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Descansa en paz

Callejones vacíos que se esconden dentro de metáforas sin sentido del poeta descabellado. La luz ha escapado por las rendijas de las puertas dejándonos solos con nosotros mismos. Entonces, haciéndose notar, entra tu persona por la puerta de tu mente queriendo hablar contigo, tú te preguntas si deberías, y automáticamente obtienes una obvia respuesta, sí.

Una vez está todo dispuesto en la mesa para la cena, entra tu criado con el plato principal, tus ojos y tu cerebro. Sin espantarte miras tus trozos y a tu oscuro invitado, que no es otro que tu espejo, pidiéndole consejo. Él te devuelve la misma mirada interrogante fruto de la cual decides comer.

El sabor de lo que has visto y pensado entra y se formula en tu boca para dar paso a un bolo de recuerdos que sigue su camino en la misión de la digestión bajando por tu esófago, una vez ha llegado al estómago tu invitado abre la conversación preguntándote por las cosas con menos importancia del día, pues lo bueno siempre se guarda para el final.

Ya contigo mismo corriendo por tus venas, respondes incontables preguntas inútiles hasta que llegas a un punto de no poder pensar en nada que te ayude a evitar lo que no quieres pensar, y en ese preciso instante entran a tu mente tus miedos, penas, y todos los sentimientos y pensamientos que tu evitas y escondes con máscaras y muros, es en ese preciso instante que la represa se derrumba y tu misterioso interlocutor que tiene tu mismo nombre comienza el interrogatorio.

El lugar de improviso cambia a una cámara de tortura toda creada por tu torcida mente en su inútil intento de escapar. Tú estás en la mesa de tortura completamente atado y a la vez estás parado a un lado con todos los instrumentos necesarios para hacerte confesar, eres el verdugo y la víctima, eres el interrogador y el interrogado, pero el papel que mejor interpretas es el de un ser lastimoso que gime palabras inteligibles pues no desea hablar, pero lo obligarán.

Después de unos segundos de tortura te rindes y escupes todo, vomitas sobre ti mismo las respuestas a todas tus preguntas. Y, en ese momento, en el clímax mismo de el acto de confesión, la oscuridad llega y te aplasta, quedando en escena solo la oscuridad.

Es irónico pensar que todo esto suceda en tan solo unos minutos previos a entrar a la calma de tus sueños.

Texto agregado el 22-08-2007, y leído por 86 visitantes. (0 votos)


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