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Limpiando la cocina me encontraba esa mañana para no perder la costumbre.
Mi panza de 7 meses parecía que iba a explotar y el calor era abrumante. Mi marido se encontraba en su empleo como cada día, para traer dinero al hogar. Fuí al supermercado.
Al llegar a casa, me puse a cocinar, o mejor dicho a intentar hacerlo. (nunca me gustó). Dejé la comida lista para cuando llegara Cristian del trabajo, mientras tanto me senté en mi reconfortable sillón a tejer algunas prendas para mi bebé que venía en camino.
Escuché ruidos y me di cuenta de que el jefe del hogar estaba en casa. Durante el almuerzo, noté a Cristian algo tenso, sin ganas de hablar, con la mirada perdida y la cabeza en otro lugar, pensé que el trabajo lo tenía un poco cansado asique decidí no hablarle para que no se pusiera nervioso.
Durante la noche cuando nos fuimos a domir, sentí lo mismo que ese mediodía, él apago todo muy rápido y se acostó lo antes posible. Decidí que al día siguiente por la mañana hablaría con él.
Cuando me levanté, no había nadie al lado, ya se había ido.. pero ¿cómo se fue tan temprano? no cansé de preguntarme a mi misma.
Pasaron los días y parecía que Cristian iba mejorando, tal vez el stress y la obsesión por el trabajo lo tenían un poco agotado. A dos semanas de nacer, la nueva integrante de la familia, no podía lograr dormirme, los nervios, la ansiedad, me tenían atrapada y no podía cerrar los ojos. Pasé noches enteras despierta, mientras mi marido dormía como nunca antes. Excepto una noche.
Esa noche, me encontraba en mi sillón, tejiendo una agradable prenda de lana para mi beba, cuando escucho ruidos en la cocina, en la puerta del lugar. Con muchisimo cuidado me acerco a espiar por la puerta, y veo a Cristian salir por la entrada principal de la casa, muy bien vestido, peinado, con abundante perfume. ¿qué estaba pasando? ¿acaso mi memoria fallaba, y no recordaba que Cristian me había dicho que iba a salir?
Luego de una semana, este acto se volvió repetitivo, hasta que miré por la ventana y logré observar que se subía al auto y se iba. ¿Dónde fué todas estas noches? Ese mismo jueves decidí seguirlo.
Salió en su auto muy apurado, y yo en el mío atrás. Se detuvo en una casucha, bastante pobre y oscura. Bajó, y entró. (parece que tenía llave, porque no ví que haya tocado la puerta). Hice lo mismo. Pero me quedé en la parte de atrás observando cada movimiento desde una peqeña ventana.
Hasta que mi corazón se horrorizó, y comenzó a latir mas fuerte que nunca. Era Cristian, Cristian con otra mujer. Besándose desesperadamente, quitándose la ropa, tocándose como necesitados.
Me di cuenta de que no tenía nada que hacer ahí, y me fui directo a casa. Me acosté, aún sin poder creerlo. Las lagrimas caían en mi mejilla más rápido que nunca y mi estado de tristeza se le sumo el de bronca. Me quedé dormida, pensado en como podía llegar a ser mi reacción.
A la mañana siguiente, me levanté como todos los días, fuí al supermecado, preparé la comida y lo esperé a Cristian, como cada día, sentada en mi sillón tejiendo. Al llegar, le acerqué la comida, y muy callado como siempre, me comentó.
- Parece que no dormiste mucho anoche; tienes la cara de cansada peor que de costumbre.
en ese segundo en mi mente lograron pasar miles y miles de cosas. pero solo respondí:
- Así es.
Terminamos de comer y Cristian se sentó al lado de mi sillón a mirar la TV, mientras yo lo observaba de reojo, desde la cocina lavando la vajilla.
Me senté al lado de él, a seguir tejiendo la hermosa pollera rosada. Por un momento, mi mente se bloqueó de pensamientos sobre lo sucedido la noche anterior, esa manera tan deseperada de besarse, esa manera tan desesperada de engañarme. La bronca se apodero de mis venas, de mi sangre, esa no era yo.
Lo vi a Cristian al lado mio placidamente dormido, cuando la aguja del tejido de la dulce pollerita le atravezó el pecho. Un largo gemido, y cerró los ojos para siempre. La saqué de allí, la limpié con su camisa, y segui tejiendo en mi agradable sillón.
Ahora solo me quedaba por esperar, ver nacer al verdadero amor de mi vida: mi hija Marilyn.



Texto agregado el 05-01-2008, y leído por 113 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
07-01-2008 aunque un tanto predecible lo del asesinato, la manera de contar el final me gusto: "Lo vi a Cristian al lado mio placidamente dormido, cuando la aguja del tejido de la dulce pollerita le atravezó el pecho. Un largo gemido, y cerró los ojos para siempre. La saqué de allí, la limpié con su camisa, y segui tejiendo en mi agradable sillón. Ahora solo me quedaba por esperar, ver nacer al verdadero amor de mi vida: mi hija Marilyn." eso es muy bueno... sensei_koala
06-01-2008 Qué drama! muy bien narrado, te felicito. Saludos! laffinour
06-01-2008 Una historia dura, pero bien contada. margarita-zamudio
 
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