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Entre miles de sombras que predicen la perdición de un alma, la redención de la sangre ante la oscuridad y el paso a un lugar donde el tiempo es etéreo y el sufrimiento tan poderoso para un simple mortal. El sudor perla su frente, la incertidumbre juega con su ilusión a vivir. Pero esas voces no se callan.
Lentamente, demasiado lento avanza el tiempo y la vida parece terminarse bastante rápido. Ella se siente sola, su sombra ya la ha abandonado, su corazón ha sido destrozado. Esas voces atormentan la existencia de aquel delicado ángel.
¿Para que vivir?, la vida es sólo un anhelo, un holograma de lo bello que puede ser el dolor, de lo dulce que es el fracasar, y ella fracasó en vida. El amor de su vida se fue para siempre mientras se preguntaba el porqué su suerte la abandonó.
Si tan sólo esas voces se callaran. Le indican una salida que no quiere tomar. El recuerdo de sus sagrados días, la inadaptada realidad que el destino escogió para jugar, y le destrozó cada uno de sus sueños. Ahora está sola, no tiene una razón de vivir y miles para perecer.
Una lágrima surca su pálido rostro, un grito ahogado en la garganta es lo único que puede decir, tratando de salir aquel odio que en lo profundo de su ser escondía. Aquella ilusión que emanaba de sus ojos es por la muerte de su pasión, porque sabe que está realmente sola.
¡Pero esas voces no se callan!, son ininteligibles, son muchas, pero sólo susurran muerte, destrucción, el gran final. Debería hacerles caso. Ahora son las únicas compañeras de alma y de dolor. Ellas si la entienden, ellas tan sólo tratan de ayudarla. “Toma una navaja, su filo es realmente agradable, casi no sufrirás”, decía una de ellas, repitiéndolo a cada instante y siendo coreada por las demás.
La decisión ha sido tomada y el martirio ha terminado para un alma que lo único que ha deseado es ser amada y poder amar. Ya no sabe si existe el verdadero amor, no sabe si existe la felicidad, ya que su espíritu sólo pide oscuridad y un pronto final. Un final.
Escribe una nota, para aquel a quién quizás si le haya importado, o el simple morbo público:

“Sí, me he ido, y lo he hecho por propia voluntad, ¿Por qué llevar una vida de infierno, si de todos modos terminaré ahí? Es mejor acelerar el fin y disfrutar más el dolor. Y a ti, ángel amado, sólo recuerda este pequeño verso:
El olvido ha sido y será tu elección
El castigo mantenerte en el silencio
Mi vida ha entrado a tierras de perdición,
Sin ti mi alma poco a poco desvaneció”.

Toma un cuchillo, el más afilado que encuentra en la cocina, siempre guiada por esas malditas voces, que susurran interminablemente “Mayra, te están esperando, hazlo pronto”.
Respira lentamente, muy lentamente, se tranquiliza, lo que viene no será nada fácil, la muerte nunca ha sido fácil. Otra lágrima cursa aquel melancólico rostro, que ya nadie volverá a mirar.
Un manantial de vida desciende poco a poco de su cuello, el daño ya ha empezado y la perdición de un alma se ha efectuado. No queda más que esperar. Le cuesta tanto respirar y ya no puede mover los pies. Siente frío y empieza a temblar. Cierra los ojos, ya ha pasado todo. Pierde el equilibrio mientras apenas y alcanza a divisar unos pasos, cada ves más cerca y Mayra cada ves más perdida. Se acerca y la abraza pero Mayra ya no siente nada. No siente el beso que él le da ni las caricias que por su rostro pasan. No oye que le dice que la ama y que nunca se irá de su lado, que ha regresado para siempre mientras una lágrima moja lo que fue en vida una de sus tersas mejillas. Pero ya es demasiado tarde…

