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Inicio / Cuenteros Locales / keilin / El Secuestrador capitulo V

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- ¡Miren! - dijo Martín señalando la roca - vengan -.
- ¿Qué es esto? - dije acariciando un signo en la roca - Creo que parecen...¿manos? -.
- Pues si - contestó Nicolás - lo curioso de todo esto es que están grabadas con lujo de detalle -.
- Es cierto - dije - ¡Miren! - descubrí unas letras - ¿Qué dirán, tú? -
- No sé - dijo Martín - no están en castellano -.
- Es latín - dijo Nicolás - y no sé por qué; no se conoció aquí o al menos eso creo -.
- "E TERTIARIVM TERRA PODERE ORVM HOMINE" - leí - ¿Qué es? -.
- A ver - dijo Nicolás - "Las tres... los tres, poder... poder, tierra... " ¡Ah!, "Los tres poderes de la Tierra". "Para, para... hombre, para el hombre". ¡"Los Tres Poderes de la Tierra Para el Hombre"! - exclamó y nos miró -.
- ¡Los Trajes! - dije - ¡Los encontramos! -.
- ¿Y cómo demonios los vamos a obtener? - preguntó el optimista de Martín - No sabemos si están dentro de la roca, o si están enterrados o en el cielo... -.
- Tal vez para eso son estas marcas de manos - dijo Nicolás deduciendo - Son tres poderes para el hombre, supongo que también son tres seres, ya que hay tres manos izquierdas -.
- Pues intentémoslo - dije - Si hay alguna forma de recuperar nuestro amor es esta -.

Los tres colocamos nuestras manos en la roca, y ésta comenzó a brillar; enseguida sentimos como la roca nos jalaba hacia dentro de ella; nosotros gritamos y tratamos de zafarnos, pero nuestros esfuerzos eran inútiles; recuerdo unas cosquillas terribles y cuando nuestras cabezas tocaron la roca, sólo hubo oscuridad, ni ruido ni silencio.

Sentía como caía hacia lo profundo, no sé si hacia arriba o hacia abajo, simplemente caía. De pronto me estrelló con una estructura muy dura que supuse era el suelo; caí sobre mi espalda; Nicolás cayó de frente al piso y Martín se acomodó un tremendo costalazo al caer sobre sus costillas.

Estábamos algo aturdidos y medio mareados por el gran golpe de la caída, pero recordamos nuestra misión y con esfuerzo y mucho trabajo nos pusimos de pie y nos sobamos.

- ¿Estás muerto, Nico? - pregunté quejumbroso -.
- Casi - me respondió - ¿Tú estás muerto Martín? -.
- Ay, creo que sí - respondió sobándose las costillas- ¿Dónde estamos? -.
- Parece que en el interior de la roca - le respondí aún dolido - ¿Y ahora... qué? -.
- ¿Qué les parece si seguimos por allá - nos dijo Nicolás señalando un túnel -.
- Pues... vamos - dije comenzando a trotar - me duele -.
- NOS duele - dijo Martín siguiendome -.

Estuvimos corriendo por un túnel que cada vez se hacía más angosto y oscuro, también fue perdiendo altura hasta que tuvimos que comenzar a gatear y en fila india. Estábamos raspados de los codos y los costados por lo estrecho del túnel; yo tenía ya adolorida la cabeza por alguna que otra roca que me pegaba, ya que yo iba al frente.

Por fin comenzamos a ver algo de luz y el final del túnel. Salimos por fin del túnel hacia lo que era una gran cámara en donde se alcanzaban a ver estalagmitas y estalactitas por todos lados donde se mirase. De pronto todo se iluminó con varias antorchas que se encendieron luego que nos acostumbramos a la poca luz, cegándonos por un momento; Al recuperar la visión, enfrente de nosotros había tres entradas primitivas que tenían grabados extraños símbolos encima de ellas.

- Parece que debemos separarnos - dije -.
- ¿Separarnos? - dijo Martín - ¡No!, No me dejen solo -.
- Ay, si hay monstruos allá dentro no te verán a menos que sonrías o abras los ojos - dijo burlón Nicolás - Además, tú los espantarías -.
- Ja, ja, chistoso - dijo Martín -.
- Bueno, bueno, ya - dije - yo tomar‚ la cueva del centro - la señalé -.
- Yo la derecha - dijo Nicolás -.
- Yo me regreso - dijo Martín -.
- No ensucies ¿quieres? - le di un zape - Te tocó la cueva de la izquierda -.
- Buena suerte a todos - dijo Nicolás -.
- Creo que la necesitaremos - dijo Martín -.
- Buena suerte - respondí -.

