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PRIMERA PARTE:
1
Muchas veces el juego de la vida se puede definir por el lance de los dados del destino, que se sumergen en la espesura del tiempo, expectantes de caer en la posición correcta para poder abrirle paso a los sentimientos mas aberrados que pueda tener el hombre; y a menudo cuando vamos detrás de aquellos dados para evitar que giren y que caigan marcando nuestro destino para siempre, pisamos nuestras sombras que se duplican bajo la luz de una luna, que se plasma gris y mortecina…y corriendo estirando la mano como si fuéramos detrás de un sueño, nuestras sombras se escabullen por las paredes de la historia y buscan su propia redención, husmean detrás de la persiana esperando encontrar su propio destino que formara el animal prosaico que sobrevolara los cielos de la fantasía, pero mientras corremos tropezamos y caemos en un vació, que aunque equivale a cero, es nuestra vida completa, vidas que se cruzan tras los enredos mas absurdos sustentados en el fatuo que es la nada, la verdad nos mira desde el espejo del mundo y nos señala esperando a que la culpa nos carcoma las entrañas.

Hoy con la nausea en mi estomago y las rodillas sangrantes observo girar los dados del destino, mientras mis manos las sostiene el patíbulo de la realidad, de la cruda y efímera realidad…las historias subalternas de los sentimientos se revelan contra la lo-gi-ca de la nada, y la realidad se torna inalcanzable, para dar comienzo a aquellas esperanzas que creemos encontrar en nuestro caminar infatigable, pero así seguimos sin quebranto alguno, así seguimos escalando vidas infinitas, y a veces rondando los cementerios esperando encontrar un lugar vacío en aquellos apartamentos que se encuentran bajo tierra, porque si de pronto, no encontramos la libertad mientras observamos el girar de los dados, si podremos encontrarla bajo tres metros de tierra sólida y firme, entonces llegan a mi mente pensamientos ululantes que me hacen preguntar por el verdadero significado de la realidad, -¿podría existir alguna realidad?, ¿podría existir mi yo, sentado en este viejo escritorio, escribiendo como un loco desaforado?-, como no podría existir, como podría negar este dolor estomacal que revuelve mis intestinos y produce en mí esta nausea ontológica que me estoy resistiendo a desarrollar?...entonces la duda metódica se apodera de mi cuerpo, y repito el método cartesiano, claro, que en este caso solo existe mi yo, -(dios queda fuera de la discusión)-,¡Sí!, yo existo, y como yo existo, el dolor existe, y la realidad es tan real como mi capacidad de elección.

Preámbulo infinito para historias subalternas que más allá de querer dejar una moraleja “Pombosesca”, solo pretende reflejar eso a lo que llaman realidad.



2
El vodka desciende por mi garganta tan despacio como si no se quisiera mezclar con los jugos de mi estomago…mis piernas tiemblan, esperando a que la silueta de aquella mujer aparezca a través de esta neblina artificial creada por el humo salido de las bocas de aquellos fumadores con cara de aburridos…Un jazz ambienta aquel lugar, que en la oscuridad de un mundo siniestro esconde las almas de algunos hombres moribundos y salvajes. Todos se miran y nadie se mira, todos tratando de buscar en algunos ojos extraños un refugio o un espejo, y yo, sigo esperando la silueta de aquella mujer, me imagino como seria ese lugar oscuro con la presencia de ella, como se mezclaría ese olor de mujer fina con el aliento a cigarrillo y la oscuridad de las sombras, ¿como se verían sus ojos buscándome?...

