TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / keilin / El Secuestrador capitulo IV

[C:321750]

A la mañana siguiente, los tres nos fuimos sin hacer ruido alguno; habíamos ido al río, al ojo de agua que yo conocía: era como una pequeña alberca natural de cuyo centro brotaba el agua, clara y muy, muy fría, por lo que nos costó un poco de trabajo introducir nuestros cuerpos calientes a tan baja temperatura, ya que fuimos a bañarnos y a llevar agua al campamento. Ahí estábamos los tres, desnudos y tratando de agarrarle el sabor al agua helada que, después del segundo chapuzón, se nos hizo un poco más tibia

Cuando estábamos a punto de salir ya del agua, se nos acercó un campesino que para esas horas ya estaba demasiado despierto más que cualquiera de nosotros. Venía con un muy pequeño grupo de vacas que llevaba a pastar por allí. Nos saludó.

- ¡Buenos días! - nos dijo quitándose el sombrero - ¿Está muy fría el agua? -.
- ¡Buenos días! - respondimos al saludo -.
- No mucho - dijo Martín - bueno, bastante -.
- ¿Vinieron solos? - preguntó con su acento chistoso -.
- No - respondí - ¿Por qué? -.
- ¡Cómo! ¿No lo saben? - dijo sorprendido - En estas fechas merodea por estos bosques "El Secuestrador" - nos dijo muy serio -.
- ¿Quééé? - preguntamos a coro - ¿Qué es eso? -.
- ¿No lo saben? - negamos con la cabeza - Bueno, les contaré - se sentó en una ya muy gastada roca que había en los linderos del arroyo - "El Secuestrador" es un ser que vive en lo más profundo de la Tierra. Busca sangre fresca, almas felices; especialmente las de mujeres. Después de caer la noche, se las lleva a su guarida. Dicen que hay un inmenso laberinto en el cual hay trampas tan mortales que ningún hombre común las podría pasar, aunque tuviera superpoderes. Hay también monstruos feroces, sin alma y con poderes inimaginables. Cuenta la leyenda que hay un laberinto guardando la entrada de su guarida, pero también se dice que detrás de aquel inmenso laberinto, hay una puerta detrás de la cual se oculta el más poderoso de todos los enemigos que pudiesen existir, después se encontrará "El Secuestrador", mirándote sentado en su trono y burlándose de ti. Dicen que para vencerlo sólo un dios lo podría hacer. Dicen que tiene allí desde el principio de los tiempos. Espera la noche para cometer su crimen y el despunte del sol para sacrificar a sus víctimas que por lo general son tres... el número escogido para los grupos más poderosos - nos miramos con algo de miedo -.
- Bueno - dijo Martín volteándose - eso estuvo muy bonito, pero ya nos tenemos que ir a cuidar a las chavas de ese gran "Secuestrador" - dijo incrédulo -.
- De veras - dijo Nicolás siguiéndole la corriente- ya se nos hizo bien tarde -.
- A lo mejor se las llevó "El Secuestrador" - dijo Martín -.
- No se burle - le advirtió el anciano - Así fué como perdí a mi única hija y también los deseos de tener un hijo más - nos dijo aquel campesino con la cabeza baja -.
- Lo sentimos - le dije por todos - Pero... ¿hay alguna forma de vencerlo? - pregunté interesado -.
- No sé, creo que no - miró el cielo tratando de recordar - ¡Sí! Hay una, pero es imposible -.
- Díganos de todas formas. Cuente la leyenda completa ¿no? - le dije -.
- Bueno - respondió - Dice la leyenda que hay unos trajes sagrados, enviado por los dioses. Sólo pueden ser usados por aquellos que tengan la fuerza, que crean en la verdad y tengan el amor por la vida, inteligencia y sagacidad como para retar al mal de frente - agachó la vista - pero esos héroes ya no existen... ni siquiera estoy seguro de que hayan existido alguna vez -.
- Bueno - dijo Nicolás - muchas gracias por la advertencia, pero ahora sí, ya tenemos que irnos - sonrió cínicamente -.
- Sí, es cierto - respondimos los dos -.
- Adiós - le dijimos todos mientras agarrábamos nuestra ropa para vestirnos en el camino -.
- Adiós - nos respondió el campesino -.
- Nos cuidaremos - le dijo Martín a lo lejos aún burlón -.