Nicolás se metió corriendo hasta donde penetraba la luz en la cueva. De pronto comenzó a bajar escalones, luego a subirlos, y en eso, unas llamas brotaron de agujeros en las paredes, haciendo más claro su camino.

Nicolás escucho un sonido que provenía detrás de él, volteó y vio cómo se cerraba el muro, comenzó a correr para tratar de salir, pero ya era muy tarde, cuando escuchó el mismo sonido en la pared de enfrente y echó a correr, pero jamás llegó; se abrió un agujero en el suelo y Nicolás quiso salir por allí, pero un fuerte chorro de agua se lo impidió; el estrecho espacio entre las paredes comenzó a hacerse más y más pequeño e inundándose cada vez más. Nicolás se desesperó y por poco se ahoga varias veces.

Nicolás se calmó un poco y se sumergió; ya buceando, comenzó a golpear las paredes, ya que el efecto de resonancia bajo el agua se escuchaba más fuerte, y así fue hasta que encontró la parte más delgada de todas las paredes y ahí comenzó a golpear tan fuerte como el agua se lo permitía hasta hacer un agujero por el cual salió junto con el agua.

Nicolás salió a la superficie y se encontró en una gran cámara, y las maderas que servían como antorchas, comenzaron a encenderse por un largo pasillo. Las luces de las antorchas llevaron a Nicolás hasta otra cámara en donde había una plataforma redonda en el medio de la cámara; Nicolás se acerco y vio unas finas letras talladas en la superficie de la plataforma; en eso una voz gruesa y con eco lo asustó y le llamó la atención.

- ¿Qué haces aquí? - seguía sonando la voz por la cueva -.
- Busco el traje sagrado - respondió Nicolás a todos lados - ¿Dónde estás? -.
- ¿Quieres el traje sagrado? - Nicolás asintió - Pues tendrás que ganártelo entonces. Tendrás que pasar una gran prueba que te hará digno del traje. Te daré los guantes y las botas del traje; con ellos serás capaz de cargar peso que sólo en tus sueños podrías cargar, pero además de la gran fuerza que te darán, también te darán velocidad y una gran precisión, más rápida que la del sonido, pero menos que la luz -.

Ante los ojos de Nicolás se abrió una columna de luz en la cual se materializaron los guantes y las botas que debería usar; en cuanto los tomó, la luz desapareció; los guantes y las botas tenían la textura del plástico y la apariencia del cuero, pero eran tan resistentes como el más duro de los elementos y ligeros como el aire

- Ahora tu prueba te espera - le dijo la voz - Entra a este túnel - se abrió una grieta en la pared - allí estará tu más grande victoria o tu más horrible muerte -.

Nicolás entró con miedo a la cueva y una vez que la traspasó, ésta se cerró dejándolo en la más terrible y fría oscuridad. Nicolás no pudo dar un sólo paso más hasta que sus ojos se acostumbraran a lo oscuro, tratando de jalar la poca luz que existiese en ese lugar. Una vez que sus ojos se acostumbraron a la penumbra, vio que estaba apenas en la cornisa de un gran precipicio, de haber caminado un paso más, hubiera muerto traspasado por enormes y filosas formaciones rocosas; entonces se dio cuenta de que estaba entre aquellas puntas de muerte y la salida que estaba arriba de él a unos mil metros de altura y se preguntaba como saldría, cuando de las paredes comenzaron a salir algunas salientes que permanecían allí unos segundos y después regresaban a su lugar sin dejar huella alguna. Entonces Nicolás pensó que era un anzuelo para que cayese en una trampa, así que primero estudió los movimientos de las salientes que alcanzaba a ver y contando el tiempo que permanecían allí.

Cuando tuvo los movimientos, brincó hacia la saliente y se colgó, pero tardó mucho, y la roca comenzó a ocultarse y Nicolás cayó, pero para su suerte la saliente de la que saltó rodeaba todo el cráter y la agarró tan fuerte como pudo.