La noche seguía su curso y el ambiente se hacia mas denso, el
Pequeño lugar se llenaba de sombras vagabundas y el jazz se tornaba un poco mas acido… yo todavía esperando, esperando su olor, su silueta, su todo. En un rincón del lugar, una mujer con presencia lúgubre y cansada me miraba con unos ojos que gritaban auxilio…auxilio del mundo…auxilio de todo lo que inútilmente nos rodea, no me intereso su presencia, solo ignore su mirada. Iba por mi quinto vodka y mi cabeza ya empezaba ha desubicarse, encendí un cigarrillo para seguir esperando, y sin saber en que momento, la mujer siniestra se acerco con su cargada angustia, y mirando a sus ojos solo pude decir que estaba esperando a otra persona, pero ella sin decir nada tomo mi mano y la pego a su rostro que se despejaba entre las lagrimas, por un momento el jazz se detuvo y las almas de los fumadores aburridos, se perdieron en la oscuridad. en la espesura del tiempo solo quedamos nosotros dos, observe con calma su rostro, me desespere al ver como se dibujaba la cara de la mujer esperada…con una exhalación llene de humo el gesto de su rostro, el jazz volvió a sonar con sus tiempos sincopados y las almas antes ocultas volvieron a aparecer para contaminar de nuevo el ambiente. Sigo fumando y tomo otro trago de vodka, mientras observo el lugar vació en aquel rincón donde nunca existió mujer alguna, ¿que había sido todo eso?, ¿a caso una advertencia, un sueño minucioso que se colaba en una realidad absurda, o solo era la seducción de los tragos que se ubicaban en mi cabeza?, no lo sabia, y en realidad no lo quería averiguar ¿o si?.../ Poco a poco el sitio se fue desocupando y las sillas vacías me indicaban que ella no vendría hoy, y todo terminaba o empezaba de nuevo, en realidad ya no sabia si mi eterno esperar era el comienzo o el fin de una historia.

La luna le da un tono azuloso a la calle que ya solo alberga mi cuerpo un poco torpe por los tragos, con el frío recorriendo mi espalda, me sigo culpando por su ausencia, y como si mi maldición continuase seguí caminando por calles oscuras y esquinas borrosas donde las putas me invitaban a entrar a un mundo en el que la principal consigna es el olvido, y mientras me escondía en un juego de seducción con una mujer dueña de la noche, en una esquina mas iluminada por la luna, se encontraba de pie aquella mujer que se dejo ver entre el humo y las lagrimas en aquel cafetín de mierda malsana, las sombras enredaban mi cuerpo, la curiosidad me insistía para que fuera tras ella, -¿seria real o seria ficción?-, tenia que encontrar esa pequeña realidad, tenia que encontrar ese espacio diminuto que se coló en mi mente para martirizar un poco mas mi existir, escapando como pude de aquella reina de la noche, corrí persiguiendo a aquella sombra que por un momento se entrego al frente de mis ojos.

Con su mano entre mi mano subí a una habitación clandestina, la puerta se cerro de un solo golpe y sin decir nada ella se despojo de un gabán que no dejaba ver su figura, mientras tanto yo me encontraba en el centro de una habitación oscura, con una cama sin tender y una imitación barata de un Picasso, en un rincón había un sofá sucio, que representaba lo mas cómodo del lugar, me senté y ella acerco un taburete, y tomando una posición en la que la seducción y el deseo estaban al alcance de la mano, se sentó frente a mi. Nos miramos durante largo tiempo y de sus ojos se desprendieron unas lágrimas que me recordaban la despedida, no fui capaz de romper el silencio perfecto con mi voz, solo recordé su cuerpo, sus manos, su ser, pude recordar lo delgado que es el hilo que una a las personas, solo podía pensar en los errores cometidos.
Por la pequeña ventana entraba la luna que nos invitaba a seducirnos como antes, y sin decir una palabra nos abrazamos, mi mejilla contra la de ella se fue resbalando hasta encontrar sus labios con los míos, el tiempo parecía detenido, los labios se reconocieron al instante y un beso minucioso comprobó que nada había cambiado, nos besamos lentamente sin angustia alguna, como si supiéramos que nos quedaba toda la vida para los dos, mis manos recorrieron esa silueta tan conocida y como en una cascada de vida, sus ropas cayeron por su cuerpo, presintiendo la conjuración de un sueño eterno, mis manos acariciaron su sexo que reconocía lentamente mis dedos, y sus pezones apuntándome excitados, me convertían en el dueño de sus sueños, la penetre con una lentitud multiorgásmica, la habitación se transformo en el espacio que alberga las estrellas clandestinas y nuestros cuerpos se confundieron en un blanco espeso que representaba mi yo con su ser, los orgasmos no se sintieron como una espera infinita, sino como un dolor duradero, redención espesa que se convertía en una libertad ficticia, el silencio se mezclaba con el sonido de un saxofón que nacía en las calles oscuras, y su boca se entreabría para dejar salir el jadeo que rendía un tributo perfecto a la armonía de un jazz inesperado.