Y mientras nos bañábamos.....

- ¿Chío? ¿Karina? - dijo Gisela despertándose - ¿Están ahí?-.
- Hummm, ¿qué pasa? - dijo Rocío igualmente -.
- ¡Estás sudando! - dijo Gisela abriendo más los ojos - Pues qué anduvieron haciendo anoche, ¿eehh? ¡Ah!, Y además ¡sin hacer ruido! -.
- Yo nada - alegó - Graham que guarda mucho calor; por eso me desperté varias veces en la noche, Gis: ¡me estaba deshaciendo de calor! -.
- Si, como no - dijo Gisela en voz baja - Bueno, ¿Qué te parece si despertamos a Karina? - Rocío asintió con cara de mala -.
- Karina, Karina - dijeron con voz tenebrosa - ¿Estás ahí? -.

Karina estaba "hecha bolita" en un rincón de la tienda, abrazando la mochila donde teníamos nuestra ropa; sonriente, se veía muy feliz; tal parecía que estaba abrazando a su querido Martín y soñando con lo que harían después.

- Karina, ya despierta floja - le dijo Gisela moviéndola -.
- Hummmm, ¿Qué quieres? - dijo Karina sin abrir los ojos -.
- Nada - dijo Con voz inocente - sólo que ya son las 7:00 y los chavos no están aquí - respondió Rocío -.
- ¿¿¡¡QUÉ!!?? - dijo exaltada Karina - ¿Y mi pachoncito? -.
- Ah, no te preocupes. Se han de haber ido a bañar; Graham lo necesitaba bastante ¿Verdad, Rocío? - la miro Gisela un tanto picaresca -.
- Oh, no empieces, Gis, ¿eh? - dijo Rocío y se puso de pié -.
- ¡¡Estás en cueros!! - le gritó Gisela a Rocío sorprendida -.
- ¡Ay! - se tapó Rocío - Es que con el calor... -.
- Sí, también - le dijo Gisela -.
- ¿Calor? - preguntó Karina - si hacía un frío anoche que pa'qué les cuento -.
- Luego te digo - le respondió Rocío mientras sacaba su ropa de su mochila - Ahora vamos a vestirnos y a preparar el desayuno. ¿Me ayudan? -.
- Seguro - respondió Karina con esmero y alegría- ¿Qué haremos? -.
- ¿Tenemos otra opción? - dijo Gisela bostezando -.
- Claro que no, niña - le respondió a Gisela - Haremos un desayuno para trabajadores -.
- ¡Ya sé! - dijo Karina - ¡Huevos a la albañil! -.
- ¡Noo! ¿Cómo crees! - replicó Rocío - Vamos a hacer algo con energía energizadora; vamos a hacer las milanesas y un cóctel de frutas -.
- ¡Yo hago el cóctel! - dijo Gisela y se paró -.
- ¡ Y yo hago el agua y el puré de papa - dijo Karina -.
- Y yo las milanesas - dijo Rocío - Ya vieron ayer que les gustó mi sazón. Pónganle los kilos, niñas, porque puede que de esto dependa mi felicidad - Se vio vestida de novia -.

Haciendo caso de lo que les enseñamos la noche anterior, movieron las cenizas y lograron prender nuevamente el fuego y comenzaron a cocinar. Gisela y Karina sacaron la comida de la mochila de Martín y de la mía, Mientras Rocío sacaba los trastes de la mochila de Nicolás.

