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Sus libros en la mano, el pesado bolso de cuero cruzado sobre sus hombros, la mirada perdida y algo de prisa dibujaban su figura. Estaba seguro que se sentía incómoda en ese minuto, apostaría a que ella si hubiese podido, hubiese corrido para salir pronto de ese sector del patio. Estaba sola, como frecuentaba estarlo, y sus manos reflejaban que el peso que llevaba en las manos no era el adecuado para su estatura. Me atrevería a pensar que mi presencia la incomodaba, aunque puede ser que ni cuenta se haya dado de mi atenta mirada…bueno, no lo sé, la cosa es que apresuraba el paso como para no tener que detenerse a saludar a alguien, o parece que lo evitaba, parece que por ella pasara inadvertida siempre y no tuviese que darle explicaciones a nadie de nada…pareciera que en su mundo hay más colores y más miradas sinceras, pareciera que su vida se llena con tan pocos detalles que...no lo sé…me intriga pensar que su sonrisa perduraba tanto en su rostro cansado.

Si dijese que me gustaba, mentiría, no era la mejor chica de la carrera, pero algo sentía, me atraía en algo, en su fina sombra, en su rizado cabello, en sus anteojos de lectura, en su sándwich a la hora del almuerzo, en su sonajera de pulseras en el brazo, en su mirada perdida y a la vez atenta…en su sonreír, en su actuar, en su…en sus maneras, sí…en ella en general...

Cuando me dijeron que dejaba la carrera, no recuerdo qué sentí, una mezcla de frustración por no haberle hablado nunca, pero de indiferencia al pensar que era una más de tantas, pero no, realmente estaba enojado, enojado e inquieto conmigo mismo y con ella por no haber sido capaces de compartir un trozo de pan siquiera, por no beber de la misma botella, por no haber comentado una película juntos, y tal vez hasta por no tener idea de cuál era su disco favorito…

Me habría gustado conocerla antes, me habría gustado conocerla…y tampoco es que me haya dado por conocer a muchacha que se me cruzara, pero ésta era diferente, era rara, por eso no se sabía mucho de ella, pero en el fondo, era respetada, aunque se burlaban de sus modos inusuales, sabían que la envidiaban, por ser diferente, por no ser como ellos, por no camuflarse con el resto, por ir con su bandera propia, aunque tal vez haya sido precisamente eso lo que le incomodaba siempre...

Tomaba su bicicleta y partía a toda prisa después de clases, al tiempo me enteré que trabajaba de mesera en la pizzería de la esquina y que le exigían hasta por sus compañeros. Recuerdo que desde que supe que ella atendía ahí, gracias a las burlas de mis compañeros, por supuesto, siempre me encontraba una excusa perfecta para ir a beber algo al frente; Que es tarde y no hay tiempo para volver a casa, que no hemos comido nada, que quería platicarles de algo importante, que esto, que lo otro…cualquier cosa, bueno, ciertamente no era necesario mucho esfuerzo, porque mis amigos se habían fijado en la cajera que sobresalía por su rebajado escote.

Desde ahí comencé a encantarme, no fue algo rápido, simplemente paulatino e imperceptible, no me di cuenta hasta que un día desperté sobresaltado y anhelando tener sus manos frías en mi pecho, pero era tarde... de la nada, así como lo oyes, de la nada quise que me besara la frente y me dijera que sus finos dedos me pertenecían…

¡Si hubieses visto mis desfiles antes de salir de casa!, que el perfume, que una bonita chaqueta, que el peinado perfecto, que las zapatillas limpias…todo en orden en un principio, hasta que me di cuenta que bastaba simplemente con ser casual y notar su existencia. No tan así, pero...era casi así…

Su pelo recogido siempre me insinuaba que prefería estar suelto, como al aire, en su bicicleta, como libre es el cometa…todo alborotado, ese que le daban un aspecto poco sofisticado, sencillo y especial, que siempre me gustó.

Bueno, no sé si me entiendes, pero ahora siento que es como estúpido no haberle hablado nunca, es tener esa sensación de poder haber sido tan feliz y no haberlo sido por tonto, por dejado, por inseguro, por nada...vender tu felicidad por un manojo de nadas.

Por eso cuando la vi, supe que era ella, algo en el pecho me daba un tirón inesperado, algo me recordaba esos pómulos ruborizados y esas rizadas pestañas que dejé de frecuentar hace tantos años…algo me gritaba dentro que no se había marchado, que esa niña rebelde aún estaba ahí…para siempre y que lo estaría si yo despertaba y reaccionaba…pero ella con su canoso pelo recogido, la comisura de sus labios pintados y una cuota de sofisticación que aseguro le exigió su, quizás, concluyente rutina… no me notó, ella, como siempre en su otro, no se dónde, no me notó, quizás si lo hubiese hecho no me hubiese reconocido…quizás mi falta de cabello la hubiese espantado, quizás mi rostro surcado me hubiese perjudicado, quizás mi bastón no le hubiese agradado…quizás, mis anteojos no se llevan bien con mi rostro, quizás, quizás, tantos quizás! Ni una sola certeza, ni una respuesta, nada, como siempre…nada…

De nuevo no sé qué siento, antes eran tiempos de gominas, vinilos y matinés, ahora pedimos el e-mail y nos contentamos con un mensaje recibido. Todo ha cambiado en contexto, todo avanzó, pero en el fondo ahí fui el mismo chico atemorizado conjugando un montón de frases en su cabeza que no atinaba a decir ninguna…está todo diferente para sentir lo mismo, todo dio un giro para cargarse en su mismo punto…todo tiene que cambiar para que todo quede igual…

Es que siento que dejé escapar al amor de mi vida, segunda oportunidad y ninguna cogí, que tristeza pensar en mi soledad anhelante, en mis años de juerga insatisfactoria, en mis tiempos de búsqueda frustrada…en todo lo que me había jurado hacer y que llegado el momento no supe ejecutar…

¿Es que no has tenido jamás esa sensación de dejar escapar algo que jamás debiste haber dejado ir? ¡¿Es que soy el único idiota sobre la tierra que pasa su vida esperando un milagro y cuando le ocurre, no es capaz de agradecerlo y tomarlo?! No es que me arrepienta de mi vida, ni de mi ex señora ni de ustedes, pero, es esa sensación de vacío de la que les hablé hace unos años atrás, es ese sentimiento inexplicable que ataca de vez en cuando pero permanece latente siempre…

-Sí, claro que lo recuerdo papá, pero ya debemos irnos, está poniéndose fresco y no te trajimos la bufanda. Mamá no querrá que te resfríes de nuevo, una cosa es que sea tu ex, y otra muy distinta que no se preocupe por ti. Mejor tomemos un taxi así llegaremos más rápido, ¿no te parece?

-Claro, llegaremos al mismo lugar de siempre, al mismo rincón de soledad que yo mismo me forjé a punta de dudas y rechazos. Al mismo abismo de silencio que me abruma cuando no estás. Pero tienes razón, mejor rápido y ahora que lento y perdurable, tienes razón, como siempre, tienes razón…

Ella se limitó a coger su bolso a ayudar al anciano a levantarse. Después; todo permaneció igual, nada había cambiado para que todo estuviese, en el fondo, muy diferente, y así fue como se fueron, caminando lento por la vereda hasta perderse en la muchedumbre que salía de la última función del teatro español…

Texto agregado el 26-10-2007, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


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