El sol penetraba por la escafandra percudida de una habitación maldita, mi cuerpo desnudo se tapaba con una sabana rota y a mi lado la presencia de una mujer desconocida me detenía en la realidad. Así se muere una noche más en las manos de una prostituta cualquiera, que por unas cuantas horas fue mi refugio inconsciente de una realidad destructora, y como si mi vida fuera la larga espera, cuando nazca la próxima noche, seguiré esperando en ese lugar oscuro en el cual las sombras y los sonidos sincopados reinan toda la noche. Desperté de un sueño inocuo y taciturno, caí de nuevo en ese maldito juego de mi sub-conciente, (¿o inconsciente, o consiente?).


3
Los clichés quedan a parte de la remembranza rutinaria, los pocos sueños se trastocan detrás de llantos y crispaciones de rostros enfermos y pueriles, la realidad empieza con la búsqueda de aquella dama fugitiva, el ritmo sincopado vuelve a mi memoria tratando de burlar mi sentido de supervivencia, y en la oscuridad el poeta loco y enamorado continua escribiendo la constancia de sus pasos.

No recuerdo el color del cielo cuando la vi por primera vez, mi vientre saltaba de lado a lado y mis manos se deslizaron hasta el suelo que acababa de pisar, la remembranza de la luna se permeaba bajo su silueta, que holocausto se levanta con formas y creencias misteriosas, el dolor y la magia se confundían en mi cuerpo que no podía entender lo que pasaba… ¡pero que mierda!, no importa como la conocí, hoy ya nada importa, hoy solo importa mi soledad frente a su vació, hoy solo importa la no presencia con la carencia de ella.

El día se levanta como los pasados, como esos días que se repiten y que con cada segundo se hunden en mi memoria, su rostro no se puede borrar de mí alma; esta mañana empezó con lo de siempre, café amargo y cortinas sucias, un cuarto oscuro en el cual solo caben los libros y la muerte, aunque esta nunca llega, bajar de tres pasos las escaleras que deberían ser de cinco y mirar la calle con su aire saturado. Fernando Ortiz, Alberto Ramos, Arturo López, Juan Ángel, Raimundo Serna; todos uno, uno todos, todos yo, no puedo decir cual de todos soy, solo soy yo, hoy puede que sea Juan Ángel, pero mañana puedo ser Fernando Ortiz, en ultimas que importa, en ultimas que mas da ser uno, o ser otro, o ser todos, en ultimas sigo siendo un monstruo, un animal desalmado, en ultimas sigo siendo yo.
El vodka todavía se confunde entre mi sangre, la boca me sabe a café, licor y vida, que se hunden en mi garganta, se mezclan con mi aliento y se cuelan entre los dientes amarillos y picados. No puedo dejar de mirar esa esquina maldita en la cual creía haber alcanzado un sueño, hace más de tres años que se fue detrás del humo de un tren, en su valija solo empaco el vestido con el que la conocí y los sueños que destruí, pero ¿Por qué me culpo, por qué me culpo por su ausencia si tan anunciada la encontraba, por qué no solo dejo que su vació me albergue, y que la soledad juegue su papel dentro del eterno ritmo de las milongas viscerales?.