Mientras Nicolás hacía todo eso, en el túnel de la izquierda, Martín caminaba pegado a la pared. Abría los ojos más que su boca. De repente comenzó a escuchar en la pared un sonido parecido al de un taladro eléctrico perforando. Se detuvo. El ruido se hacía cada vez más fuerte; de pronto emergió de la pared una especie de punta de flecha que pasó casi rozando el oído de Martín, éste se asustó mucho, y más cuando las luces de la pared comenzaron a iluminar el oscuro túnel, se quedó paralizado por el miedo, entonces ante sus ojos desfilaron varias puntas más que lo hicieron reaccionar.

Sintió una fuerte vibración en el oído izquierdo y cuando volteó, una punta brotó de la roca, pero alcanzó a quitar la cabeza de su camino, entonces supo que era parte de la prueba que debía pasar y siguió adelante. Comenzó a pasar a gatas, pero las puntas comenzaron a salir también del suelo y el techo; Martín rodaba y seguía gateando esquivando las puntas, aunque algunas alcanzaban a desgarrar sus ropas y a herir su piel, Martín no se dio por vencido y corría y se aventaba, saltaba y se agachaba hasta que las puntas cesaron y Martín se hincó, jadeante y agitado.

Una luz que fue subiendo de intensidad llamó la atención de Martín y se encaminó hacia ella; cuando observó a su alrededor vio una gran cámara redonda con un pequeño obelisco enmedio de ésta, Martín caminó para ver más de cerca y advirtió en el unos finos grabados. Una voz gruesa y con eco de dejó escuchar de todos los lados de la cueva.

- ¿Quién eres tú? - se escuchó - ¿Qué es lo que buscas, extraño? -.
- Un... un traje sagrado - respondió Martín temblando -.
- ¿Para qué? - preguntó la voz - Esos son para los valientes y a ti los dientes no dejan de castañearte. Regresa por donde llegaste -.
- ¡Jamás! - respondió enojado Martín - ¡Escúchame bien, quienquiera que seas! No vine hasta aquí para irme con las manos vacías, ¿entiendes?. Vine por que un maldito ser que quien sabe si existe o no, raptó al amor de mi vida y no estoy dispuesto a abandonarla, así que: o me dices dónde puedo encontrar el traje, ¡o destrozo el lugar hasta que lo encuentre! -.
- Eres agresivo, extraño - dijo la voz - Veo que de verdad eres valiente, sin embargo el monstruo existe. Te daré una prueba por la cual te harás digno de portar el traje, pero que te conste que yo te advertí que te fueras -.
- Ya te dije que no. Ahora dime qué hacer - respondió Martín todavía más enojado -.
- Toma estos guantes - de la pared, emergieron unas manos muy toscas. Caía en pedazos la roca que cubría unos guantes al tacto como el plástico, pero fuerte como el más duro material y ligero como el aire - Te harán mover tus brazos más rápido que el sonido y menos que la luz. Entra aquí y si pasas la prueba, tal vez obtengas el traje sagrado -.
- Me siento más fuerte - respondió Martín cundo se puso los guantes -.
- Martín - dijo la voz - Te deseo suerte -.
- Conoces mi nombre -.
- Yo lo sé todo - dijo la voz - Ahora... vete -.

Martín vio como un agujero se abría en el piso y, con mucho miedo saltó al interior de este. Se apagó todo y la entrada se cerró.

En un momento, se iluminó el techo y la salida, enfrente de él, quedó al descubierto, pero ésta quedó sepultada por rocas que caían del techo.

Una vez más las vibraciones se dejaron sentir y las puntas de flechas que anteriormente habían atacado a Martín, lo hicieron una vez más, pero por un movimiento casi involuntario, demasiado rápido para tomarse como un reflejo, Martín comenzó a golpear las puntas de flecha, destruyéndolas, trató de ganar el conocimiento de la agilidad dando golpes mientras saltaba y se rodaba por el piso. Después de unos minutos de andar golpeando y evitando ataques, las puntas de flechas comenzaron a cesar una vez más, dejando a Martín respirar. Todo parecía estar tranquilo, pero entonces un fuerte chorro de agua comenzó a brotar del suelo, comenzando a inundar toda la cueva donde se hallaba Martín.