Ya vestidos y bañados, con agua en los recipientes; nos fuimos cantando por la ladera río arriba y platicando lo que haríamos después y lo que nos platicó el campesino acerca del "Secuestrador". Además pensábamos en jugarles una broma muy inocente a las chavas. Ya casi estaba el desayuno cuando llegamos.

- Vaya - dije saludando a Rocío con un beso - no pensaba en encontrarlas levantadas a estas horas -.
- Pues ya ves que sí - me dijo Rocío dándome un plato - Ahora ya siéntense, el desayuno está casi listo -.
- ¿Y qué esperamos? - dijo Nicolás abrazando a Gisela -.
- Ay, tú cállate - le dijo Gisela - Sólo piensas en comer y comer -.
- Eso es lo que tú crees - le dijo picaresco Nicolás -.
- Tómela - le dije a Rocío en voz baja -.

Terminamos de desayunar y fuimos a lavarnos al río. Al regresar, Rocío me pidió que la llevara al ojo de agua para poder bañarse. La llevé a donde nos bañamos nosotros, pero me acordé del campesino, así que mejor la llevé a otro ojo de agua más abajo.

Cuando ella comenzó a bañarse, yo me quedó en la orilla. Su cuerpo lucía hermoso, y cada gota de agua que se le deslizaba, le decía por mí "te quiero"; cada burbuja de jabón eran mis dedos, tocándola.

De pronto, algo... una fuerza extraña por la cual me sentí envuelto se apoderó de mí y me metí al agua.

- ¿Por qué te metiste con ropa? - me miró de lado Rocío -.
- Yo... no sé - respondí - algo me... me jaló. Fué tanta la admiración que sentí por ti desde la orilla que... que no me metí, me jalaste - se alejaba poco a poco de mí -.
- Hazte para allá - me decía - que seamos novios no te da derecho a mi cuerpo -.
- Tu cuerpo - dije como disgustado y me acerqué - Tonto aquél que cree que el amor puede ser hecho sólo con cuerpos. Sólo hay que mirar más allá del alma y la mente para hacer el amor con palabras y miradas - me abrazó -.
- No sé de qué tengo miedo - me miró -.
- Tal vez de la verdad - respondí -.
- ¿Es acaso ésta la mentira detrás de la verdad? - me preguntó -.
- Esta es la mentira hecha verdad - respondí filosofando -.
- ¿Cómo puedes pensar así? - me miró - tan rápido y bien -.
- No lo sé - respondí - Tal vez sea por la vida que he llevado -.
- ¿Y éste es el fin? -.
- Tal vez sea la continuación de una historia que no pudo comenzar -.

Nos abrazamos. Habíamos comprendido entonces que éramos nuestro propio destino. Parecía que sólo faltaba esa chispa que encendiera el fuego de aquella página olvidada. Sólo supimos que desde ese momento no deberíamos de separarnos jamás.

En el campamento, acababan de llegar Karina y Gisela. Acto seguido, Martín y Nicolás se las llevaron para ir a "explorar" por allí.

Rocío y yo estábamos en el lago, desnudos y platicando. Ella hacía trenzas con mi cabello y yo la mordía; ella me arañaba y yo la besaba. Jugábamos hasta que se rompió el silencio.

- Graham - me llamó y la miré - créeme que nunca sabrás cuanto te amo - me miró con una sonrisa -.
- Lo sabré - le dije - cuando sepas cuanto te amo yo - le respondí enseguida -.
- ¿Y algún día lo sabremos? - preguntó interesada -.
- Tal vez - respondí - Pero éste es buen momento para que lo averigüemos -.

Jugamos con los cabellos y el agua, salpicando y riéndonos de todo, sólo podíamos esperar el futuro... juntos, y no lo que lo propició. Ya que nos dimos cuenta del tiempo, comenzamos a vestirnos para ir al campamento; en donde ya estaban listos para ir a buscarnos al río o a donde fuese que estuviéramos. Llegamos y nos vieron.

