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Eva Muere A Las Seis



--- Rituales sin sentido, caminos sin sentido, rutinas sin sentido, historias sin sentido, vidas sin sentidos; donde lo absurdo se convierte en protagonista y el protagonista deja de ser absurdo. Pareciera lo único que terminamos heredando es el cansancio de buscar el país de las maravillas, de la verdad, del conocimiento, las razones de Eva y los placeres de Adán. Quien lo diría ¡la curiosidad femenina! Jajajajajajá! a lo que todos temen, somos las mujeres quienes pagamos el pecado de la tierra. Si, si ya lo sé, mi comentario parece también una queja sin sentido, parece volver a una defensa sin gracia, sin chiste, sin risa.---

Esto lo decía como un rezo tal cual como un rosario, pero no cualquier Rosario era la oración de una vida cansada, esa era la realidad de la nunca llamada señora Maria, la que todos conocían por su larga amargura y sus cincuenta gatos, dicen que jamás conoció el amor de los que la gente está acostumbra hablar, si, de esos que duran para toda la vida, tampoco tuvo hijos, y nunca creyó tener familia. Una juventud promiscua y precoz, solo le dejaba el mismo comentario religioso, justo a las seis de la tarde como un buen rosario para aferrarse a lo que ya no se sabia si era vida, ya no se sabia si había esperanza; no tenia amigos, porque hace mucho se cansó del que dirán, ya no conocía a nadie en aquel barrio pequeño, en aquel pueblo pequeño en el que vivía la vieja puta Maria, retirada sin pensiones, ni prestaciones, sin familia; acompañada solo con sus cincuenta felinos quienes la hacían salir de casa, para alimentarlos recordando con aquella nostalgia las canciones que solía cantar, la presentación en medio del bullicio donde el sexo, el alcohol y otras tantas cosas anunciaban a la hermosa Eva en los años cincuenta. Era ella la hermosa, que tenía en su cama al alcalde, al gobernador, al doctor, al comerciante y al extranjero, la que entre sus piernas conoció las aparentes verdades de la política, del arte, de negocios. Ahora de ella solo quedaba un rosario de frases sin sentido, carentes de gracia, de ilusiones pero sobre todo no tenia ni sueños, ni amores.

Recuerdo de infancia una madre tan religiosa, que hacia sus confecciones dejando entrar al cura en su vagina, un padre al que le tocó imaginar por que era la única forma de conocerlo y ella la siempre solitaria Maria de La concepción Alcaceres Rodríguez quien tuvo en su cama al chismoso, al embustero y al ladrón quien entres sus su húmeda vagina y su bien formados senos le dio placer al puritano, al pastor y al pecador, ahora la vieja Eva parecía padecer de una demencia de quien vivir ya no quería, se maquillaba hasta parecer cucaracha de panadería, se colocaba tantas joyas del ayer para conquistar de nuevo sus glorias de la mejor compañera de la noche, la puta más cara y la quien tenia prohibido tener corazón. Era justo a las seis en que nacía Eva y a las seis moría ella.

Todos en aquel barrio pequeño barrio, de aquel pueblo pequeño sabían que en realidad de Eva solo quede en las huellas de un vieja demente, absurda, ridícula, sin destino, la vida se había convertido en una agonía sostenida, para lo cual su demencia lograba sostenerla, quedaba como una fotografía vieja desgastada, aunque su imagen siempre era la misma.

Hoy solo, me encuentro yo frente a la tumba más extraña, igualmente absurda, ridícula… pero llena de recuerdos nostálgico, melancólicos... que siempre quedan resguardado en el y para el olvido… un olvido que marca, que asfixia, que se respira por todos lados.

Texto agregado el 24-11-2007, y leído por 94 visitantes. (0 votos)


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