Cuando el agua le llegaba a la altura de la cadera, Martín golpeaba fuertemente las rocas que tapaban la salida que había visto, pero el agua seguía subiendo, y con ella la desesperación de Martín, pero el recuerdo de lo que vivió la noche anterior le hizo sacar fuerzas y al mismo tiempo se tranquilizó, recordando la igualdad de las presiones, así que trató de pensar en que tomaría aire en el último minuto, y así poder averiguar por dónde se escapaba el aire para que la cueva se pudiera llenar. La cueva se seguía llenando. Del techo de la cueva comenzaron a caer unas piedritas que dejaron al descubierto un agujero del cual una serpiente se dejó caer al agua; Martín la vio y trató de no moverse.

Mientras Martín hacía su recorrido por la cueva de la izquierda; yo, en la cueva del centro caminaba por entre las formaciones rocosas. De repente se me acabó el suelo y caí, mientras caía, choqué mis dedos contra la pared, sentía como mis dedos se quemaban por la fricción, la piel de mis dedos abandonaba mi cuerpo hasta que alcancé a detenerme con una pequeña saliente; rápidamente me colgué con mi otra mano y descansé mis dedos sangrantes. A lo lejos se distinguía débilmente el suelo, me solté.

Caí y empecé a caminar. Escuché un aleteo y cómo el aire se cortaba a cada paso mío, hasta que algo rozó mi oreja, me agarré y sentí un líquido, lo olí: era sangre; mi sentido del oído se agudizó y escuché que el aire se cortaba más veces.

Después de un rato de silencio por parte de los extraños aleteos y de mi parte también, comencé a moverme, estando pendiente de cualquier otro ruido extraño que se pudiera presentar, y así fue por lo que tiré un puñetazo al aire por donde lo había escuchado y golpeé algo que cayó a mis pies, lo tomé con mis manos y tratando de dibujarlo en mi mente, sentí a un murciélago enorme. Descubriendo eso, todos los murciélagos que había en esa cueva se dejaron venir en un ataque masivo; tal parecía que estaban esperando a que yo supiera lo que eran para poder atacarme. Traté inútilmente esquivarlos, pues gracias a su gran sistema de radar era muy difícil que fallaran; traté de esconderme tras una enorme estalagmita, y tuvo algo de éxito, pues los murciélagos sabían bien que era una roca y no la atacaban.

Después de un par de minutos pensando, llegué a la conclusión de que la única forma de poder escapar de ahí, era estropear su radar, ya que sin este sistema no se atreverían a salir de un lugar estable de la cueva. Comencé a silbar de una forma aguda, y tratando aún más de subir el tono hasta que la nota quedara en la parte más alta de mi tono, pero fue inútil, ya que la frecuencia era muy alta, así que entonces rasgué un hilo delgado de mi ropa y la até a mi credencial de la escuela que tuve que romper para que fuese redonda, así que empecé a enredar el hilo hasta el límite y lo jalaba tan fuerte como podía, creando la vibración que necesitaba; los murciélagos comenzaron a chocar entre sí y con las paredes, quedando inconscientes y algunos sin vida. Seguí mi camino

Me sentía muy cansado y mareado, me iba apoyando en las paredes y a veces sentía que me caía, pero mis fuerzas se regresaron a mi cuerpo cuando vi enfrente de mí una gran cámara como de una tumba egipcia, pero sin ese estilo, pero toda tallada en relieves y no cuñeiformemente. En una blanca plataforma pequeña, de unos cuatro o cinco pequeños escalones epicéntricos, una columna de luz se dejó caer desde el techo hasta el centro de la plataforma redonda, y una voz con eco y muy grave se dejó escuchar por toda la cámara.