- Ya íbamos a buscarlos - dijo Gisela - ¿Dónde estaban? -.
- Por ahí - respondimos Rocío y yo -.
- ¿Dónde andaban? - me dijo Nicolás en voz baja -.
- Luego te cuento - le dije también en voz baja - Este... ¿Qué quieren hacer? - cambié el tema - ya son las 12:00 y aún no hemos hecho nada -.
- ¡Vamos a explorar! - dijo Karina como niña chiquita -.
- Sí, también a eso vine - dijo Nicolás - ¿A dónde vamos? -.
- Allá - dije señalando al oeste - se ve bien padre desde allá; más el atardecer, y en la noche est fresco -.
- ¿Vamos a comer allá? - preguntó Martín -.
- Es lo más probable - dije - así que lleven la comida. Vamos a hacer una excursión dentro de otra -.
- Pues a prepararse - dijo Nicolás - Vamos a llegar tarde -.
- Te traes las cuerdas y los cuchillos, moreno; no vaya a hacerla de malas y se nos presente algo - le dije -.
- ¿Qué les pasó? - preguntó Nicolás - ¿Por qué se tardaron tanto? ¿Qué acaso ya... ? - me miró feo - ¿No, verdad? -.
- No - respondí sonriendo - Lo que pasa es que ya nos dimos cuenta de que somos nuestro destino ¿Entiendes, flaco? Ya somos como cuerpo y alma que separados no son nada -.
- Ah, ya veo - me abrazó - felicidades amigo -.
- Si, si, pero ve por tus cosas - lo aventé ligeramente -.
- Vamos - me jaló - Ahora sí eres un "Dragón" -.
- Bueno, ya, vamos, que ya sólo nos esperan a nosotros -.
- Tienes razón - respondió - ¡Ahí te voy chela! -.
- ¡Ya cállate, loco! - le di un zape - anda apúrate -.

Comenzamos a caminar, alejándonos del campamento. Nos tardamos como media hora y llegamos aun lugar donde había una enorme roca, en la cual íbamos a subir; la primera parte fué fácil, pues gracias a la erosión, se habían formado unos pequeños escalones en la tierra. Subimos a Nicolás a la roca y después a mí; Hicimos un columpio con las cuerdas y subimos a las chavas y después a Martín. Una vez arriba prendimos una fogata para quemar bombones. Extendimos una manta y pusimos allí la comida para celebrar nuestra amistad y amor.

Terminamos de comer y Todos nos fuimos con nuestras parejas a un rincón de la roca. Karina y Martín se platicaban muchas cosas, pues estaban muy emocionados todavía con su amor. Gisela y Nicolás se fueron hacia arriba en un pequeño peñasco; Gisela se divertía con los intentos de filosofar de Nicolás y jugaban. Rocío y yo platicábamos de nuestras vidas; el pasado, el presente y lo que queríamos para el futuro; ya que seguiríamos juntos para siempre, nada nos separaría, inclusive la muerte.

Comenzó a descender el Sol y llamé a todos para verlo; los seis nos sentamos a observar esa poesía de la naturaleza que estaba allí en ese instante sólo para nosotros. Luego nos separamos nuevamente. Le conté a Rocío la historia de cada una de las constelaciones que comenzaban a verse, y Rocío no parecía aburrirse, si no que se interesaba más y más y como casi no me echan porras, pues me explaye completamente.

Fui a buscar a Nicolás y a Martín para preparar una sorpresa para las chavas. Las dejamos junto al fuego y nos fuimos al bosque que había atrás.

- ¿Qué quieres? - preguntó molesto Martín - ya que estaba en lo más... profundo de... el amor y la plática -.
- Sí, cómo no - respondí - Bueno, la idea es esta: vamos a hacer una fogata y una letras que ardan en fuego con la
palabra: "las amamos" - los miré muy convencidos - ¿Qué les parece? -.
- Pues me parece m.....muy bien - dijo Martín - manos a la obra -.

