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Serpientes de los suburbios

Corre
Corre
Corre
Los pies de Snake Boy, enfundados en aquellas zapatillas rojas y viejas que tantas calles habían visto desfilar bajo sus suelas, se mueven veloz y frenéticamente en dirección a la zona de los suburbios donde él vive.
No sabe si los policías le siguen y, de hacerlo, desconoce cuantos lo hacen. Pero es consciente de que tiene que ir a refugiarse bajo buena piedra para esperar lo que sea. Lleva la caja y comprende que eso le hace ser la pieza más importante del conjunto. Si cualquiera muere, perderán a un amigo, si él muere perderán algo mucho peor: un amigo y dinero.
El sudor corre por su frente, invade toda su cara: Snakey está casi seguro de que tendrá que pelear, y siempre se pone nervioso antes de protagonizar una escena de acción. Personalmente le tiene aprecio a su vida.

Finalmente llega a su calle. Está como siempre: infestada de gente. Los viejos sentados en sus sillas, charlando en las entradas de sus casas; los jóvenes que cuentan lo que les ha pasado, haciendo alarde de sus vidas; los que se están drogando con lo que sea; de todo.
Rápidamente se esconde entre un grupillo de jóvenes que charlan y que comprenden al instante que está siendo perseguido. Pasan unos minutos y finalmente llegan; se trata de dos polis. Algunos se alertan, otros escapan, hay quien sigue con lo suyo. Los polis, arma en mano, se ponen a buscar a Snake Boy con la mirada, atentos de lo que pueda ocurrir.

Mientras, él espera paciente en su escondite, con los años ha aprendido que el impacientarse es el talón de Aquiles de muchos delincuentes. Es entonces cuando uno de los polis pasa justo delante y la serpiente decide emerger de su guarida.

¡Zas!

- ¡¿Qué coño…?! ¡Rodríguez!
- ¡Argh!


Antes de que ellos mismos lo comprendan Snakey ya ha saltado de entre los jóvenes para caer encima de uno de los policías, derribarlo y clavarle los colmillos.
Es entonces cuando Snake Boy hace alarde de lo serpentino de su nombre: A base de biotecnología le han sido injertadas unas glándulas que contiene una serie de venenos que puede segregar a gusto. Serían mortales para él de no ser gracias a que, con ayuda también de la biotecnología, es inmune a todas las toxinas de lo que acostumbra a utilizar.
Y los colmillos… como comprueba el poli, los colmillos no son sólo decoración, con ellos Snake Boy se abre paso hacia las venas de su víctima donde, una vez indefensas, suelta una buena dosis de veneno.

Todo ocurre en pocos segundos. El herido queda inconsciente en el suelo y Snake Boy fija su atención en el otro, que se ha quedado indefenso momentáneamente debido a la sorpresa causada por el inesperado ataque. Snakey comprende que posee contados segundos para pasar a la defensiva antes de ser presa fácil. Por su parte, el poli, decide echar mano a su revólver; pero al mismo tiempo su adversario tira una especie de polvo, enciende rápidamente un mechero y lo lanza detrás. No comprende que pretende; está a punto de dispararle cuando los dos componentes entran en contacto y un gran destello le ciega.

- ¿Qué mierda? ¿Qué clase de truco es éste? ─grita el poli tapándose sus ojos dañados.
- Ssse llama química, amigo ¿No sssabesss lo que esss el magnesio?
- ¿Qué?

Pero no hay más respuesta que una patada que recibe por detrás. El revólver se le cae de las manos y es el serpentino joven quien saca ahora el suyo. Los ojos del chico destellan confianza y parece creer haber ganado; pero el agente, fingiendo palpar la zona golpeada, desenfunda su palo eléctrico y con una precisa descarga le desarma.

