Día 1


Me dije; no voy a poner título, simplemente voy a escribir. Nunca me he podido regir por una línea hasta terminar. Todo se mueve de aquí para allá, sin fin, sin conexión.
Dócil como un cachorrito me dejo acariciar por los recuerdos. Pero son tantos y tan inconexos entre si, que no sé por cuál partir. Milly Vanelly, no está dispuesta a ordenar información. Carezco de se chip de nacimiento de orden y limpieza.
Tengo claro que los recuerdos de infancia no son por ahora importantes, es por eso que de aquello no me pregunten. Tal vez más adelante pueda hacer una ficha técnica, pero sólo cuando sean verdaderamente necesario.
Quiero catarsis y distorsión de ideas. Absorta en mis pensamientos comenzaré a describir el lugar exacto en el que me encuentro; camastro antiguo de dos plazas, cubierto con una colcha a cuadros rojos y franjas negras. La cama está fría, triste. La cortina es roja, de raso. Me perturba un mueble antiguo lleno de libros y revistas.
El lugar en que me encuentro es una habitación bien iluminada y llena de artefactos sin conexión entre si; perfumes caros, muñecas de porcelana, ropa americana, y botas ochenteras. Hay posters pegados por dokier y la foto de una pareja gay. Existen como reliquia una máquina de escribir antigua y un manuscrito de los años 50`.
Rojo, aquí todo parece apuntar hacia ese color pasional, que nada tiene que ver conmigo. Salvo la sangre que corre por mis venas, el rojo no está ligado a mí.
Entro pues, a mi mundo, el espacio más cerrado que poseía. Lugar que nadie ha cruzado jamás, ni mis más cercanos confidentes.
Milly no conoce el amor verdadero, no cree en el, ni en el matrimonio, sólo cree en el sexo por placer. Aún así, no todo el mundo es el indicado. La selección es arbitraria y selectiva. No es por físico, color o religión, es por química y “especialidad”. Esa persona es o no especial. Se podría llamar forma “especial” de amar.
Publico idioteces para una revista, donde todo parece light y cool, hasta los puntos y las comas que pongo. Sospecho que no hay futuro para mí allí, cono en ninguna parte. Soy torpe, fea, inútil y desviada. Oscura si les perece más adecuado. Como Daria de MTV. Tengo hermanos torpes y padres posesivos. No tengo pololo, ni amigo con ventaja. El último encuentro con alguien fue en enero. Un tipejo agrio que me llevó a un motel a un costado de la iglesia san francisco, del que ahora no recuerdo ni su rostro. Sé que tiene un nombre poco común, el cual no voy a decir por respeto a las personas que pudieran llamarse de la misma manera. A pesar de todo lo que pueda encerrar ese encuentro casual en el cerro santa lucía, puedo decir que aquella persona era “especial”. Tenía una forma de hablar melodiosa y profunda. Solía hablar de sí mismo todo el tiempo, aún así me sentí bien con él. No obstante, tenía una serie de problemas existenciales a los que no me podía dedicar. Triste, yo estaba interesada en él, pero como en toda mi vida, no fui lo suficientemente hembra. Clásico de un hombre.
Ya lo dije antes, soy fea y torpe, pero de todas formas no me quejo explícitamente de ello. Sin embargo, el no ser una supermodel perfecta me ha traído problemas. Nadie se fija en mí a simple vista. Es que el mundo actual genera estándares de belleza demasiado altos. No estoy dispuesta a sufrir por la traicionera y efímera belleza. No esperar es la clave, dejar que el tiempo pase y generar raíces. Admirar a los demás y ser atropellado por la multitud. Correr tras la gente y escuchar decir a todo el mundo lo que tienes que hacer. Milly Vanelly, es cauta. Observa todo lo que pasa a su alrededor y luego guarda. La información nunca está demás.
Es de noche y las fotos de Joel de Good Charllotte, me acusan de mentir, pero todo aquello que ha quedado registrado con tinta, es verdad hasta la última letra.

Milly Vanelly