Comenzamos a recoger leña tan rápido como podíamos para empezar ya; la amontonamos en un pequeño claro y; entre dos troncos clavados al piso pusimos con mecahilo las palabras que más tarde ardería en fuego. Arrastramos unos troncos hasta donde estábamos para sentarnos. Cuando todo estaba listo para ir por las chavas, entre miradas, alcancé a ve unas luces rojas que brillaban entre los matorrales, pero no les di importancia, creí que eran otros animales como los de ayer. Un extraño aroma comenzó a invadir el ambiente; Nicolás lo advirtió primero.

- ¿Huelen eso? - aspiraba - es muy raro. Bueno, supongo que es el campo -.
- No, no es el campo - le dije mientras aspiraba también - no sé que es lo que sea, pero no es el campo -.
- ¡Ya sé! - dijo Nicolás emocionado - Fué el negro -.
- Nel - respondí - No comimos frijoles -.
- Pues yo insisto en que fué el negro - dijo -.
- ¿Yo qué? - nos sorprendió Martín - ¿Qué viborean? -.
- ¿No hueles? - le pregunté - Es raro - aspiró Martín -.
- ¡A mí que me huelan el calzón! - respondió con las manos en alto Martín -.
- Noo, gracias - dije - todavía quiero vivir -.
- Ya vamos por las chavas, ¿no? - dijo Nicolás - Que ya me está dando sueño -.
- Y frío - le dijo Martín -.
- Si - respondió Nicolás - Pero no se lo digas a nadie -.
- Ya vas a empezar - le dije -.
- Bueno, vamos a ir ¿o qué? - dijo Martín - Hace sueño -.
- No sé por qué - le dije - apenas son las 8:00 y aún no hemos hecho nada -.
- Eso es lo que tú crees - dijo Nicolás -.
- Ohh, me refiero a acciones de trabajo, tú - le dije -.
- A bueno, perdón - me dijo -.
- Bueno, ya vamos, que ya me quiero ir a medio dormir - dijo Martín con un bostezo -.
- Anda pues, vamos - le dije -.

Comenzamos a caminar para ir por ellas, pero Nicolás cayó al suelo dormido; El siguiente fué Martín quien cayó sólo a unos pasos de distancia; después los seguí, pero alcancé a oír un grito de donde estaban las chavas y sin poder resistirme más, me quedé dormido.

Ante las chicas apareció "El Secuestrador". Era un gran ser. Sus piernas eran muy fuertes, pero cortas, como las de un gorila enorme; se apoyaba sólo en dos dedos y una pequeña parte de la planta del pié, en el talón tenía una uña larga y curva que, a pesar de los larga, no tocaba el suelo; Los músculos de sus piernas y cuerpo se veía, a pesar del espeso pelaje café que lo cubría casi todo su cuerpo, a excepción de los pies, sus manos y cara. De la cintura brotaba un cuerpo como de hombre, con músculos enormes y el pelaje tenía rayas más oscuras, como piel de tigre; brotaban unos brazos fuertes en exceso, largos que casi le arrastraban en el suelo; las manos sólo tenían cuatro dedos que terminaban en garras enormes y negras que daban la impresión de que podían destruir todo lo que tocaban. De sus codos y parte de los antebrazos, había unas protuberancias que parecían hojas de espadas que podían cortarlo todo. Tenía un cuello corto; su cabeza era alargada; su boca tenía sólo colmillos grandes y filosos; de la parte de abajo de su boca, salían un par de colmillos que casi le llegaban a sus poderosos ojos rojos que brillaban con cada sonido que su garganta hacía; su nariz parecían dos pequeños cuernos hacia abajo. Por toda la espalda le salían vértebras como de dinosaurio que remataban la cola en unos picos hacia abajo.

