacerbado de su racionalismo) nos estimula de cierta manera a re-inventar la filosofía para darle su integridad total entre a la razón y sus alcances naturales.
Y para esto se propone una postura particular, original, propia y “nuestra”. ¿Podemos hablar de una filosofía Latinoamericana? ...

Texto agregado el 24-05-2007, y leído por 312 visitantes. (0 votos)


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