Millones de palabras ruedan por mi mente confundida. Ahora mismo quiero verte, quiero abrazarte, quiero estar con vos. Sí, con vos; no, con vos no.
Azarosos pensamientos de felicidad me recuerdan que es mejor no ser atolondrada; y redescubrir el mundo que profesaba muerto, y que creo, todavía, habita algún lugar de mi interior. Pero retorna el miedo, vuelve lo inconfesable, la desdicha, la duda… Y caigo nuevamente en el remolino de soledades, el amasijo interminable de dolor.
Hoy es el día donde todo termina, donde mi felicidad grita victoria sobre vos, sobre tus descuidos, tus olvidos, tus engaños, tus mentiras, tus…
Olvídate mi cara esfinge, borra mi figura ensombrecida, liberta tu espíritu de mi alma presurosa y devuelve el corazón prisionero; porque quiero vivir una vida sin ti, y quiero disfrutarla tal como la merezco.
Adiós mi bien amado, adiós a tus desidias inquebrantables, adiós a tus palabras fútiles, adiós a tus maltratos insensatos, adiós, adiós.
El eclipse no fue parcial y cegó nuestras miradas. No hay nada mejor que casa.
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