La tiza se le esfumó de su mano derecha con un ruido agudo cuando quizo escribir una oración en el pizarrón verde del salón de clase. La mirada de los estudiantes se clavaron sobre su espalda y un silencio sideral invadió el ambiente caliente y pegajoso de ese espacio donde la flaca -asi la habían bautizado sus amigas en la pubertad, debido a su angostas caderas, su busto de limones verdes y sus brazos de cordón- impartía clases de literatura desde hacía mucho tiempo.
Se dió cuenta del percance hasta en el momento que la tiza como lanza calló de punta sobre el borde de su sandalia martillándole el uñero de su pie derecho que le molestaba desde la formación del universo.
La flaca quedó en silencio y no volteó a ver a sus alumnos, pero dos perlas cristalinas cayeron de sus ojos verdes, maldiciendo internamente, todo lo que le había ocurrido ese día.
Se inició en la mañana cuando el lechero dejó de llevar el litro de leche cotidiano por mora en los pagos ya de por si atrasados. Ernesto, su novio, no había llegando a dormir la noche anterior, presuntamente para irse con la turca de la farmacia de la localidad. Su perro al que le habían puesto “Terror” habia amanecido con una cagatina incontenible, gracias a la sardina ahumada que había comido para la cena y la fragancia Miss Dior Chérie que Ernesto le había traído de Buenos Aires se le había derramado en el suelo del baño en los momentos que trataba de perfumarse, pintarse los labios y darle vuelta a sus pestañas simultaneamente. Luego al correr para llegar a tiempo al autobus que la llevaría al trabajo, el tacón de su zapato derecho se rompió al quedar trabado en un agujero de la acera, por lo que tuvo que regresar para ponerse las sandalias que ahora tenía puestas.
Pero no era esto lo que le daba mas angustia y rabia si no la llamada de su madre en la mañana que le contaba de una bolita que el médico le habían detectado en el seno el día anterior el cual sería objeto de más estudios clínicos.
Pausadamente recogió la tiza quebrada en el suelo, la puso entre sus dedos pulgar e indice y se dirigió a sus alumnos con estas palabras:
“ Intentaba escribir formas de sinestesia contemporaneas, cuando hice mucha presión en la tiza y ustedes mismos presenciaron como se quebró en dos pedazos . Pero dejenme explicarles que asi como este objeto se puede quebrar, asi la vida y el alma de todos nosotros tambien se puede partir en dos. Situación que de seguro sucederá en alguna etapa de nuestras vidas; pero asi como éstas dos mitades pueden continuar con su función para lo cual fueron creadas, asi nuestras vidas deberan seguir funcionando para lo que fuimos hechos. Un buen consejo es olvidar los percances y seguir adelante asi como la flaca debiese olvidar como inició para ella este puto día”. Acto seguido agarró su bolsa y salió del salón de clase sin ver hacia atrás.