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Recuerdas esa noche en la que se podía respirar por encima de esa neblina espesa y fría que penetraba los muros sucios de aquellas casas tan conocidas y recorridas una y otra vez…? –jueputa…corra…corra que allá vienen-, el papel salto de mis manos y el lápiz rodó por la pendiente hasta encontrarse con la nada que es el barrio contiguo, -¿Qué paso?- pregunte medio atontado mientras las balas rozaban mi vida y la trataban de seducir son su olor a pólvora y sangre de otros. Corrimos hasta llegar a la tienda de don Pedro que a esa hora ya era todo un fortín, perfectamente cerrada. Al frente nos comandaba Carlos que se veía como rambo con la pistola en la mano y la sangre caliente, atrás Lukas ya no podía seguir caminando, pues inesperadamente se dejo seducir por la muerte que lo hacia caer lentamente en su danza misteriosa. Esa noche Lukas nunca pudo llegar nunca pudo llegar al sitio de reunión, la célula se fragmento y ya nada volvió ha ser como antes. Cansados y todavía confundidos Carlos nos contaba lo que había pasado, adelantábamos una operación para terminar con la represión y el fascismo de un bloque paramilitar que estaba asolando a los jóvenes del barrio de abajo, jóvenes como nosotros, -pero no, nosotros ya no éramos jóvenes cualquiera-, ahora estábamos comprometidos con una causa que salía de nuestras necesidades y del abandono de un estado que nunca existió. Mi mano temblaba mientras yo trataba de hacer conciencia de que el compa lukas ya no estaría mas, y que en cualquier momento yo también podría pasar a la otra vida, pero ahora era una decisión tomada, ya estaba harto de ver esas luchas incansables de mis padres por construir una vivienda digna, ya estaba cansado de ver que siempre que se construía una cambuche llegaba ese estado represor de mierda y destruía lo poco que se podía construir entre la pobreza y el hambre. Pero ahora en mi cabeza empezaba a ulular una idea que taladraba mis sienes, futuro-pasado, oscilación de ese tiempo de mierda que constantemente se filtra entre la vida haciendo que a diario reafirmemos nuestra posición frente a unos hechos, frente a una realidad malsana que hacia emerger un olor a muerte y adrenalina constante. Esa noche baje hasta el cuarto donde encerraba mis sueños, un colchón en el piso y montañas de libros llenos de quimeras y construcciones mágicas, me tire al colchón con la luz apagada y cerré mis ojos entregándome a ese silencio que teje la soledad, una telaraña espesa y fuerte que me convertía en su presa segura, no pensaba -o mejor- pensaba en todo, muchas cosas agolpaban mi cabeza, la realidad, el tiempo, mi vida; un golpe seco me saco de ese orgasmo mental, me levante presuroso y acerque mi oreja a la puerta, y como un susurro salían pequeños gemidos del otro lado, no alcance a abrir cuando como una ráfaga Manuela se pego a mi cuello con sus ojos llenos de lagrima -¿Cómo esta?-, -Carlos me dijo lo que paso-, -¿Qué paso con lukas, como fue todo?-.
Deje que el torrente de preguntas llenara la pieza y con un beso relaje las emociones del momento, enrede mis manos en su cabello y sise sus mejillas húmedas con mi barba de púber a medio salir. Saque mis manos de ese espeso cabello negro y le limpie las lagrima que caían por sus mejillas, mire sus ojos y empecé a entender un poco la angustia que la invadía, la oscuridad nos fue tragando y el silencio le daba espacio a pequeños sollozos sucesivos, estuvimos despiertos toda la noche, no hicimos el amor, solo estuvimos abrazados mirando a esa oscuridad-techo, intentando entender lo que estaba pasando en medio del olor a pólvora y resistencia encendí un cigarrillo y decidimos salir a ver el frío amanecer, tome a Manuela de la mano y nos fuimos mezclando con la niebla, a media cuadra nos encontramos con Carlos que fumaba sentado en el anden.
-¿Como van esas quimeras revolucionarias?- nos dijo con ese gesto de papa preocupado, aunque en sus ojos algo no andaba bien, el aroma de lukas nos rondaba. Caminamos juntos hasta el mirador, desde donde se podía ver todo el barrio o como decía Lukas –desde aquí no solo se ve el barrio, también se pueden divisar los sueños y esperanzas de algo mejor-.
Caminamos en silencio mientras los primeros gallos cantaban advirtiendo la salida del sol que se brinda va para todos por igual.
-Todo nos salio mal…ahora el control lo tendrán ellos- dijo Carlos mientras que Manuela con la mirada perdida en el horizonte susurraba por sus libros.
-Que mierda, mas libros y afiches a la hoguera-…ahora será mejor irnos por un tiempo. Pero yo aun no podía comprender eso, aun no podía hilar la idea de abandonar esas calles hechas con las manos de cada uno de nosotros, alejarme de esas casas humildes y esos rostros cansados que tanto me enseñaron. Y vuelve a aparecer de nuevo el recuerdo como una babosa deslizándose por el tiempo, toda una vida construida en lugar estratégico. –La bajada empinada por donde nos arrojábamos con los carros de salineras, la primera vez que le hice el amor a Manuela, la muerte de mis padres, mi casa incendiada y todos los vecinos ayudando a una causa ajena y mía- y todo en un solo lugar todo había sucedido bajo el mismo cielo y sobre las mismos cerros.
Después de dejar que el viento jugara con nuestros rostros y el sol joven bañara nuestros cuerpos, con las manos abiertas bajamos dispuestos a dejarlo todo por un tiempo, dejar la batalla mas no la lucha, con el frío entre los huesos caminamos fumando lentamente y recordando constantemente a Lukas.-Es paradójico ver como los lugares recuerdan lugares y viceversa, esa rara combinación del espacio que permite verlo en cada esquina y recordar una anécdota cargada de revolución, vino y cantos solidarios, ollas comunales y un sin numero de hilitos que forman el tejido social.-