- ¿Eres el hijo de Venus? - preguntó la extraña voz -.
- No (que yo sepa) - le respondí -.
- Soy el Guardián del poder más grande de este mundo - siguió diciendo la voz - Si no eres el hijo de Venus, entonces dime: ¿Quién eres y a qué has venido? -.
- Soy Graham - le respondí - y vine a buscar un legendario traje sagrado capaz de derrotar al mal - le dije firme y serio - si acaso me puedes ser de ayuda alguna, te ruego que me lo hagas saber, pues de esto dependen muchas cosas que son importantes, no solo para mí, si no también para mucha gente -.
- Yo te puedo ser de ayuda. Yo lo sé todo - respondió - Pero cada traje lleva consigo un gran poder, y éste es el más poderoso de todos. Supongo que eso no lo sabías, o... ¿Me equivoco? -.
- No - respondí - No sabía nada de esto hasta que... -.
- .....Apareció "El Secuestrador" ¿no? - aquella voz terminó la frase que empecé -.
- Sí - respondí - ¿Cómo podemos combatirlo? -.
- Jamás podrás hacerlo - respondió la voz - ya perdiste tu amor para siempre. Ya encontrarás otro al indomable pasar el tiempo -.
- Escúchame - le dije amenazante - encontré mi destino y no lo dejaré ¿Entiendes? No puedo abandonarla y no puedo morir por ella, por que yo soy su destino ¡y juramos que ni la muerte podría separarnos! -.
- Muy bien. De acuerdo - me respondió tranquilo - Pero tendrás que pasar la prueba más difícil de todas - dijo subiendo su tono a uno más amenazante - Espero que lo comprendas. Yo he sido un muy fiel Guardián desde que los dioses me encargaron proteger estos trajes hasta que alguien digno de ellos se presentara, sin embargo esos que se creen dignos no son más que habladores que creen que el poder debería estar en sus manos, siendo ese su propósito, nunca me han derrotado, y tú no serás el primero -.
- El amor puede hacer a los muertos vivir -.
- Te daré esta espada - una línea de luz se posó en mi mano y se materializó una espada que se veía pesada, pero sin embargo no pesaba más que mi mano - Ahora... ¡Te has de enfrentar a mí! -.

Una figura se comenzó a formar dentro de la columna de luz, en la silueta se veía la forma de una armadura y una espada en la mano derecha. En el momento en que salió de la columna, se transformó en una bola de luz azul, se fue acercando a mí muy despacio; repentinamente me tiró un rayo de luz azul, hiriendo mi hombro izquierdo, así que me puse a la defensiva y trataba de darle a la esfera de luz mientras intentaba esquivar o rechazar los rayos con la espada.

Mientras yo comenzaba a luchar, Nicolás, en la cueva de la derecha, había subido a la cornisa y veía la forma de salir de allí.

- Es como estar atrapado en un enorme video juego - pensaba para sí mismo - ¡¡Eso es!! - exclamó - en un video juego las cornisas seguirían los mismos tiempos, y así hubiera algunas que salen mientras estoy en el aire... así que eso es lo que debo hacer -.

Nicolás comenzó a tener una gran confianza en esos pensamientos, y comenzó a subir rápidamente y casi sin ningún tropiezo, hasta que casi llegó arriba, de un gran salto y se agarró de la orilla. Subió. Arriba, vio una estalagmita de color blanco; saltó para agarrarla, y al momento de tocarla, una descarga eléctrica lo tiró al suelo con una fuerza terrible. Nicolás se incorporó, dolido de todo su escuálido cuerpo y vio que de la pared brotaba una segunda pared de mármol blanco. En esa roca, estaba escrita un acertijo.

- Diablos - dijo - y ahora si no resuelvo esto, (gulp) podría morir - pensaba y se acercó para leer lo que decía en la inscripción - ¿Qué pasa aquí? Está en español. Bueno -.

"LA PASIÓN NO LO ES TODO, PERO
CUENTA, COMO ES IRREAL, COMO ES
MENTIRA; SIN PENSAR QUE ES LO QUE
POR EL FUERTE PUEDE HACER O MATAR
A AQUÉL DÉBIL SER QUE LA DICE

Nicolás comenzó a pensar y a razonar ese acertijo sin éxito alguno por el momento, parecía más preocupado por Gisela y por nosotros que por el traje, pero sabía que debía concentrarse en el acertijo, sabiendo que si la respuesta era incorrecta... lo matarían.

Mientras Nicolás lograba llegar hasta arriba de la cueva, Martín veía cómo el agua que lo estaba rodeando comenzaba a girar cada vez con más fuerza. Martín trataba de no moverse, pero no se pudo mantener por mucho tiempo así, y fue arrastrado por la corriente.

Ya resignado y con mucha agua tragada, Martín comenzó a adentrarse en el remolino. Vio a la serpiente y trató de agarrarla, pero no fue lo suficientemente rápido y la serpiente lo atacó también.