Rocío gritaba a más no poder; Karina se quedó inmóvil ante aquel ente, no podía ni parpadear; Gisela lanzó un grito enorme y se desmayó. "El Secuestrador" las tomó como pedazos de papel y se las llevó saltando entre las montañas.

Un mapache me jaló el cabello y me despertó como media hora después de haber caído. Me dolía la cabeza. Fui con los muchachos y los desperté y enseguida corrimos con las chavas.

- ¿Qué pasó? - me preguntó Martín mientras corríamos -.
- No lo sé - le dije - pero escuche gritar a las chavas -.
- ¿Qué habrá pasado - dijo Nicolás - me duele la cabeza -.
- No sé - le dije - ¡Miren! - señalé la fogata - nadie -.
- ¿Pero qué...? ¡Miren el suelo! - dijo Nicolás - ¿Qué es? -.
- Parece una huella - dijo Martín - pero... ¿Solo dos dedos? -.
- No lo sé - dije - pero sea lo que sea, tiene a Rocío y no voy a dejarla en lo que tenga lo que dejó la huella -.
- ¡Espera, Graham! - dijo Nicolás - Acaso tú crees que podría ser......"El Secuestrador" -.
- Ay, no m....me inventes cosas - dijo Martín incrédulo -.
- Pero si así fuera - dije - ¿Dónde hallamos los trajes? -.
- No lo sé - respondió Nicolás -.
- No me digan que le creyeron al campesino - dijo Martín -.
- ¿Y por qué no? - dije - o ¿Cómo explicas esta "huella"? -.
- Bueno, sí - dijo - pero si no fuera así - insistió - y si fue el viejito el que se las llevó? -.
- ¿Qué, "El Secuestrador"? ¿El anciano?- le dije - Pues no lo sé, pero aún así lucharé por rescatar a Rocío - y me encaminé -.
- ¡Espera! - me gritó Nicolás y volteé - ¿Qué es eso? Parece una bola de luz - la señaló - ¡Y va hacia Graham! -.
- ¿Qué?, ¿Dónde? - dije - ¡No juegues! - vi la bola de luz -.

La extraña bola de luz se dirigió sobre nosotros. A pesar de tratar de esquivarla, la bola se estrelló contra mi cuerpo. Sentí como una terrible descarga eléctrica pasó por mi cuerpo; me convulsionaba y al cabo de unos segundos de brillar, caí inconsciente y humeante sobre el pasto y enfrente de mis amigos que me miraban sin dar crédito a lo que veían.

- ¿Está muerto? - preguntó Martín - no se mueve -.
- ¡No inventes! - lo regañó Nicolás - sólo está desmayado -.
- Pues te va darle....R.C.P. - dijo Martín picaresco - por que yo sí paso, además me pegan -.
- Ah, mejor dale tus...gritos en el oído - rezongó Nicolás -.
- Pues sea lo que sea hay que dárselo pronto o si se muere - dijo Martín -.
- Pues ni modo, hijo - ahí voy - se armó de valor Nicolás -.
- ¡Mira! - dijo Martín señalándome -.
- ¡Qué rayos le pasará? - Dijo Nicolás muy perplejo acerca de lo que veía -.
- Era esa bola de luz - le aseguró Martín - no sabemos de dónde vino y ni si quiera de donde venía -.


De pronto me levanté y abrí los ojos que estaban en blanco; una extraña luz rodeó mi perímetro y, sin hacer fuerza alguna me incorporé del suelo y comencé a apenas flotar por encima del pasto. Comencé a avanzar hacia el bosque cercano, adquiriendo velocidad; Nicolás y Martín me siguieron como podían, pues había ramas y rocas que dificultaban el camino.

Llegué hasta una enorme roca que parecía estar enterrada en el suelo; ahí vieron que me detuve; en su apresurada carrera por alcanzarme, Nicolás y Martín vieron como la bola de luz que había invadido mi cuerpo, salía de mí poco a poco como si saliera del agua. Yo caí nuevamente al suelo y humeando de mi boca y nariz un espeso humo blanco; estaba inconsciente. Martín y Nicolás se arrodillaron a mi lado, exhaustos y jadeantes.