Nunca entendí que es el amor, ese pequeño elemento que hace que los hombres actuemos como bestias, ese pequeñísimo concepto que nos hace pasar de homo sapiens al homo habilis y viceversa; metafísica rica en abstracciones y calamidades, metafísica, física-meta, física-mierda, todo y nada o nada y todo, concepto oscuro que creí entender cuando miraba los ojos de aquella mujer deseada, pero que hoy comprendo que poco entendía. Whisky, vodka, verdad, lo aberrado del planeta se conjuro con mis sueños de tenerla de nuevo.
-no te preocupes, algún día la olvidaras-, me decía la voz de una conciencia abstracta.
Pero detengámonos un momento en el olvido, detengámonos un momento en medio de los grandes edificios y la gente esquizofrenica, -¿Qué es olvidar?-, puede ser ese momento justo en el que los ojos de la persona ala que amas se deslizan por entre tus recuerdos y se mezclan con el pasado, excavando tan profundo en tus entrañas que cuando tratas de abrir lo ojos de nuevo y acariciar con tu mano los parpados aquellos que algún día dijiste nunca olvidar, no lo puedes hacer por que entre ellos y tu mano se interpone un mundo de cosas vividas que hacen que recuerdes mas rápido los ojos de la muerte que los de la persona que dijiste amar, y de esta manera puedes olvidar el nombre de un libro, o el lugar donde vives, olvidas amigos inconscientes y signos sin sentido, pero (como en todo hay un pero), ¿que pasa cuando aquellos ojos no se hunden tan profundo entre los recuerdos y se quedan como un péndulo que oscila dentro de tu cuerpo, haciendo que el olvido no exista y que cada mañana al despertar de la muerte lo primero que veas sea esos ojos inquisidores que tanto amas?. Olvido que algún día podría ser nada, y que en últimas no es más que los caprichos refundidos en canciones y momentos. No puedo mas con todo esto, el sonido escalofriante de la maquina de escribir suena como las campanadas finales de una vida momentánea. Como pude levante mi vieja Rémington blanca y la estrelle contra la pared, el estruendo no se hizo esperar y mi vieja compañera se entrego de par en par al golpe seco y furibundo, un papel amarillento salio de su interior y cayo a mis pies, lo levante y lo desdoble intrigado por su aspecto, en su interior empolvado y solitario se podía leer un poema que describía a la perfección los sentimientos que estaban rondando en el lugar:





DUELE
Incontables sentimientos me golpean el alma,
Como si quisiera traspasarla,
Incontables sentimientos me golpean el alma tan fuerte,
Que creo que no voy a soportar.

Duele recordar, duele amar, Duele odiar,
Siento que Mi alma se quiebra a mil pedazos,
Como el espejo del tiempo Que se rompe con el andar,

Siento los labios húmedos y excitantes de la muerte,
Que me seduce, para danzar por siempre en la eternidad
Como dos enamorados, Entregados el uno al otro.

Se oye la campana final Que me advierte,
Que en cualquier momento mi alma se pudrirá hasta
Agonizar,
Y se convertirá en una estrella más Que se dibuja en la noche tranquila,

Noche fría y picante que Nos acompañas vigilante y pasiva, que nos Invitas a danzar,
Hasta que nuestros cuerpos solo Sean despojos de carne y huesos.

Noche fría y picante que me Recuerdas lo pronto
Que te acompañare en tu Incansable andar por una
Vida clandestina y moribunda.

Noche triste, noche fugas,
¿Por qué duele recordar, duele amar
Y duele odiar?...

No recuerdo como pudo llegar ese poema al interior de la maquina de escribir, de pronto había nacido en ella convertido en sus tripas, unas tripas que dolían como puede doler la realidad, en ultimas pude pensar que ahora mi vieja Rémington descansaría en paz sin ese dolor en sus entrañas.


Texto agregado el 25-01-2008, y leído por 76 visitantes. (0 votos)


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