Una terrible lucha había comenzado. Martín casi se ahoga varias veces, pues luchaba con una cola y tenía que luchar con la cabeza, pues la otra cola lo tenía agarrado. En un alarde de fuerza, logró tomar de los colmillos al monstruo y así logró soltarse, luego lo tomó por el cuello y comenzó a apretarlo tan fuerte como podía hasta que lo asfixió. En ese momento, el agua comenzó a disiparse por entre la tierra y el cuerpo de la serpiente se derretía lentamente.

Una vez disipado todo, Martín se hincó, exhausto. Las estalactitas comenzaron a caer sobre él, las esquivaba y algunas las tenía que golpear. Poco a poco se fue formando un arco de luz; Martín esquivó las rocas y entró; el arco comenzó a cerrarse. Martín quedó en la penumbra. Nuevamente, llamas comenzaron a iluminar su camino. Martín siguió la luz.

Ante los ojos de Martín, apareció poco a poco un obelisco. Se elevó en una plataforma anaranjada en la cual se alcanzaban a ver unas extrañas escrituras que decían......

"EL HALCÓN LA NECESITA, PUES SIN ELLA
NO SOBREVIVIR; ES AYUDA PARA OTROS;
Y CUANDO EL HOMBRE LA TIENE, NO PUEDE
HABER ALGÚN MEJOR PODER PARA PROTEGER"

Martín se quedó pensando, se concentraba en nada más en el acertijo que podría hacerlo feliz, no solo a él... a Karina.

- ¡Jamás me derrotarás! - me seguía disparando - ¡No podrás obtener el traje sagrado! - dejó de disparar - Te daré la oportunidad de rendirte -.
- ¡Jamás! - le respondí tirado en el suelo con la mayoría de mis ropas hechas pedazos por sus disparos - Además acabas de cometer un error que te costará la derrota - lo miré -.
- ¿Un error? ¿Yo? - respondió - he perfeccionado mi técnica por miles de años. ¿Cómo podría yo cometer un error? -.
- Has dejado de dispararme - respondí mientras me ponía de pie - Aunque sea poco tiempo, he logrado concentrarme en ti y en tus golpes, así que ya no podrás tocarme, y aunque trates de distraerme, tus palabras ya no podrán crear imágenes en mi cabeza -.
- Eso ya lo veremos - me respondió - Ahora ya no voy a ser indulgente contigo por más tiempo y... te mataré -.

Comenzamos a luchar nuevamente, pero esta vez sus rayos ya no me tocaban. La lucha se prolongó. En un momento, pude sentir como mi espada era rechazada con mucha fuerza cuando trataba de golpear la esfera de luz, así que elaboré un plan para vencer al Guardián. Esquivé unos rayos que me lanzó, y puse toda mi fuerza en un tajo que lancé por mi lado derecho, él disparó, y cuando vi que el rayo salía, solté mi espada, ya que el rayo le pegó casi en la punta, la espada giró tirando un tajo por el otro lado; un choque de metales se dejó oír y de la bola de luz salió una espada como la que tenía yo y cayeron al suelo las dos espadas... había derrotado al Guardián.

Comenzó a aparecer aquel caballero con el cual había luchado, primero como una sombra, y luego tomando su forma; con una plateada y majestuosa armadura, apareció lo que se veía como un humano, pero con unas enormes alas en la espalda y una gran barba blanca; ante mis ojos, comenzó a envejecer rápidamente.

- Me has derrotado y lo acepto - dijo - Ahora seguirá tu última prueba para obtener el traje -.
- ¡¿Quéééé?! - exclamé sorprendido - ¿Otra prueba? -.
- Así es - respondió - tienes que contestar un acertijo -.
- ¿Y bien? - dije - ¿Dónde está el dichoso acertijo? -.
- En este lugar - señaló a su izquierda - está en este mármol blanco. Si lo resuelves el traje ser tuyo -.

Me acerqué lentamente al mármol y leí el acertijo que podría no solo salvar a Rocío y nuestra felicidad, si no también al mundo entero del "Secuestrador". Me acerqué seriamente y leí:

"SE ENCUENTRA DEBAJO DE CADA
CONSTRUCCIÓN DE LUZ, EN TODAS
LAS PERSONAS DE LA TIERRA, Y ES
CAUSA DE LA SOMBRA PARA OTROS"

Me quedé pensando. Era algo profundo; pero la respuesta de casi todo, siempre esta donde nadie la busca: en nuestros corazones, enfrente de nosotros.

