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tendría no mas de cinco años cuando decidí irme de casa. la noche estaba fría, mis padres dormían y mi perro me miraba confiando en que pronto volvería a casa. salía a la calle y mientras daba un paso sobre las losetas del barrio, pensaba en lo que mis padres dijeran: está loco y volverá. caminé sin parar hasta llegar al terrapuertos de la ciudad. recordaba cómo se legaba porque estaba a pocas cuadras de casa y mi padre cuando viajaba siempre lo hacía desde aquel lugar. yo sabía que si iría de viaje eso lo haría desde ese lugar.

todo estaba atestado de gente. tenía cinco años y no sabía qué hacer para subir al bus. miré a la gente llena de hijos, sobrinos y pensé en juntarme con ellos. lamentablemente no se pudo, por lo que tuve que dormir en el terrapuerto. vi a dos ancianos juntarse bajo un tapiz muy grueso, echarse bajo eso y dormir. me les acerqué y pedí permiso para entrar. nadie me respondió, pero yo entré con sus permisos. al día siguiente todos se levantaron. vi que mas de veinte personas dormían bajo esa carpa en el piso. me levanté y busqué la manera de irme de la ciudad. recordé el motivo. un libro de viajes, una historia de mis tíos, una foto lejana de otras tierras, en fin, mil excusas para soñar. cogí mis cosas envueltas en un atadito y caminé hacia la salida de los buses. vi en la carretera a mucha gente subiendo y bajando en el bus. subí junto a una familia llena de hijos, nadie se percató de mí. ya en plena carretera, pensé: ¿hacia dónde iría?. la playa, el bosque, la sierra, otro país, mis sueños de lectura... no lo sabía con certeza, pero decidía irme de casa para siempre. vi a un grupo de señoras bajar a unos mil kilómetros de la ciudad. bajé junto a ellos. era una playa, un balneario. les seguí. eran como cinco muchachos que llegaron hasta una gasolinera. su padre los esperaba. me escondí y desde ese lugar, me puse a mirarlos. eran muy felices. me moría de hambre y decidí aventurarme en la comida. les pedí trabajo y se rieron. eres un niño de no mas de siente años... no era verdad pero les dije que sabía hacer muchas cosas. ¿qué cosas?. se nadar, pintar, escribir, leer, bañarme y mentir muy bien. me miraron y me pidieron que les hiciera una prueba. les conté de las hormigas buscando un terrón gigante de azúcar, de la niña de un solo ojos buscando su otro ojo en el cielo, pensando que era la luna ese ojo, les conté el idioma de los sueños... allí despertaron y me pidieron muchas interpretaciones. les di mis ideas y las ideas de algunos libros que encontré en la biblioteca de mis padres. me respetaron y me dieron un plato de comida con la condición que les ayudara en el diario qué hacer. les ayudé y me sentí mejor pero estancado como una poza de agua en el desierto. tenía que seguir mi destino. quería irme mas lejos. tuve suerte. una mañana llegó una vieja a la que le caí muy bien. le pedí trabajo. me lo dio y me fui con ella. vivía en un caserón. dentro había infinidad de muebles, cuadros, cuartos, comida, etc. esta será tu casa, pero debes advertirme de mi futuro. eso hoce cada día. le miraba a los ojos y adivinaba o inventaba todo aquello que suponía era verdad. me hice como su hijo y pocas veces le fallé en sus apreciaciones. mi dueño, era un gran ladrón, de esos que robaban cuadros, brillantes, casas hipotecadas, etc., pero nada de dinero en efectivo. vi con claridad que eso no era lo que buscaba, que eso iba ayudarme a encontrar mi destino. el tiempo pasó y llegué a cumplir los dieciocho. tuve la oportunidad de juntar un dinerito y me fui de la casa de la vieja. no me despedí, ya sabía muchas cosas y pensaba que eso sería lo suficiente. llegué a una embarcación y pedí irme con ellos. navegamos y llegamos a tantos lugares, pero yo no acostumbraba bajar, temía quedarme. me gustaba estar en el barco. nunca mas volví a bajar de la nave, pero usaba mi laburo en adivinar la suerte de algunos. me hice conocido hasta que una tarde vi a mis padres sentados en una mesa, cenando. tenían los rostros tristes y desolados. yo era el culpable de todo sus dolor. me les acerqué y les dije que yo era su hijo. me miraron y dijeron que su hijo había muerto hacía mucho... callé y seguí mi laburo. una mañana vi que unas mujeres hermosas entraban y apenas subieron al barco, me llamaron. ellas fueron demasiado. eran una hienas, unas monas insaciables. las dejé o mejor dicho, ellas me dejaron y seguí en el barco hasta que una noche vi una luna inmensa. le hablé y ella respondió: vuelve a tu hogar, a tu ciudad. le hice caso y volví a mi hogar. tenía un oficio, una manera de comer... pero, el tiempo siguió su curso y con él, mi cuerpo se llevó. fue una terrible fiebre que me hizo alucinar... al cabo de unos días mas, morí, aunque mi cuerpo ya no era yo, sí lo era algo que observaba desde un punto. mire a mi costado y vi que era como una cucaracha en el baño. me vi morir y me vi viajar por otros espacios de colores diferentes. y cuando estuve frente a mi gran sueño, me dije: puede ser verdad todo esto. mi sueño me dijo que sí, que es posible si escucho lo que siempre escuché: mis sueños. y escríbelo, mientras tengas cuerpo humano, sueña y escribe que es lo mismo en diferente forma...


san isidro, junio de 2007

Texto agregado el 24-06-2007, y leído por 377 visitantes. (0 votos)


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