Siente frío. Un alma sola en el mundo oscuro siempre tendrá frío. Nada puede aliviar su dolor, mas la angustia se clava en su piel, en lo que era su piel. Ya ha perdido su cuerpo, ahora sólo es un ánima perdida en un mundo sin luz, un lugar donde la esperanza es lo primero que muere y lo bello agoniza. Quisiera poder llorar, quisiera poder sangrar, pero sólo siente frío. Un alma condenada siempre tendrá frío. Frío de soledad, de no tener a nadie cerca y de haber perdido todo.
Trata de clavarse las uñas, trata de gritar pero todo lo que conocía quedaba atrás. Esta en el inframundo, donde un segundo es una eterna pesadilla. Mira a lo alto, buscando un cielo, el paraíso que el Más Alto nos ha ofrecido y que ella, con una cortada, ha dejado olvidado.
Escuchó un ruido, el primer signo de vida que ese abismo oscuro ha demostrado. Ya no esta sola, mas eso no calmó su angustia, que mutó en desesperación. Realizó el pensamiento análogo a sudar, porque ya no es materia. Es pensamiento puro que ha sido condenado a ser torturado.
Esta cada vez más cerca. Un grito de pánico sale de lo que fueron sus labios y trató de buscar refugio entre la niebla que el piso cubría. Se siente observada, siente unos ojos sobre su rostro, sobre su piel. Escucha atentamente, ahora sólo es un silencio reinante en lo que es la nada, el mundo de los olvidados. Ahora sonó detrás suyo, y otro a su lado. Son más de uno y la tienen rodeada. Desespera, como un animal indefenso ante la asechanza del cazador, sin ninguna ventaja.
Siente como cada vez están más cerca, como el cazador esta a punto de lanzarse sobre su presa, su indefensa presa. Cierra los ojos, lo único que puede hacer y espera el momento del ataque. Pero solo siente unas manos cálidas, y una dulce voz que la tranquiliza.
Abre los ojos, y ve un ser hermoso junto a ella. Con rasgos humanos, pero sin cabello, unos cuernos encima de la cabeza, y unos ojos grises que demuestran que en el infierno puede haber algo bello. Su cuerpo era fornido, piel blanca, y una cola con cabeza de serpiente, mientras una vestidura de piel de una sola pieza lo cubría, como una túnica.
-- Pensé que los demonios eran horribles –decía Mayra mientras trataba de tocar el demonio-, tú no luces como un demonio.
-- Los demonios somos bellos por naturaleza, por eso atraemos a más personas que los malditos ángeles que prefirieron quedarse al lado de Dios. Nuestra vanidad fue lo que nos llevó a condenarnos, a ser seres que se pudren en su propio odio y rencor a lo bello. Cada demonio tiene su cualidad, y yo, que he venido a ti, sólo vengo a jugar un rato. No me malinterpretes, te odio por el simple hecho de ser tú, y lo único que deseo es tomar de tu sangre y disfrutar de ella eternamente.
-- ¿Eternamente?, pero cómo, ¿Es lo único que harás por toda una eternidad? –respondió realmente mortificada y asustada.
-- No permaneceré pegado a ti. Morirás espiritualmente, y en un lapso, regresarás y seguiré un ciclo. Yo decido en que momento pereces y en que momento agonizarás. Derramaste sangre al morir y ahora me toca a mí tomarla. Pero perdona mis modales, mi nombre es Draskull, tu eterno verdugo. Poseo miles de almas, y como la risa de Satán, tú te mantendrás en la perdición por siempre, en la angustia y en la desesperación. Gritarás pero nadie te oirá, todos están demasiado ocupados para poder atenderte con sus propios castigos. Todos reciben lo que se merecen, existen castigos menores y castigos mayores. El suicidio es de lo peor. Vaya que me divertiré contigo.
-- Pero hablas de más almas, más demonios, no he visto a nadie más que tú, ¿Dónde se encuentran?
-- El infierno es interminable, y el dolor insoportable, nuca lo olvides. Los poderes de los demonios son más fuertes de lo que crees, tanto que podemos crear distintas realidades a las que los hombres creen. Yo estuve frente a la cruz donde Cristo pereció, lo vi descender a los infiernos y resucitar, pero me encargue de que los judíos jamás creyeran eso, de que se mantuvieran en la ignorancia.
Después de decir esto, su rostro sufrió una metamorfosis total, realmente adquirió un rostro brutal, ojos pintados de rojo sangre, colmillos plateados y una boca sedienta de sangre. Atacó el cuello de Mayra, y bebió todo lo que tenía de sangre. Cayo inerte sobre el suelo y murió hasta que Draskull lo volviera a decidir.