Al cabo de unos momentos de estar pensando lo mejor que podíamos, simultáneamente se escucharon las respuestas de los acertijos en las tres cuevas:

- ¡LA VERDAD! - gritó Nicolás en la cueva de la derecha -.
- ¡LA FUERZA! - gritó Martín en la cueva de la izquierda -.
- ¡EL AMOR! - grité yo en la cueva del centro -.

Ante Nicolás, la columna de luz que había visto cuando tomó los guantes y las botas, volvió a surgir de la nada y en ella se comenzaron a adivinar las formas que iba tomando el resto del traje. El traje brilló con una extraña luz naranja y blanca, y sin descubrir aún su forma, avanzó hacia Nicolás y lo iba envolviendo.

El traje era como plástico a la vista, pero era más resistente que los mismos diamantes; parecía ser una armadura que moldeaba el cuerpo de Nicolás. Las botas le llegaban hasta las rodillas y tenían unas franjas que terminaban en punta desde las rodillas hasta la pantorrilla; las rodilleras tenían un pentágono en el centro; la parte que cubría las piernas tenían símbolos de rayos en los costados, desde la cadera hasta las rodillas; la parte que cubría la cadera estaba formada por un gran triángulo principal al centro de esta, y otros pequeños que se formaban a partir de allí; tenía lo que parecía ser un cinturón, pero en la parte en la que debe ir la hebilla, había un extraño hueco hexagonal; la parte superior mostraba todos los músculos muy desarrollados, pero en la parte del pecho era cubierta por un asimétrico pentágono del cual salían unas especies de cuchillas en un ángulo de 45 grados; en la parte de los brazos desde el hombro hasta los codos, también tenía símbolos de rayos; en los antebrazos tenía unas protuberancias con cuchillas muy filosas, capaces de desgarrar piedras en rebanadas; el casco que protegía su cabeza, parecía una máscara, ya que sólo tenía el espacio donde iban los ojos, cubiertos por alguna especie de vidrio protector de color negro, y el casco remataba en tres cuchillas que daban la impresión de ser una corona; el casco se amoldó para que el cabello de Nicolás no estuviera prisionero y se moviera con el viento. Nicolás brilló intensamente y se convirtió en una esfera de luz de color naranja y blanca, y voló buscando la salida.

El suelo comenzó a temblar, y por debajo de Martín la piedra comenzó a envolver sus piernas; Martín trató de zafar su cuerpo, pero no pudo, la piedra aprisionó en su interior el tronco y los brazos de Martín, al mismo tiempo que su cabeza; una vez cubierto, la piedra comenzó a temblar y se resquebrajó, causando grietas en la figura humana de Martín, hasta que Martín se liberó de su piel de roca.

El traje de Martín tenía unas botas sencillas, pero debajo de la rodillera, colgaban algunos hilos delgados como si tuviesen barbas; las rodilleras eran redondas y tenían un pequeño circulo de color azul rey en el centro; las piernas estaban protegidas por formaciones de anillos un poco separados entre sí , se veían bien, parecían movimientos de olas de mar; la parte que protegía la cadera, tenía hexágonos en todo el derredor, pero en la parte de enmedio era un poco diferente, como la cabeza de un elefante, pero muy gráfico; arriba de la cabeza de elefante, había un hueco hexagonal; la parte que cubría el tronco estaba dividida en dos partes: la primera mostraba los músculos del abdomen, pero era una pieza moldeada en la armadura, y la segunda: del centro del estómago hasta el cuello, dividida por el centro, había una especie de escudos que protegían el pecho; las hombreras parecía dos enormes conchas de escarabajo con un pico al centro; la parte de los brazos era muy parecida a la de las piernas, pero aquí había menos anillos; los antebrazos estaban dotados de un gran y poderoso escudo cada uno, tenían forma de un boomerang y un triángulo con la base hacia las manos; el casco parecía una máscara de ninja, tenía dos triángulos pequeños que parecían los colmillos de algún monstruo, tenía una especie de vidrio de color negro para proteger los ojos, y en la cabeza había un gran pico que salía del medio, al igual que en las orejas; el casco dejó que el cabello de Martín quedara libre. Martín brilló intensamente y se convirtió en una esfera de luz azul y blanca y voló buscando la salida.