- La cosa se ha invertido ¿Eh? -apunta con el palo al chico, que parece estar concentrado, con las manos en dos de los bolsillos de su cinturón- ¿Qué tienes ahí? ¿Otro truco barato? Como ya has comprobado, nada de eso funciona contra un policía bien entrenado

Snake Boy saca un globo de agua que tenía en el cinturón y se lo lanza a las manos del poli que suelta una descarga contra él pero que aparta las manos después de que éstas reciban el impacto del globo.

- ¿Qué clase de broma es ésta? Muy astuto, chaval; pero como verás el mango del palo es de goma, el agua no hará que la descarga me afecte por muy indefensas que estén mis manos.

Sin embargo el joven, que se ha recuperado de la leve descarga, sonríe. El poli no lo comprende muy bien, pero es entonces cuando del otro bolsillo él le lanza otro polvo a las manos. El agente suelta otra descarga pero vuelve a ser corta, ya que un insoportable dolor se apodera de sus manos y pierde el palo eléctrico.

- ¡¡¡Aaaaaagh!!! ¡¿Qué demonios es esto?!
- Como ssse nota que no tienesss ni idea de química, amigo. Es potasio. Sssiéntete afortunado: essstásss sssiendo víctima de una auténtica quemadura química. Esss todo un honor para un ignorante como tú el vivir en tus propiasss carnesss una herida tan magnífica. ¡Auténtico dolor del bueno!
- ¡¡¡Aaaaaaagh!!!
- Nunca sssubestimesss a un delincuente bien entrenado

Snake Boy saca uno de sus cuchillos y libera al policía del dolor con un certero lanzamiento entre ceja y ceja. Se marcha triunfante, pero una inesperada voz le detiene:

- ¡Bastardo hijo de puta! ¿Te pensabas que me matarías de un mordisco?
- Mierda…
- Ni mierda ni pollas ¡Ya estás poniendo las manos sobre la cabeza y arrodillándote o vacío el cargador en tu puta cabeza!
- Sssí, sssí -Snake Boy hace caso a las amenazas y, una vez arrodillado, siente el frío metal del cañón en su nuca.
- La escoria como tú no debería ni haber nacido. Abortos de la naturaleza es lo que sois, venís a la Tierra para estorbar y lo mejor que se puede hacer con vosotros es meteros un tiro.
- ¿Vasss a darle al cotorreo mucho másss?
- ¿Serás…? Jaja… ¿Acaso crees que estás bajo la tutela de algún abogado? ¿Que tienes derecho a un juicio? Chico, déjame que te explique, hoy vamos a lavar las calles de estos inmundos suburbios con tu sangre. Vamos, di unas últimas palabras, a ver que mierda sale de tu sucia boca.
- Adiósss
- ¿Saludas antes de irte? ¿Sólo eso? Esperaba algo más divertido de un insecto como tú.
- No, amigo, te sssaludo antesss de que te vayasss… No muchosss comprenden la lengua de una ssserpiente

El golpe hueco de un cuerpo contra el suelo.
Para cuando ha acabado de decir sus palabras el policía ya yace muerto sobre el asfalto.

- Vaya… No pensé que el veneno tendría un efecto tan retardado… Como la próxima me surja un imprevisssto como éssste podría acabar acribillado. -murmura Snake Boy para sus adentros

La gente que se había apartado para no ser herida por la pelea comienza a acercarse, con cierta cautela. Observan los dos cadáveres y parecen temer la reacción del asesino.

- Tranquilosss… Podéisss llevaros lo que queráisss de los cadáveresss. ¡Hoy paga Sssnake Boy!

Se levanta, coge la caja y emprende camino hacia la plaza de los patos, esperando que todos estén allí. Las manos aún le tiemblan por el miedo de haber estado tan cerca de la muerte, pero mantiene las formas: sabe que el mayor arma de una serpiente no es su veneno, si no el causar miedo a quienes se le acercan.

Texto agregado el 10-08-2007, y leído por 117 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-08-2007 es un excelente texto prometedor se ve el talento impreso en estas letras me gusto neison
12-08-2007 Excelente descenlace... Por un momento, pensé que había sido inmune al veneno.. Miss_Vane
 
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