El retorno fue realmente doloroso, una a una la esencia de su alma que en el inframundo su misión es sufrir, es dolor, es perdición, fue succionada interminablemente de veces, mientras lágrimas descendían de los ojos de una mujer que hizo todo por el amor de su vida, y que la entregó y aceptó una atormentada eternidad. Pero un día decidió plantar cara al demonio, imponente, soberbio, pero siempre amable. La soledad era atroz y el castigo infernal, nada de lo que la mente humana podía imaginar.
-- Espera un momento, por favor, espera un momento –rogó Mayra al demonio que estaba listo a tomar el papel de verdugo.
-- Un demonio nunca ha tenido piedad, pero veo que es algo más que piedad lo que quieres pedir, puedo leer tu pensamiento –miran sus ojos grises más allá de lo que los ojos mortales pueden mirar, su espíritu clama algo más que simple piedad, y le agrada la idea, es buena, él nunca perderá nada y ganará más--, acepto, pero tienes un día mortal, sino, tu castigo se multiplicará.

Un demonio nunca tiene piedad, y un demonio nuca tiene compasión. Éste tampoco la tuvo. Hizo un trato con la pobre alma, pero a cambio de dos. Y Mayra regresó al mundo mortal, tenía que cumplir con su parte del pacto, antes de que terminara el día. Ella lo había pensado todo, porque sólo quería oír por última vez la voz de Danny. Por él lo ha hecho todo, y por el dio la vida, y ahora tiene que entregar dos almas para poder quedarse con él, y nunca más volverse a separar.
Fue a buscarlo donde vivía. Mayra no sabe en que momento regresó a la realidad, no sabe que día es. Toca el timbre, espera ansiosa, no puede permitirse el lujo de perder el tiempo, porque ya ha estado eternidades perdida en las inmensidades del abismo sin él. Nadie abre. Mira su reloj, es el mismo día en que se arrebató la existencia. Un lejano recuerdo viene a ella, recuerda las voces, recuerda el filo cortante entre su garganta y recuerda las últimas palabras que oyó antes de morir: “Te amo”. Sabe donde está él, y no piensa perder un momento más sin poder volver a besarlo. Corre a su encuentro, no le importa la distancia ni le importa que tanto pueda dar su cuerpo, solo pide estar a su lado, y entregarle su corazón.
Llega a la puerta de su casa, la encuentra abierta. Él esta dentro, sentado en su sillón, sólo esperándola. Está indecisa, no sabe si lo que vaya a hacer sea lo más correcto, pero esas voces siguen insistiendo, siguen dentro de ella, como si fueran parte de su cuerpo, parte indispensable. Se acerca a él, sin decirle nada, solamente le da un beso, el más tierno que en vida pudo dar, el más dulce que Danny había probado y por el que siempre había anhelado.
-- Te estuve esperando aquí, espero que no te importe –Dijo Danny con esa tierna voz que ella recordaba, de la que se había enamorado y por la que siempre deseará un susurro al oído.
-- No te preocupes, me alegro que estés aquí, siempre he sido feliz a tu lado y sé que lo seremos por siempre.
-- Sólo hasta donde nos lo permitan, mi cielo – contesto él, y le dio otro beso.
“Si, sólo hasta donde nos lo permitan”, pensó Mayra, mientras las voces le susurraban que lo hiciera ya. Sus labios dibujaron una sonrisa pero sus ojos denotaban la tristeza que sentía por lo que tenía que hacer, debía hacerlo, así estaría por siempre con él.
-- Es extraño, me siento raro, algo me pasa –decía él, mientras se recostaba una vez más sobre el sillón. Cerró los ojos, era insoportable el dolor. Ella se recostó con él en el sillón. Lo había hecho. Antes de llegar impregnó sus labios de veneno, efectivo por lo que acaba de comprobar, mientras ella también lo prueba. Quería estar con él por toda la eternidad y era la única forma de estarlo. Ella y él eran el sacrificio que pedía el demonio a cambio. Juntos se unieron en el amor, juntos por un sueño, que juntos pasarán en el dolor, pero que el amor vencerá el castigo y todas las penas que puedan pasar.

--Los estaba esperando –Dijo con una sonrisa Draskull, alegre, siempre amable, pero con sus ojos ahora no grises, sino rojo sangre, deseando más dolor que es el alimento de su demoníaca esencia--, puedo ver más allá del pensamiento humano y puedo recrear las posibles realidades que el hombre crea a su alrededor, y sabía que decidirías eso, por lo que poseo tu alma, y con ella la de tu amor. Ahora si me divertiré.
Una risa malévola sonó en lo profundo del abismo, mientras más sangre se derramaba y dos almas enamoradas sufrían, pagando el precio del amor. Pero juntos vencerán todo el dolor, todo el sufrimiento, porque el amor tiene más poder que un ser del inframundo.

Texto agregado el 18-12-2007, y leído por 106 visitantes. (0 votos)


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