Manuela apretó mi mano y me miro fijo a los ojos,-en media hora nos vemos aquí- me dijo ocultando el cansancio de una noche inesperada. -¿Te vas a ir conmigo?- le pregunte ingenuamente, pero confiado que diría que si,-Claro bobito, ¿porque pregunta cosas obvias?- Me beso suavemente y se alejo como llevada por el viento. Camine despacio hasta mi pieza preguntándome por lo que tenia en mi vida en ese momento, inventariando todas aquellas cosas que me mantenían amarrado en este mundo, tan lleno de contradicciones y cinismos. Manuela se levanta sobre la causa y su victoria, era ella la que hacia que yo levantara mi puño y luchara por construir algo, y aunque esta afirmación va contra todos los preceptos políticos y teóricos que cargaba en mi interior, es cierto, mi motivación mas amplia era una simple niña con cabello negro y ojos azabaches, como diría cualquier poeta; y...¿mi conciencia de clase explotada?, ¿mi lucha ideológica?, todo dependía de aquellos ojos, todo dependía de esa historia vivida en esta pequeña urbe quimérica, que aun no se define entre ser parte de la ciudad antropófaga o el campo abandonado a la buena de su suerte.

Entre a mi habitación y encendí el ultimo cigarrillo de un paquete de piel roja arrugado que guardaba en el bolsillo trasero de mi pantalón, me tire en mi colchón dentro de la seguridad de las tinieblas y de nuevo me deje atropellar por los pensamientos, en realidad creí que esta discusión la había superado hace bastante tiempo, pero ahora creo que no, aun tengo que limitar lo pasional de lo racional; y mientras cavilaba conceptos y teorías el sueño se fue mezclando con la oscuridad de la habitación, sumergido en mi inframundo de irracionalidad...track...la puerta se estremeció mientras mis ojos se abrían por el estruendo y mi cuerpo quedaba sentado en el colchón Dos pares de manos me tomaron de los hombros mientras sentía un golpe contundente en mi nuca, todo se puso negro de repente y la confusión era intolerable, confusión que le dio paso a un pesado sueño, y el sueño al dolor. Estaba boca abajo y me llevaron en un furgón que bajaba rapidísimo, tenia puesta una capucha en la cabeza, que me dolía como un demonio, por una esquina rota pude ver a mi alrededor, a mi derecha reconocí a Carlos, quien también tenia como un bolsa negra en la cabeza, pero su ropa de intelectual frustrado me dejaba saber que era el, no se movía, creo que aun estaba inconsciente. Lentamente gire mi cabeza y me encontré con una imagen Dantesca que hizo salir de mí una ira convertida en vomito. Manuela estaba boca arriba, con su cuerpo desnudo y con los ojos abiertos, mirando a la muerte de frente, directamente a los ojos, se podía ver que habían abusado de ella y que ahora solo estaba muerta. Sentí un golpe contundente en mi estomago, una patada –Hijo de puta. Ahora si va saber lo que es la revolución-.
Mi ultimo recuerdo se dibuja como una mancha de sangre, bajando por esas calles conocidas, mirando por el único orificio que me ofrecía la mancha negra sobre mi cabeza, esperando una muerte lenta…-Hijueputa corra que nos matan- .

Texto agregado el 17-01-2008, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
21-01-2008 Cuanta violencia rezuman tus escritos. es desgarrador.No pude evitar estar alli al leer. cerrense
 
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