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Tuviste una abuela maravillosa Andrea, asi termino mi convesacion con Sandra la mañana del 9 de noviembre del año pasado, no recuerdo bien la conversacion, solo las últimas palabras.
Estaba cansada, habia pasado la noche en vela, velando, reprimiendo el llanto, solamente queria dormir y olvidar por unas horas todas esas imágenes terribles que venian a mi mente. Cuando me dirigia hacia el cuarto escuche la vocecita de mi hija que me llamaba desde el patio.
_ Mami ¿Jugamos con las muñecas?
_ Tengo sueño Abi, quiero recostarme y dormir un ratito.
Guillermo, mi marido, tomo a la pequeña en brazos y trato de distraerla con otras actividades que podian hacer juntos, pero Abi insistia en jugar a las muñecas con mama. Hasta que por fin, cambio de idea:
_ ¿ Y si dibujamos papi?
Mi marido me miro sonriente, di media vuelta y emprendi nuevamente el camino hacia la habitacion.
No se cuantas horas dormi, cuando desperte era de noche y Guillermo se habia quedado dormido junto a nuestra hija en su cama, rodeados de peluches, crayones y muñecas agotadas de tanto jugar.
Tuve el impulso de tomar el telefono para llamar a Sandra para que me contara como habia encontrado a mi abuela en clinica, y entonces comprendi que ya no habia mas enfermera a quien llamar, la habitacion 214 de la clinica estaba vacia, o probablemente ocupada por otra persona que no era mi abuela, el efecto del ansiolitico ya no estaba en mi cuerpo y empezaba a transitar el duelo.
Tome la llaves de la casa de “la abuela Queca”, vivia al lado de la mia y dedici entrar y enfrentarme con lo que no queria ver, pero necesitaba hacerlo para poder recomenzar.
Entre, encendi las luces y me dirigi a su cuarto, estaba todo como habia quedado dos dias atrás, las sabanas revueltas, el paquete de pañales en el piso, el tramal, la crema para las escaras y el silencio, el vacio de su ausencia, el olor a su colonia, la muerte flotando en el aire, me sente en su sillon de mimbre y llore, llore por todo lo que no lo hize en cinco meses, la angustia afloro de repente y todas las imagnes volvieron a mi como un torrente de agua fuera de su cauce. Y la recorde… preocupada por la operación de vesicula, en esta misma habitacion cuando se sorprendia de lo lenta que era la recuperacion de semejante tonteria, solo calculos que mas adelante se transformaron en algo muchisimo peor, la vi sufrir por el dolor que no aflojaba, porque intuia lo que pasaba y lo ocultaba para no preocuparmos, la vi padecer, dejar de comer, volverse psicotica, atada a la cama y tambien la vi a Sandra, solicita, servicial, especialista en enfermos terminales, ayudandola a darle una mejor calidad de vida, porque a los 85 años ya mucho no podian hacer por ella.
Tambien recorde la ambulancia sacando su cuerpito consumido, tapado en una camilla blanca, y detrás de esa ambulancia se fue mi infancia, mis tardes en la plaza juntas, los recuerdos más tiernos de una abuela y su nieta. Porque siempre estuviste presente abuela, en mi nacimiento, en mi niñez, en mi adolescencia, en mi casamiento, cuando perdi los dos bebes que no llegaron a nacer, cuando nacio Abi a quien cuidaste hasta el ultimo dia que estuviste de pie, cuando me preparabas la comida preferida de Guillermo, simpre estuviste ahí… Sandra tiene razon, tuve una abuela maravillosa, una abuela que se llamaba Angelica, que en honor a su nombre siempre va a ser nuestro angel de la guarda.

Texto agregado el 28-12-2007, y leído por 75 visitantes. (0 votos)


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