En la columna de luz que estaba enfrente de mi en la cueva de en medio, se formó la figura del traje que brilló intensamente, y se deshizo en una lluvia de rayos de luz que se fué hacia arriba haciendo una parábola, bañándome y formando el traje con un brillo intenso que culminó en un gran brillo blanco que, cuando aminoró, el traje estaba puesto en mí, con su apariencia de plástico y más resistente que cualquiera de los elementos conocidos.

Las botas parecían tener un armazón que no cubría las pantorrillas; las rodilleras eran un hexágono con un trapecio negro enmedio; la parte que cubría las piernas, tenían unos anillos al principio y al final de mis piernas, y unas líneas a lo largo de mis piernas; la parte que estaba en mi cadera, me rodeaba, y en la parte de enfrente había dos partes que, uniéndola a la del centro, parecía la cara de un lobo, que se completaba con el cinturón donde parecían estar las orejas y donde había también un hueco hexagonal; la armadura forjaba mis músculos; mi pecho estaba muy protegido, ya que las partes que lo cubrían, parecían ser enormes flamas blancas que rebasaban el nivel de mis hombros y con otras más pequeñas en el centro; mis brazos se parecían a la parte que cubría mis piernas; mis antebrazos tenían partes filosas como escudos; el casco cubría mi boca y nariz, y mis ojos estaban protegidos por una especie de vidrio, oscuro; de mis orejas surgían cuchillas como alas de murciélago, como en mi frente. A pesar del gran esfuerzo que hice para derrotar al Guardián, no me sentí cansado en ese momento y la temperatura era fresca a pesar de parecer no tener ninguna ventilación. La vista que tenía acerca de la cueva cambió un poco y la vi más nítida y un poco mejor iluminada; a pesar de que parecía rígido, era suave y protector.

Las dos espadas con las que habíamos luchado hace apenas unos momentos, se materializaron en mis manos: eran parte del traje, las envainé en la parte posterior de mi traje que no parecía tener funda alguna, si no que sentí que el traje las abrazaba fuertemente y que cuando las quisiera sacar, era como si sacara un cuchillo de la mantequilla.

- Ahora que los nuevos héroes han surgido este día - dijo el anciano guardián - creo que podré descansar hasta que uno de ustedes tome mi lugar aquí, por si alguna vez, en un futuro lejano, haga falta el unir A LOS TRES PODERES MÁS GRANDES DE ESTE MUNDO... PARA EL HOMBRE -.

Alcancé a escuchar al anciano decir estas palabras, pero si dijo algo más, no lo alcancé a oír, ya que me convertí en una esfera de luz verde y blanca y sentí que estaba protegido de cualquier cosa, tenía una vaga sensación de volar y ver todo a mi alrededor, pero no lo recordaba muy bien y salí de allí mientras el anciano regresaba a la columna de luz y desaparecía lentamente.

Los tres salimos de aquella gran roca, y se dibujaron nuestras siluetas en el aire con el color que nos envolvía y caímos al suelo. Cuando nos levantamos vimos nuestro trajes, luego nos miramos y sin dar siquiera tiempo para respirar, nos levantamos y nos abrazamos como si tuviese años que no nos viéramos.

- ¡¡Lo lograron!! - dije casi llorando - Ahora sé que esto no es un sueño -.
- Claro que sí - respondió Martín - Ahora creo de verdad que tenemos una misión -.
- Pues qué esperamos - dijo Nicolás - Vamos a patear a "El Secuestrador" -.
- Pero... ¿dónde jolines vamos a buscarlo - le dije - por lo menos a mí el Guardián no me dijo nada -.
- ¡Miren! - dijo Martín señalando el cielo - Esas estrellas brillan más que las demás. ¿Qué significará? -
- No son estrellas, animal - le dije - ése de allá es Marte, aquel es Venus, y el otro es... ¿Júpiter?. No debería verse en esta época, o al menos a simple vista -.
- Tal vez nos guíen - dijo Nicolás - o no sé que más -.
- Tal vez son los dueños de los trajes - dije - a lo mejor nos protegen y son nuestros protectores -.
- Bueno, bueno - dijo Martín - ¿A dónde vamos entonces? -.
- Es cierto - dijo Nicolás - recuerden que solo tenemos hasta
el amanecer -.

Texto agregado el 15-11-2007, y leído por 65 visitantes. (0 votos)


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