- ¿Ahora sí estará muerto? - preguntó Martín -.
- No manches...bueno: no ensucies - dijo Nicolás -.
- ¿Qué hacemos ahora? - Preguntó Martín - No sabemos dónde están las chavas, se nos muere Graham, nos perdimos, no sabemos si un monstruo enorme existe y no sabemos dónde demonios están los trajes - dijo casi llorando - ¡¡¿¿Qué hacemos ahora??!! -.
- Ya cálmate - le dijo Nicolás - Todo saldrá bien -.
- Eso espero - contestó triste Martín -.

En eso tosí y los dos voltearon hacia mí; de mi boca aún salía humo blanco; sentía frío y me dolía la cabeza; me sentía muy cansado, como si jamás hubiese dormido en mi vida. Martín y Nicolás me ayudaron a levantarme y me hablaron casi llorando.

- Ja, ja - rió Nicolás - ya sabía yo que nada podía matar a este Dragón -.
- Pensamos que estabas morido - me dijo Martín - Nos asustaste -.
- Que....que más quisieran....perros - dije jadeante - No se van a....a deshacer....de mí....tan....tan fácilmente -.
- Que bueno que estás tan bien como siempre - dijo Nicolás -.
- Bueno - dijo Martín - Arriba, Dragón, tenemos una misión -.
- Te salió en verso y sin esfuerzo - dije levantándome -.
- Muy bien - dijo Nicolás - ahora vamos a organizarnos -.
- ¿Qué vamos a hacer? - pregunté - Es más - interrumpí - ¿Dónde estamos? ¿Estamos perdidos? ¡Contéstenme! -.
- No lo sé - dijo Martín - Tú nos trajiste hasta aquí -.
- ¿Yooo? - respondí - ¿Cuándo, cómo, dónde, por qué? -.
- Ay, no sé joven, no sé - dijo Nicolás como indígena -.
- ¿Qué pasó? - pregunté - Bueno, no importa. ¿Qué vamos a hacer? Hay que buscar a las chavas ¿no? - dije -.
- Pero la pregunta es: ¿Dónde buscamos? - dijo Martín -.
- ¿Qué les parece si buscamos al campesino? - dijo Nicolás -.
- ¿Para qué? - pregunté - Sólo sabe lo superficial -.
- No - dijo Martín - Ayer, cuando fui a descargar la mala comida... este... bueno, me encontré al campesino -.
- ¿Y qué te dijo? - pregunté interesado - ¿Te dijo acaso cómo encontrar los trajes o dónde estaba la guarida? -.
- Más o menos - respondió - me dijo que los trajes estaban guardados y que la entrada estaba sellada con un extraño símbolo en.... ¡una roca! - abrió más los ojos -.
- ¿Crees que sea ésta? - señaló Nicolás el gran peñasco -.
- Es lo más probable - dije - ¿Qué más, moreno? -.
- Que la entrada para obtener los trajes... había una prueba para cada uno de los poderes que dominan - respondió -.
- ¿Poderes? - dije - ¿Pero eran héroes, no? -.
- ¿Cuáles serán esos poderes? - se preguntaba Nicolás -.
- Bueno - dije - Síguele moreno -.
- Me dijo también - continuó - que si no pasabas la prueba, te puedes morir, o sea, que hay que demostrar ser digno de llevar el poder contigo. Después de pasar la prueba, "según la leyenda" - dijo imitando burdamente al campesino - hay unos acertijos que, si no lo respondes correctamente, te va a destruir el mismísimo traje - terminó -.
- Así que también hay que pensarle, ¿no? - dijo Nicolás -.

Texto agregado el 15-11-2007, y leído por 59 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]